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Tehilim Diario

Capítulos 77-78

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Costumbre especial para el mes de Elul y las Altas Fiestas
El Baal Shem Tov instituyó la costumbre de recitar tres capítulos adicionales de Salmos cada día, desde el primero de Elul hasta Iom Kipur (en Iom Kipur se recitan los 36 capítulos restantes, completando así todo el libro de Salmos).
Vea a continuación los capítulos adicionales de hoy.
Capítulo 77

Para el Director del Coro, sobre el iedutún, por Asaf, un Salmo: [Alzo] mi voz a Dios y clamo; [alzo] mi voz a Dios y El me escuchará. En el día de mi angustia busqué a mi Señor. Mi herida supura de noche y no disminuye; mi alma se niega a ser consolada. Recuerdo a Dios y gimo; hablo, y mi espíritu se desvanece, sela. Tú sostuviste mis párpados; estoy quebrado, no puedo hablar. Pienso en días pasados, en años de antaño. Durante la noche evoco mi música, medito con mi corazón y mi espíritu busca: ¿Es para la eternidad que mi Señor [me] abandona, para jamás ser apaciguado? ¿Ha cesado Su bondad para siempre? ¿Ha sellado El el decreto para todas las generaciones? ¿Ha olvidado Dios la misericordia? ¿Ha retenido El, en Su furor, la compasión para siempre? Dije: "Es para aterrorizarme que la diestra del Altísimo cambia". Recuerdo los actos de Dios, cuando recuerdo Tus maravillas de hace muchos años. Medito sobre todas Tus obras, y hablo de Tus actos. Dios! Tu camino es en santidad; ¿qué deidad es tan grande como Dios? Tú eres el Dios que hace portentos; haces conocido Tu poderío entre las naciones. Redimiste a Tu pueblo con un brazo poderoso, los hijos de Iaacov y Iosef, sela. Las aguas Te vieron, Dios, las aguas Te vieron y temblaron; hasta las profundidades temblaron. Las nubes fluyeron agua, los cielos resonaron, incluso Tus flechas volaron. El sonido de Tu trueno estuvo en el viento arrollador; el relámpago iluminó el mundo; la tierra tembló y vibró. Tu camino estuvo por el mar, Tu senda por las aguas poderosas; y Tus pasos no fueron conocidos. Condujiste a Tu pueblo como un rebaño, a manos de Moshé y Aharón.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 78
Este Salmo enumera todos los milagros que Dios hizo para Israel, desde el Exodo de Egipto hasta que David se tornó rey de Israel.

