Por David: Combate, Adonái, a mis adversarios, libra guerra contra mis atacantes. Sujeta escudo y armadura y levántate en mi defensa. Extrae la lanza y el hacha delante de mis perseguidores. Di a mi alma: "Yo soy tu salvación". Sean avergonzados y caigan en desgracia aquellos que procuran mi vida; que retrocedan y sean humillados quienes planean mi mal. Haz que sean como afrecho al viento; y que el ángel de Adonái los aparte. Sea su camino oscuro y resbaladizo, persiguiéndolos. Porque sin motivo me ocultaron en una fosa con su red, sin razón cavaron para matarme. Que la oscuridad venga sobre ellos inesperadamente; que su propia red, que él ocultó, lo atrape. Que caiga en el sheól. Y mi alma se alborozará en Adonái, se alegrará en Su salvación. Declare todo mi ser: ¡Adonái, Quién es como Tú, que salva al pobre del que es más fuerte que él, al pobre y al menesteroso del que iba a robarle! Falsos testigos se alzan; me pregunta lo que yo no sé. Me retribuyen mal por bien, muerte para mi alma. Pero, en cuanto a mí, cuando ellos enfermaban, mi ropa era arpillera y me afligí con ayuno. En cuanto a mí, que mi plegaria regrese a mi propio pecho. Como por un compañero, como por mi propio hermano, procedí; como en luto por una madre, me encorvé desoladamente. Pero cuando vacilé, ellos se alborozaron y se unieron; en mi contra se unieron los cojos — no sé por qué. Ellos se enfurecieron contra mí y no fueron silenciados. Por causa de la lisonja y la burla ofrecida por comida, rechinaron sus dientes contra mí. Mi Señor, ¿cuánto puedes soportar? Haz volver mi vida de la oscuridad de ellos, mi alma de los leoncillos. Te agradeceré en una gran congregación; delante de una poderosa multitud te loaré. Que ellos no se regocijen por mí, mis adversarios, por una causa falsa; o aquellos que me odian infundadamente, que sus ojos no guiñen. Pues no es paz lo que ellos hablan, y contra el pueblo de la tierra subyugado traman falsamente. Ellos abren ampliamente sus bocas en mi contra. Dicen: "¡Ajá! ¡Ajá! ¡Nuestros propios ojos vieron!" Tú viste, Adonái, no calles. Mi Señor, no Te quedes lejos de mí. Recuerda y despierta para mi juicio, Mi Dios, mi Señor, por mi causa. Júzgame conforme Tu integridad, Adonái, mi Dios, y que ellos no se regocijen de mí. Que no digan en sus corazones: "¡Regocíjense nuestras almas!" Que no digan: "¡Lo hemos tragado!" Que sean avergonzados y humillados juntos aquellos que se alegran de mi desgracia; que sean vestidos en bochorno y desprecio quienes se engrandecen por mi causa. Que canten en júbilo y se alegren quienes desean mi rectitud. Que siempre digan: "¡Sea glorificado Adonái! ¡El, que desea la paz de su servidor!" Entonces mi lengua expresará Tu rectitud; todo el día, Tu alabanza.
Tehilim Diario
Capítulos 35-38
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Para el Director del Coro, para el siervo de Adonái, por David: Las palabras de transgresión del perverso están en mi corazón; no hay temor delante de sus ojos. Pues es resbaladizo el camino delante de él, haciéndole encontrar su iniquidad, para odiarlo. Las palabras de su boca, maldad y falsedad, él dejó de reflexionar para hacer el bien. En su lecho trama el mal. Se yergue en un sendero que no es de bien; no desprecia el mal. Adonái, para los cielos fue Tu benevolencia. Tu fidelidad es hasta las alturas supremas. Tu rectitud es [tan grande] como las poderosas montañas; Tus juicios se extienden al inmenso abismo; Tú salvas al hombre y a la bestia, Adonái. ¡Cuán preciosa es Tu benevolencia, Dios! Los hombres se refugian a la sombra de Tus alas. Serán saciados con el deleite de Tu Casa y Tú los abrevarás del mar de Tu dicha. Porque contigo está la fuente de la vida; en Tu luz vemos luz. Concede Tu benevolencia sobre los que Te conocen, y Tu rectitud a los rectos de corazón. No me traigas el pie del arrogante, y que la mano de los perversos no me mueva. Allí cayeron los que practican el mal, derrumbados e incapaces de levantarse.
