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Tehilim Diario

Capítulos 69-71

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Costumbre especial para el mes de Elul y las Altas Fiestas
El Baal Shem Tov instituyó la costumbre de recitar tres capítulos adicionales de Salmos cada día, desde el primero de Elul hasta Iom Kipur (en Iom Kipur se recitan los 36 capítulos restantes, completando así todo el libro de Salmos).
Vea a continuación los capítulos adicionales de hoy.
Capítulo 69

Para el Director del Coro, sobre el [instrumento] shoshaním, por David: ¡Sálvame, Dios, pues las aguas [me] llegaron hasta el alma! Me he hundido en profundidades fangosas sin lugar de apoyo; he venido a aguas profundas, y la corriente me arrastra. Estoy exhausto por mi clamor, mi garganta se reseca; mis ojos languidecieron en espera a mi Dios. Más numerosos que los cabellos sobre mi cabeza son quienes me odian sin razón. Poderosos son aquellos que me cercenarían, aquellos que son mis enemigos sin causa. Lo que no he hurtado, entonces tendré que devolver. ¡Dios! Tú conoces mi insensatez, y mis equívocos no están ocultos a Ti. Que no se avergüencen por mí quienes en Ti confían, mi Señor, Dios de las Huestes; que quienes Te buscan no sean humillados por mí, Dios de Israel, pues en aras de Ti he soportado deshonra, el bochorno cubre mi cara. Me he vuelto un extraño a mis hermanos, forastero a los hijos de mi madre, pues la envidia de Tu Casa me ha consumido, y la humillación de quienes Te desprecian se abatieron sobre mí. Lloré mientras mi alma ayunaba, fue para mi indignidad. Hice arpillera mi vestido, y [así] me volví su modelo [de desprecio]. Quienes se sientan en el portón hablan de mí, [fui] canción de borrachos. En cuanto a mí, sea mi plegaria a Ti, Adonái, en un momento propicio; Dios, en Tu abundante bondad, respóndeme con Tu verdadera salvación. Rescátame del fango, para que no me hunda; sea yo salvado de mis enemigos y de las aguas profundas. Que la corriente de agua no me arrastre, ni el abismo me trague; y que la fosa no cierre su boca sobre mí. Respóndeme, Señor, pues Tu benevolencia es buena; conforme Tus abundantes misericordias, vuélvete a mí. No ocultes Tu rostro de Tu sirviente, pues estoy afligido. ¡Pronto, respóndeme! Acércate cerca a mi alma y libérala; redímeme, para [que] mis enemigos [no se sientan triunfantes]. Tú conoces mi humillación, mi vergüenza y mi deshonra; todos mis mortificadores están ante Ti. La humillación partió mi corazón, y he enfermado. Anhelé comodidad, pero no la hubo; por quienes me consolaran, más no encontré. Ellos ponen hiel en mi alimento, y para mi sed me dieron vinagre de beber. Que su mesa se vuelva una trampa ante ellos, y [su] serenidad, una celada. Oscurézcanse sus ojos, que no puedan ver, y que sus caderas vacilen continuamente. Vierte Tu cólera sobre ellos, y que la fiereza de Tu enfado lo alcance. Que su palacio esté desolado, que no haya morador alguno en sus tiendas. Pues a quien Tú golpeaste persiguieron, y cuentan [con placer] el dolor del por Ti herido. Suma [este] pecado a su pecado, que no vengan a Tu justicia. Borrados sean del libro de los vivos, que no sean inscriptos con los justos. Mas yo, pobre y dolorido soy; que Tu salvación, Dios, me fortalezca. ¡Alabaré el Nombre de Dios con canción, Lo ensalzaré con agradecimiento! Ello placerá a Adonái más que [la ofrenda de] un toro con cuernos y pezuñas. Los humildes lo verán y se regocijarán; quienes buscan a Dios, [verán] y sus corazones revivirán. Pues Adonái escucha a los necesitados, El no desprecia [la plegaria de] Sus [propios] reclusos. Que cielo y tierra Lo alaben, mares y todo lo que se mueve en ellos, pues Dios salvará a Tzión, construirá las ciudades de Iehudá, y ellos se radicarán allí y la poseerán; y la semilla de Sus sirvientes la heredará, y quienes aman Su Nombre morarán en ella.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 70
Una súplica de que los enemigos de David sean avergonzados y humillados por ultrajarlo y regocijarse por sus aflicciones. Entonces se alegrarán los justos y entonarán siempre cánticos y alabanzas.