Un Maskíl de Asaf: Escuche, pueblo mío, mi enseñanza; inclinen su oreja a las palabras de mi boca. Abriré mi boca con una parábola, pronunciaré enigmas de hace muchos años; aquello que hemos oído y sabido [como cierto], y aquello que nuestros padres nos han contado. No [lo] retendremos de sus hijos, contando a la generación final las alabanzas de Adonái, y Su poder, y las maravillas que ha hecho. El estableció un testimonio en Iaacov, y puso la Torá en Israel, que ordenó a nuestros padres dar a conocer a sus hijos, para que la última generación sepa; los niños aún por nacer se alzarán y contarán a sus hijos, y ellos depositarán su esperanza en Dios, y no olvidarán las obras del Omnipotente; y cuidarán Sus mandamientos. Ellos no serán como sus padres, una generación perturbadora y rebelde, una generación que no dispuso derecho su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios. Los hijos de Efráim, arqueros armados, retrocedieron en el día de batalla. No guardaron el pacto de Dios, y se rehusaron a marchar en Su Torá. Olvidaron Sus actos y Sus maravillas que El les había mostrado. El realizó maravillas ante sus padres, en la tierra de Egipto, en el campamento de Tzóan. El partió el mar y los hizo pasar; irguió las aguas como una pared. Los condujo con una nube de día, y durante toda la noche con la luz del fuego. Partió rocas en el desierto, y les dio de beber como desde las abundantes profundidades. Extrajo aguas corrientes de la roca, e hizo descender agua como ríos. Con todo, ellos continuaron pecando adicionalmente contra El, rebelándose contra el Altísimo en la tierra árida. Probaron a Dios en sus corazones, pidiendo alimento para su apetencia. Hablaron en contra de Dios; dijeron: ")Puede Dios tender una mesa en el desierto? Cierto, El golpeó la roca y las aguas fluyeron, brotaron arroyos; pero, )puede dar El también pan? ) Preparará carne para Su pueblo?" Por eso Adonái oyó y Se enfureció; un fuego se encendió contra Iaacov; ira, también, ardió contra Israel. Pues no creyeron en Dios ni confiaron en Su salvación, [aunque] El había ordenado los cielos arriba, y abrió las compuertas del cielo. Hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio grano del cielo. El hombre comió el pan de los ángeles; El les envió [suficientes] provisiones, hasta el hartazgo. Transportó el viento oeste por el cielo, y condujo al viento sur con Su poderío. Hizo llover carne sobre ellos como polvo, pájaros alados como arena de mares y los precipitó dentro Su campamento, alrededor de Sus moradas. Ellos comieron y se saciaron mucho, pues El les trajo su deseo. No se habían apartado aún de su antojo, su alimento estaba todavía en sus bocas, cuando la ira de Dios se alzó contra ellos y mató a sus poderosos, y menguó a los selectos de Israel. Pese a esto, pecaron de nuevo y no creyeron en Sus maravillas. De modo que El terminó sus días en futilidad, y sus años en miedo. Si El los mataba, ellos Lo buscaban, volvían y oraban a Dios. Recordaron que Dios es su roca, el Altísimo Dios su redentor. Pero Lo engañaron con su boca, Lo estafaron con su lengua. Su corazón no estaba con El; no eran fieles a Su pacto. Pero El, al ser misericordioso, perdona la iniquidad y no destruye; una y otra vez aparta Su enojo, y no despierta toda Su ira. Recordó que ellos no eran sino carne, un espíritu que parte y no regresa. (Cuán a menudo Lo provocaron en el desierto, y Lo entristecieron en tierra desolada! Una y otra vez probaron a Dios, y buscaron una señal del Santo de Israel. No recordaron Su mano, el día que El los redimió del opresor; que El colocó Sus señales en Egipto, y Sus maravillas en el campamento de Tzóan. Convirtió sus ríos en sangre, volviendo impotable sus aguas. Envió contra ellos una mezcla de bestias que los devoraron, y ranas que los destruyeron. Dio su producto al saltamontes, y su esfuerzo a la langosta. Mató sus viñas con el granizo, y sus sicamores con mordaz helada. Entregó a sus animales al granizo, y a su ganado a chispas de fuego. Envió contra ellos Su fiera ira, furor, indignación, angustia, una pandilla de emisarios de mal. El allanó un sendero para Su enfado, y no eximió su alma de la muerte; entregó sus animales a la pestilencia. Golpeó a cada primogénito en Egipto, la primera fruta de su fortaleza en las tiendas de Jam. Condujo a Su nación como ovejas, y los guió como un rebaño por el desierto. Los encaminó con seguridad y ellos no temieron, pues el mar cubrió a sus enemigos. Y El los llevó al sitio de Su santidad, esa montaña que Su diestra adquirió. Echó naciones ante ellos, y les asignó una heredad. Estableció a las Tribus de Israel en las tiendas de ellos. Con todo, ellos probaron y desafiaron a Dios, el Altísimo, y no cuidaron Sus testimonios. Retrocedieron y se rebelaron como sus padres; se volvieron como un arco engañoso. Lo enfadaron con sus altos altares, y Lo provocaron con sus ídolos. Dios oyó y Se enfureció, estaba totalmente asqueado con Israel. Entonces abandonó el Tabernáculo de Shiló, la Tienda donde El había morado entre hombres. Dio Su poderío en cautiverio, y Su gloria en mano del opresor. Entregó a Su nación a la espada, y estaba enfurecido con Su herencia. Fuego consumió a Sus jóvenes, y Sus doncellas no tuvieron canción de bodas. Sus sacerdotes cayeron por la espada, y sus viudas no lloraron. Y mi Señor despertó como quien estaba dormido, como un guerrero despabilándose del vino. Golpeó a sus opresores y los hizo retroceder, los puso por vergüenza eterna. Despreció la tienda de Iosef, y no escogió a la tribu de Efráim. Eligió a la tribu de Iehudá, el Monte Tzión que El ama. Construyó Su Santuario permanente como los cielos; como la tierra, lo estableció para siempre. Y eligió a David, Su sirviente, y lo tomó de los corrales de ovejas. De seguir a las ovejas que dan de mamar, lo trajo para pastorear Su nación Iaacov, Israel Su herencia. Y él los cuidó con la integridad de su corazón, y los condujo con la habilidad de sus manos.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Tres capítulos adicionales
El Baal Shem Tov instituyó la costumbre de recitar tres capítulos adicionales de Salmos cada día, desde el primero de Elul hasta Iom Kipur (en Iom Kipur se recitan los 36 capítulos restantes, completando así todo el libro de Salmos).
Los salmos de hoy son 43, 44 y 45.
Capítulo 43
Una plegaria acerca de la magnitud de las vicisitudes que hemos padecido a manos de naciones impías. Quiera Dios enviar al Mashíaj y al Profeta Elías, quienes nos conducirán al Templo para ofrendar como antaño.

Véngame, Dios, y patrocina mi causa contra un pueblo sin benevolencia. Ayúdame a escapar de un impostor y de la iniquidad. Pues Tú eres el Dios de mi poder, ¿por qué me abandonaste? ¿Por qué debo caminar en tristeza por causa de la opresión de mi adversario? Envía Tu luz y Tu verdad, ellas me guiarán. Ellas me traerán al monte de Tu Santuario y a Tus moradas. Para que yo pueda ir al altar de Dios, al Dios del placer de mi júbilo, para alabarte con arpa, Dios, mi Dios. ¿Por qué estás deprimida, alma mía, y por qué ansías de mí? ¡Espera a Dios! Pues aún Le agradeceré, mi salvación, la luz de mi semblante y mi Dios.