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Por David: No compitas con los que hacen el mal; no envidies a los malhechores. Pues, como hierba serán rápidamente cortados. y como vegetación verde serán secados. Confía en Adonái y haz el bien, para que puedas habitar la tierra y ser alimentado por la fe. Ten placer en Adonái, para que El pueda concederte los deseos de tu corazón. Lanza tu camino a Adonái, confía en El y El hará. El hará salir tu integridad como una luz, y tus juicios como el sol del mediodía. Guarda silencio ante Adonái y aguárdalo ansioso. No procures competir con quien prospera, con el hombre que ejecuta malicias. Desiste de la cólera y abandona la ira. No busques la competencia; ella te traerá apenas perjuicio. Pues los malos serán eliminados, mas aquellos que confían en Adonái heredarán la tierra. Apenas un poco más y no habrá perverso alguno; tú observarás su lugar y el ya no estará allí. Mas los humildes heredarán la tierra y gozarán en paz abundante. El perverso planea contra el justo y rechina los dientes hacia él. Pero mi Señor ríe de él, pues ve que su día se aproxima. Los perversos desenvainaran una espada y tensarán su arco para abatir al pobre y al necesitado, para degollar a los de camino recto. Sus espadas se incrustarán en sus propios corazones y sus arcos se quebrarán. Mejor un poco con el justo que una multitud de muchos perversos. Pues los brazos de los perversos serán quebrados, mientras que el sostén de los justos es Adonái. Adonái está atento a los días de los perfectos; su herencia durará por siempre. Ellos no serán avergonzados en momento de calamidad; en días de hambre serán saciados. Pues los perversos perecerán, y los adversarios de Adonái, como pasto de valles, consumidos, como humareda son consumidos. El malvado toma prestado y no devuelve, mas el recto actúa con gracia y da. Porque los bendecidos por El heredarán la tierra, mientras que los por El maldecidos serán extirpados. Por Adonái, los pasos del hombre fuerte son firmes, su camino El aprobará Si cae, no será rechazado, pues Adonái sostiene su mano. Fui joven y también envejecí, pero no vi a un justo abandonado, ni a su simiente mendigando pan. Todos los días él presta graciosamente, y sus hijos son una bendición. Apártate del mal y haz el bien, para que puedas morar por siempre. Pues Adonái ama la justicia y no abandona a Sus devotos. Eternamente serán protegidos, mientras que los hijos de los perversos serán extirpados. Los justos heredarán la tierra y en ella morarán por siempre. La boca del justo expresa sabiduría, y su lengua habla justicia. La Torá de su Dios está en su corazón; sus pasos no vacilan. El perverso vigila al justo y procura darle muerte. Pero Adonái no lo abandonará a su mano, ni dejará que sea condenado en su juicio. Confía en Adonái y cuida Su camino; entonces El te elevará para heredar la tierra. Al ser extirpados los perversos lo verás. Vi un perverso implacable, arraigado como un fresco árbol añoso. Con todo, desapareció y he aquí que no está más; entonces, lo busqué y no fue encontrado. Guarda al perfecto y cuida al recto, pues hay un destino para el hombre de paz. Los pecadores serán destruidos juntos, el destino de los perversos es ser extirpados. La salvación de los justos es de Adonái; El es su fortaleza en momentos de aflicción. Adonái los ayuda y los libera; El los libera de los inicuos y los salva, por cuanto han puesto su confianza en El.
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Un Salmo por David, para recordación: Adonái, no me reprendas en Tu enojo, no me castigues en Tu ira. Pues Tus flechas han caído en mí, y Tu mano bajó sobre mí. No hay perfección en mi carne por causa de Tu ira, paz en mis huesos por causa de mi pecado. Pues mis iniquidades me inundaron; como una carga pesada son penosas, superiores a mí. Pútridas y descompuestas son mis llagas, a causa de mi locura. Estoy excesivamente inclinado y encorvado; el día entero ando en desolación. Pues mi pensamiento íntimo está lleno de futilidad, y no hay perfección alguna en mi carne. Estoy muy abatido y aplastado. Clamo por los gemidos de mi corazón. Mi Señor, ante Ti está toda mi ansiedad; mi suspirar no se oculta de Ti. Mi corazón se conmociona; mi fuerza, abandonándome. La luz de mis ojos, tampoco está conmigo. Mis amigos y compañeros son indiferentes a mi aflicción, mis parientes guardan distancia. Colocan trampas, los que procuran mi vida; quienes buscan molestarme hablan traiciones, el día entero piensan falsedades. Por eso, como un sordo, no oigo, como un mudo que no abre su boca. Me convertí como en un hombre que no puede entender y en cuya boca no hay refutación alguna. Por causa de Ti, Adonái, esperé. Tú responderás, mi Señor, mi Dios. Pues pensé: "¡Tal vez ellos se alegrarán por mí, al vacilar mi pie ellos exultarán malignamente sobre mí!" Pues siempre tiendo a cojear, y mí dolor está ante mí permanentemente. Por causa de mi iniquidad, pienso, lamento mi pecado. Mas mis adversarios abundan con vida, se tornan grandes aquellos que me odian sin motivo. Aquellos que retribuyen mal por bondad me hostigan por procurar yo el bien. No me abandones, Adonái, mi Señor. No te quedes lejos de mí. Apréstate en mi asistencia, Señor mío, mi salvación.