Para el Director del Coro, por David, para hacer recordar. Dios, [ven] a salvarme; Adonái, apresúrate a mi asistencia. Que quienes buscan mi vida sean avergonzados y humillados; que quienes me desean daño retrocedan y sufran bochorno. Que quienes dicen: "¡Ajá! ¡Ajá!" regresen por causa de su vergüenza [a mí]. Que se alegren y regocijen en Ti todos los que Te buscan, y que quienes aman Tu salvación digan siempre: "¡Sea enaltecido Dios!" Más yo soy pobre y necesitado. ¡Apresúrate a mí, Dios! Tú eres mi ayuda y redentor, ¡Dios, no Te demores!

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Chapter 71
Una imponente plegaria en la que David habla de sus enemigos que desean matarlo, declarando que merece la pena de muerte.

En Ti, Adonái, me he cobijado; jamás me avergonzaré. Sálvame y libérame en Tu rectitud; préstame oídos y redímeme. Se para mí una roca que ampara, para entrar siempre. Tú ordenaste mi salvación, pues Tú eres mi roca y mi fortaleza. ¡Mi Dios! Rescátame de la mano del perverso, de la palma del que conspira y es violento. Pues Tú eres mi esperanza, Adonái mi Dios, mi seguridad desde mi juventud. En Ti he confiado desde la matriz; Tú me sacaste de las entrañas de mi madre; mi alabanza es de Ti siempre. Fui ejemplo para los muchos, y con todo Tú eras mi poderoso refugio. Llénese mi boca con Tu alabanza, todo el día con Tu gloria. No me eches de lado en la vejez; no me abandones cuando mi fuerza flaquea. Pues mis enemigos dicen de mí, y quienes acosan mi alma conspiran juntos diciendo: "Dios lo ha abandonado. Persíganlo y atrápenlo, pues no tiene salvador". ¡Dios! ¡No Te alejes de mí! ¡Mi Dios! ¡Date prisa en mi asistencia! Que los adversarios de mi alma sean avergonzados y consumidos; quienes procuran mi daño, sean envueltos con bochorno y humillación. En cuanto a mí, siempre guardaré esperanzas; agregaré a todas Tus alabanzas. Mi boca contará Tu rectitud, todo el día [hablaré] de Tu salvación, pues desconozco su número. Vengo con la fortaleza de mi Señor, Dios; menciono Tu rectitud, sólo la Tuya. Dios, Tú me has enseñado desde mi juventud, y hasta éste [día] cuento Tus maravillas. También en la vejez y la ancianidad, Dios, no me abandones, hasta que yo cuente de Tu poderío a las generaciones, de Tu fortaleza a todos lo que habrán de venir. Tu rectitud, Adonái, llega a los altos cielos, pues Tú haces grandes cosas; ¡Dios, quién se asemeja a Ti! Tú, Quien me ha mostrado muchas y nefastas aflicciones, Tú me volverás a revivirme; me alzarás de nuevo desde las profundidades de la tierra. Aumentará mi grandeza; Te volverás y me consolarás. También yo Te agradeceré con lira por Tu fidelidad, mi Dios; Te cantaré con el arpa, Santo de Israel. Mis labios se regocijan cuando Te canto, tal como mi alma a la que has redimido. También mi lengua pronunciará Tu rectitud todo el día, pues quienes buscaron mi daño fueron avergonzados y humillados.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Tres capítulos adicionales
El Baal Shem Tov instituyó la costumbre de recitar tres capítulos adicionales de Salmos cada día, desde el primero de Elul hasta Iom Kipur (en Iom Kipur se recitan los 36 capítulos restantes, completando así todo el libro de Salmos).
Los salmos de hoy son 37, 38 y 39.
Capítulo 37
David insta a su generación a no envidiar el éxito del malvado; ello podría hacerle caer en sus fechorías. En cambio, que deposite su fe en Dios, conduciéndose con honestidad, y Dios Se ocupará de todo.