Capítulo 44
El salmista gime por el amargo exilio. Nosotros y la Torá somos humillados a diario: "Dios los cambió por otra nación". Fuimos cual ganado para matadero. Corresponde que Dios nos redima, por Su gran Nombre que nos acompaña en el exilio.

Para el Director del Coro, por los hijos de Kóraj, un Maskíl: Dios, con nuestros oídos hemos escuchado; nuestros padres nos contaron los actos que Tú realizaste en sus días, en los días de antaño. Tú, con Tu propia mano, expulsaste a los pueblos y los implantaste. Tú afligiste naciones y las echaste. Porque no por su espada ellos poseyeron la tierra, ni su propio brazo les ayudó, mas por Tu diestra, Tu brazo, y la luz de Tu semblante — porque Tú los favoreciste. ¡Sólo Tú eres mi Rey, Dios! ¡Ordena la salvación de Iaacov! Por Tu intermedio cornearemos a nuestros opresores; por Tu Nombre someteremos a nuestros oponentes. Pues no confío en mi arco, ni mi espada me salvará. Pues Tú nos salvaste de nuestros adversarios, y a quienes nos odian Tú avergonzaste. En Dios hemos glorificado todo el día, y Tu Nombre para siempre agradeceremos, sela. Incluso cuando nos abandonaste y humillaste, y no salías con nuestros ejércitos. Tú nos hiciste retroceder del adversario, y quienes nos odian pillaron para sí. Nos liberaste cual carnero para ser devorado, y entre las naciones nos esparciste. Vendiste a Tu nación por ninguna fortuna, y no aumentaste su precio. Nos pusiste como desgracia para nuestros vecinos, burla y escarnio para nuestro entorno. Nos pusiste como ejemplo vil entre los pueblos, una causa para que las naciones sacudieran sus cabezas. Todo el día mi humillación está delante de mí, y mi vergüenza me cubre, la voz del calumniador y blasfemo, delante del enemigo y vengador. Todo eso vino sobre nosotros, y, entretanto, no Te olvidamos ni falsificamos Tu pacto. Nuestro corazón no se retiró, ni nuestros pasos se desviaron de Tu camino. Incluso cuando Tú nos afligiste en el lugar de Taním y nos cubriste con la sombra de la muerte, ¿olvidamos el Nombre de nuestro Dios y extendimos nuestras manos a un dios extraño? ¿Acaso Dios no escudriña esto? El conoce los secretos del corazón. Pues por Tu causa somos martirizados todo el día, considerados ovejas para el matadero. ¡Despierta! ¿Por qué pareces dormir, mi Señor? ¡Recuerda! ¡No nos abandones por siempre! ¿Por qué ocultas Tu rostro, ignoras nuestra aflicción y opresión? Pues postrada al polvo está nuestra alma, pegado a la tierra nuestro estómago. ¡Levántate! ¡Sé nuestra ayuda, y redímenos en aras de Tu benevolencia!

Capítulo 45
El salmista lo compuso refiriéndose al Mashíaj. Narra su grandeza, atributos, gloria, riqueza y reino; y declara que Israel lo espera y dice, una generación tras otra: "¿Cuándo vendrá?"

Para el Director del Coro, sobre Shoshaním, por los hijos de Kóraj, un Maskíl, un canto de afecto: Mi corazón está agitado con un buen tema, Digo: "Mis trabajos son propios de un rey, mi lengua es la pluma de un hábil escriba". Tú eres bello, más que otros hombres, el encanto se derrama sobre tus labios; por lo tanto, Dios te bendecirá para la eternidad. Ciñe tu espada sobre tu muslo, poderoso, tu majestad y tu esplendor. Y ése es tu esplendor: ten éxito, cabalga en verdad y justa humanidad. Que esto te guíe a temibles acciones con tu diestra. Tus flechas son afiladas, naciones caen bajo ti, en el corazón de los adversarios del rey. Tu trono, juez, es por siempre jamás. El cetro de la equidad es el cetro de tu reino. Tú amas la integridad y odias la perversidad; por eso Dios, tu Dios, te ungió con aceite de alegría por encima de tus pares. Mirra, áloes y casia son todas tus vestimentas, más fino que palacios de marfil será el Mío que te agradará. Hijas del rey te visitan, erecta está la reina a tu derecha en joyas de oro de Ofir. Oye, doncella, mira e inclina tu oído, olvida a tu pueblo y a la casa de tu padre. Entonces el Rey deseará tu belleza, pues El es tu Señor. Prostérnate a El. Como para la hija de Tiro, con homenaje buscarán tu presencia los más ricos de la nación. Toda la gloria de la princesa está con ella interiormente, de engarces de oro es su atuendo. En prendas bordadas es llevada al rey. Las vírgenes en su cortejo son sus compañeras, son conducidas a ti. Ellas son llevadas con alegría y júbilo, entran al palacio del Rey. Sucediendo a tus padres, están tus hijos. Los nominarás como líderes por todo el país. Conmemoraré Tu Nombre por todas las generaciones. Por lo tanto, las naciones Te reconocerán por siempre jamás.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.
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