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Acompañado del instrumento musical mijtám, por David: Guárdame, Dios, pues he depositado mi confianza en Ti. Tú, [mi alma,] has dicho a Dios: "Tú eres mi Amo; no recae sobre Ti concederme bien [pues no soy merecedor]". [Mas es en aras] de los santos que yacen en la tierra y de los poderosos [en el temor a Dios]; todos mis deseos se cumplen [en mérito a ellos]. Aquellos que se apresuran en pos de otros [dioses], sus aflicciones han de aumentar; no he de ofrecer [como ellos] sus libaciones de sangre, ni he de pronunciar sus nombres sobre mis labios. Adonái es mi porción asignada y mi parte; Tú guías mi destino. Porciones han recaído sobre mí en lugares placenteros; en verdad, una hermosa herencia es la mía. Bendigo a Adonái que me ha dado consejo; incluso por las noches mi intelecto me reprende. He puesto a Adonái delante de mí en todo momento; porque El está a mi diestra, no he de tropezar. Por ello, mi corazón se alegra y mi alma se alboroza; mi carne, también, descansa segura. Pues Tú no abandonarás mi alma al sheól; no permitirás que Tus piadosos vean el purgatorio. Hazme conocer la senda de la vida, para que yo pueda saciarme con el júbilo de Tu presencia, con el deleite de Tu diestra para siempre.
Una plegaria por David: Oye, Adonái, mi sincero [ruego]; escucha mi clamor; presta oído a mi plegaria, expresada por labios sin engaño. Haz que mi veredicto proceda de Ti; haz que Tus ojos contemplen [mi] rectitud. Tú has examinado mi corazón, lo has indagado por la noche, me has puesto a prueba y no has hallado [tacha]; ningún mal pensamiento cruzó mi mente, tal como son mis palabras son mis pensamientos. Para que las acciones humanas respondan a las palabras de Tus labios, observo las sendas de los que quiebran las leyes [y les insto a que no sigan en ellas]. Apoya mis pasos [para que sean firmes] en Tus sendas, para que mis pies no tropiecen. Te he llamado, pues Tú, Dios, me responderás; inclina Tu oído hacia mí, escucha lo que digo. Aparta Tu benevolencia, Tú que liberas con Tu diestra a aquellos que depositan su confianza en Ti, de aquellos que se levantan en contra [de Ti]. Guárdame como a la niña del ojo; ocúltame a la sombra de Tus alas de los malvados que me asaltan, [de] mis enemigos mortales que me rodean. Su grasa ha cerrado [sus corazones]; con sus bocas han hablado con arrogancia. Ahora cercan nuestros pasos, fijan sus ojos para hacernos desviar de [la senda correcta sobre] la tierra. El es como un león que ansía devorar [a su presa], como un leoncillo que acecha a escondidas. ¡Levántate, Adonái! Hazle frente, hazlo ponerse de rodillas; rescata mi alma del malvado [que sirve de] espada Tuya. Permíteme estar entre aquellos cuya muerte es por Tu mano, Adonái, entre aquellos que mueren de ancianidad; cuya porción es la vida eterna y cuyas entrañas están colmadas de Tu bien oculto, que fueron satisfechos con [nobles] hijos y dejan su superabundancia a los pequeñuelos de estos. [En mérito a] mi rectitud, he de contemplar Tu rostro; en el momento de la resurrección, estaré saciado con [contemplar] Tu imagen.