Por David: No compitas con los que hacen el mal; no envidies a los malhechores. Pues, como hierba serán rápidamente cortados. y como vegetación verde serán secados. Confía en Adonái y haz el bien, para que puedas habitar la tierra y ser alimentado por la fe. Ten placer en Adonái, para que El pueda concederte los deseos de tu corazón. Lanza tu camino a Adonái, confía en El y El hará. El hará salir tu integridad como una luz, y tus juicios como el sol del mediodía. Guarda silencio ante Adonái y aguárdalo ansioso. No procures competir con quien prospera, con el hombre que ejecuta malicias. Desiste de la cólera y abandona la ira. No busques la competencia; ella te traerá apenas perjuicio. Pues los malos serán eliminados, mas aquellos que confían en Adonái heredarán la tierra. Apenas un poco más y no habrá perverso alguno; tú observarás su lugar y el ya no estará allí. Mas los humildes heredarán la tierra y gozarán en paz abundante. El perverso planea contra el justo y rechina los dientes hacia él. Pero mi Señor ríe de él, pues ve que su día se aproxima. Los perversos desenvainaran una espada y tensarán su arco para abatir al pobre y al necesitado, para degollar a los de camino recto. Sus espadas se incrustarán en sus propios corazones y sus arcos se quebrarán. Mejor un poco con el justo que una multitud de muchos perversos. Pues los brazos de los perversos serán quebrados, mientras que el sostén de los justos es Adonái. Adonái está atento a los días de los perfectos; su herencia durará por siempre. Ellos no serán avergonzados en momento de calamidad; en días de hambre serán saciados. Pues los perversos perecerán, y los adversarios de Adonái, como pasto de valles, consumidos, como humareda son consumidos. El malvado toma prestado y no devuelve, mas el recto actúa con gracia y da. Porque los bendecidos por El heredarán la tierra, mientras que los por El maldecidos serán extirpados. Por Adonái, los pasos del hombre fuerte son firmes, su camino El aprobará Si cae, no será rechazado, pues Adonái sostiene su mano. Fui joven y también envejecí, pero no vi a un justo abandonado, ni a su simiente mendigando pan. Todos los días él presta graciosamente, y sus hijos son una bendición. Apártate del mal y haz el bien, para que puedas morar por siempre. Pues Adonái ama la justicia y no abandona a Sus devotos. Eternamente serán protegidos, mientras que los hijos de los perversos serán extirpados. Los justos heredarán la tierra y en ella morarán por siempre. La boca del justo expresa sabiduría, y su lengua habla justicia. La Torá de su Dios está en su corazón; sus pasos no vacilan. El perverso vigila al justo y procura darle muerte. Pero Adonái no lo abandonará a su mano, ni dejará que sea condenado en su juicio. Confía en Adonái y cuida Su camino; entonces El te elevará para heredar la tierra. Al ser extirpados los perversos lo verás. Vi un perverso implacable, arraigado como un fresco árbol añoso. Con todo, desapareció y he aquí que no está más; entonces, lo busqué y no fue encontrado. Guarda al perfecto y cuida al recto, pues hay un destino para el hombre de paz. Los pecadores serán destruidos juntos, el destino de los perversos es ser extirpados. La salvación de los justos es de Adonái; El es su fortaleza en momentos de aflicción. Adonái los ayuda y los libera; El los libera de los inicuos y los salva, por cuanto han puesto su confianza en El.

Capítulo 38
Una plegaria para todo individuo, por la extensión del exilio. En la angustia, reza este Salmo. De ahí su introducción: "Un salmo... para recordación" [de que se lo recite en la aflicción]. De éste se pueden aprender numerosas lecciones.