Para el Director del Coro, del servidor de Adonái, de David, quien pronunció las palabras de este cántico para Adonái en el día en que Adonái lo salvó de la mano de todos sus enemigos, y de mano de Shaúl: Dijo: Te amaré, Adonái, mi fuerza. Adonái es mi roca, mi fortaleza y mi liberador. Mi Dios, mi roca, en Quien me refugio; mi escudo y el [son del] cuerno de mi salvación; mi baluarte. A Aquel que es alabado, Adonái, clamé y de mis enemigos fui salvado. Los estertores de la muerte me envolvieron y torrentes de hombres impíos me asustaron. Los dolores del sheól me rodearon, las trampas de la muerte me enfrentaron. En mi aflicción clamé a Adonái, al Dios de mi salvación imploré; El oyó mi voz desde Su Santuario, y mi clamor a El llegó a Sus oídos. La tierra se estremeció y rugió, los cimientos de las montañas se sacudieron, ellas temieron la explosión de Su ira. De Sus narices subió humo, un fuego devorador de Su boca, carbones ardieron de El. El dobló los cielos y descendió, una espesa oscuridad debajo de Sus pies. Montó un querubín y voló, Se elevó sobre las alas del viento. Hizo de la oscuridad Su escondite y Se envolvió en Su abrigo, aguas oscuras y nubes espesas. A causa del resplandor delante de El Sus nubes pasaron, granizo y carbones flameantes. Adonái tronó en los cielos, el Altísimo alzó Su voz, granizo y carbones flameantes. El envió sus saetas y los dispersó, muchos relámpagos y los perturbó. Torrentes de agua se tornaron visibles, los cimientos de la tierra quedaron al descubierto por Tu reproche, Adonái, por la respiración de Tus fosas nasales. El envió de lo alto y me tomó; me retiró de las aguas profundas. Me salvó del mi poderoso adversario, y de mis enemigos cuando fueron más fuertes que yo. Ellos me enfrentaron en el día de mi infortunio, mas Adonái fue mi sostén. Me trajo a espacios libres. Me liberó, pues me desea. Adonái me recompensó conforme mi rectitud, me retribuyó de acuerdo con la pulcritud de mis manos. Pues cuidé las sendas de Adonái y no me aparté perversamente de mi Dios. Pues todos Sus juicios están delante de mí, y yo no me apartaré de Sus decretos. Yo fui sincero con El, cuidándome de mi pecado. Adonái me retribuyó conforme a mi rectitud, de acuerdo a la pulcritud de mis manos delante de El. Con el devoto, Tú actúas con devoción; con el hombre sincero, con sinceridad. Con el fidedigno, con lealtad; y con los falsos, falsamente. Pues Tú salvas a la nación pobre; derribarán a los ojos altivos. Pues eres Tú quien encenderá mi lámpara. Adonái, mi Dios, iluminará mi oscuridad. Pues contigo destruyo una tropa, con mi Dios salto una muralla. Dios, cuyo camino es perfecto, la promesa de Adonái es refinada, El es un escudo para todos los que refugian en El. ¿Pues quién es Dios excepto Adonái, y quién es poderoso fuera de nuestro Dios? Dios, Quien me ciñe de fortaleza, Quien mantiene recto mi camino. Quien enderezó mis pies como las gacelas, quien me colocó sobre mis alturas. Quien entrenó mis manos para la batalla y mis brazos para tensar un arco de cobre. Tú me diste Tu escudo de salvación, y Tu diestra me sostuvo. Me trataste con abundante humildad. Alargaste mis pasos debajo de mí, y mis talones no temieron. Perseguí a mis adversarios y los dominé, no regresé hasta haberlos aniquilado. Los abatí y no pudieron ponerse de pie, cayeron debajo de mis pies. Tú me ceñiste de fuerza para la batalla, sometiste a mí a quienes se alzan en mi contra. Pusiste las nucas de mis enemigos hacia mí, y derribé a mis antagonistas. Gritaron, pero no hubo salvador; a Adonái, mas El no les respondió. Los pulvericé como polvo a los vientos, cual lodo de las calles los arrojé. Libérame de la disputa de la nación. Ponme a la cabeza de los pueblos; una nación que no conocí me servirá. Apenas me oigan obedecerán, extranjeros me adularán. Extranjeros se desvanecerán, aterrados por sus encierros. ¡Vive Adonái! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Enaltecido sea el Dios de mi salvación! El Dios que me concede venganza y subyuga pueblos a mí. Líbrame de mis adversarios, elévame incluso por encima de mis oponentes; sálvame del hombre de violencia. Por lo tanto, Te agradeceré entre los pueblos, Adonái, y a Tu Nombre cantaré. El da gran salvación para Su rey, y hace benevolencia a Su ungido, a David y sus descendientes eternamente.
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