Un Salmo por David, para recordación: Adonái, no me reprendas en Tu enojo, no me castigues en Tu ira. Pues Tus flechas han caído en mí, y Tu mano bajó sobre mí. No hay perfección en mi carne por causa de Tu ira, paz en mis huesos por causa de mi pecado. Pues mis iniquidades me inundaron; como una carga pesada son penosas, superiores a mí. Pútridas y descompuestas son mis llagas, a causa de mi locura. Estoy excesivamente inclinado y encorvado; el día entero ando en desolación. Pues mi pensamiento íntimo está lleno de futilidad, y no hay perfección alguna en mi carne. Estoy muy abatido y aplastado. Clamo por los gemidos de mi corazón. Mi Señor, ante Ti está toda mi ansiedad; mi suspirar no se oculta de Ti. Mi corazón se conmociona; mi fuerza, abandonándome. La luz de mis ojos, tampoco está conmigo. Mis amigos y compañeros son indiferentes a mi aflicción, mis parientes guardan distancia. Colocan trampas, los que procuran mi vida; quienes buscan molestarme hablan traiciones, el día entero piensan falsedades. Por eso, como un sordo, no oigo, como un mudo que no abre su boca. Me convertí como en un hombre que no puede entender y en cuya boca no hay refutación alguna. Por causa de Ti, Adonái, esperé. Tú responderás, mi Señor, mi Dios. Pues pensé: "¡Tal vez ellos se alegrarán por mí, al vacilar mi pie ellos exultarán malignamente sobre mí!" Pues siempre tiendo a cojear, y mí dolor está ante mí permanentemente. Por causa de mi iniquidad, pienso, lamento mi pecado. Mas mis adversarios abundan con vida, se tornan grandes aquellos que me odian sin motivo. Aquellos que retribuyen mal por bondad me hostigan por procurar yo el bien. No me abandones, Adonái, mi Señor. No te quedes lejos de mí. Apréstate en mi asistencia, Señor mío, mi salvación.

Capítulo 39
David reza por sus sufrimientos; no los objeta pero lamenta que le impidan estudiar Torá siendo tan escasos los días del hombre, "y si no ahora, ¿cuándo?", pues podría morir hoy o mañana. Por eso pide su supresión, para estudiar Torá y adquirir un lugar en el Mundo Venidero.

Para el Director del Coro, para Iedutún, un Salmo por David: Dije: "Guardaré mis sendas de pecar con mi lengua. Cuidaré mi boca con una mordaza, ahora que el perverso está delante de mí". Me torné mudo con el silencio, estuve silencioso del bien; y mi dolor se intensificó. Mi corazón se encendió dentro de mí, en mis contemplaciones ardió un fuego; entonces declaré abiertamente: Hazme saber, Adonái, mi fin y la medida de mis días, ¿cuál es? Entonces concebiré cuán deficiente soy. Como medidos de a palmos Tú hiciste mis días, mi tiempo de vida es como la nada delante de Ti. Todo es absoluta futilidad, toda la existencia humana por siempre. En total oscuridad el hombre hace su camino, total futilidad ansía. Acumula riquezas; con todo, no sabe quién las recogerá. Y ahora, ¿para qué confío, mi Señor? ¿Cuál es mi expectativa de Ti? Líbrame de todas mis transgresiones; no me pongas por bochorno delante de toda la generación. Estuve mudo, no abrí mi boca, porque Tú lo hiciste. Aparta de mí Tu plaga; por la hostilidad de Tu mano estoy devastado. Con reproches por la iniquidad castigaste al hombre; descompones como el gusano su carne preciosa, total futilidad y toda humanidad, sela. Oye mi plegaria, Adonái, a mi clamor presta oídos; no Te quedes mudo a mis lágrimas, pues extranjero soy Contigo, residente como todos mis antepasados. Libérame para que pueda recuperar mi fuerza antes de partir y no estar más.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

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