Un Salmo de Asaf: (Dios! Naciones han venido a Tu dominio, profanaron Tu santo Templo, pusieron en ruinas a Jerusalén. Entregaron los cadáveres de Tus sirvientes como alimento para los pájaros del cielo, la carne de Tus piadosos para las bestias de la tierra. Derramaron su sangre como agua alrededor de Jerusalén, y no hay quien [los] sepulte. Fuimos objeto de vergüenza para nuestros vecinos, ridículo y escarnio a quienes nos rodean. (Hasta cuando, Adonái! )Estarás enojado para siempre? )Tu celo arderá como fuego? Derrama Tu ira sobre las naciones que no Te reconocen, y sobre los reinos que no invocan Tu Nombre, pues devoraron a Iaacov y asolaron su morada. No recuerdes nuestros pecados anteriores; que Tus misericordias vengan rápidamente hacia nosotros, pues hemos caído muy bajo. Ayúdanos, Dios de nuestra salvación, en aras de la gloria de Tu Nombre; sálvanos y perdona nuestros pecados en aras de Tu Nombre. )Por qué han de decir las naciones: "dónde está su Dios"? Sea conocida entre las naciones, antes de nuestros ojos, la vindicación de la sangre derramada de Tus sirvientes. Que el clamor del cautivo llegue ante Ti; conforme a la grandeza de Tu fuerza, libera a los condenados a muerte. Retribuye a nuestros vecinos séptuplemente en su seno, por la injuria con que Te avergonzaron, mi Señor. Y nosotros, Tu pueblo, el rebaño de Tu pastura, Te agradeceremos para siempre; por todas las generaciones narraremos Tu alabanza.
Tehilim Diario
Capítulos 79-82
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Para el Director del Coro, sobre el shoshaním, un testimonio de Asaf, un Salmo: Oye, Pastor de Israel, quien conduce a Iosef como rebaño; Tú, que Te entronizas sobre los querubines, aparece. Despierta Tu poderío ante Efráim, Biniamín y Menashé, pues está en Ti salvarnos. Regrésanos, Dios; has resplandecer Tu semblante, para que seamos salvados. Adonái, Dios de las Huestes,) hasta cuándo [rechazarás] en furia la plegaria de Tu pueblo? Los alimentaste pan de lágrimas, y les diste lágrimas para beber en gran medida. Nos convertirse en objeto de riña para nuestros vecinos; nuestros enemigos se mofan para sí. Regrésanos, Dios de las Huestes; has resplandecer Tu semblante, para que seamos salvados. Tú sacaste una viña de Egipto; expulsaste naciones y la plantaste. Libraste espacio ante ella; echó raíces y llenó la tierra. Montañas se cubrieron por su sombra, y sus ramas se volvieron cedros vigorosos. Envió sus ramas hasta el mar, y sus tiernas raíces al río. ) Por qué quebraste sus cercas, de modo que cada transeúnte arranque su fruto? Los jabalíes del bosque la desolan, y los trepadores del campo se alimentan de ella. (Dios de las Huestes, por favor, regresa! Observa desde el cielo y mira, y ten en cuenta esta viña, y el fundamento que Tu diestra ha plantado, y al hijo que fortaleciste para Ti. Es incinerado por el fuego, podada; ellos perecen en la reprimenda de Tu Presencia. Esté Tu mano sobre el hombre de Tu diestra, sobre el hijo del hombre que fortaleciste para Ti. Entonces no nos retiraremos de Ti; revívenos, y proclamaremos Tu Nombre. Adonái, Dios de las Huestes, regrésanos; haz que Tu semblante resplandezca para que podamos ser salvados.
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Para el Director del Coro, sobre [el instrumento musical] guitít; por Asaf. Cantad jubilosamente a Dios nuestra fortaleza; sonad el shofar al Dios de Iaacov. Elevad vuestra voz en cántico, haced sonar el tambor, el arpa y el laúd. Tocad el shofar en el Novilunio, en el designado día de nuestra Festividad. Porque es un decreto para Israel, un [día de] juicio para el Dios de Iaacov. Lo instituyó como precepto para Iosef cuando salió sobre la tierra de Egipto; idioma que no conocía oí. Yo sustraje de su hombro la carga; sus manos fueron apartadas del caldero. En la angustia llamaste y Yo te liberé; [llamaste] secretamente y Yo te respondí con estruendosos prodigios; te probé junto a las aguas de Merivá. Sela. Oye, pueblo Mío, y te amonestaré; ¡Israel, si sólo Me oyeras! No has de tener un dios ajeno dentro de ti, ni has de prosternarte ante una deidad foránea. Yo soy Adonái tu Dios el que te hizo subir de la tierra de Egipto; abre con amplitud tu boca [indica todos tus deseos,] y los concederé. Pero Mi pueblo no oyó Mi voz; Israel no Me quiso [escuchar]. Así pues los eché a causa del capricho de su corazón, por seguir su [mal] consejo. Si Mi pueblo Me oyera, si Israel en Mis sendas caminara, entonces Yo subyugaría rápidamente a sus enemigos, y volvería Mi mano contra sus opresores; los que odian a Adonái se marchitarían ante El, y su momento [de retribución] será para siempre. Lo alimentaría [a Israel] con lo mejor del trigo, y con miel de la peña te saciaría.
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Un Salmo por Asaf. Dios se yergue en el concilio de jueces; entre los jueces imparte juicio: ¿Hasta cuándo juzgaréis perversamente, siempre mostrando parcialidad hacia los malvados? Haced justicia con el necesitado y el huérfano; tratad con rectitud al pobre y al desvalido. Rescatad al menesteroso y al pobre; salvadlos de la mano de los malvados. Mas ellos no saben, ni comprenden; andan en las tinieblas, [por ello] se sacuden todos los cimientos de la tierra. Yo dije: vosotros sois ángeles, seres supremos, todos vosotros. Pero pereceréis como mortales, caeréis como cualquier príncipe. Levántate, Dios, juzga la tierra, porque Tú posees todas las naciones.
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Para el Director del Coro, para los hijos de Kóraj, por Alamot, un cántico: Dios es para nosotros refugio y fuerza, una ayuda muy accesible en la aflicción. De modo que no debemos temer la transformación de la tierra, y el colapso de las montañas en el centro del mar. Sus aguas enfurecerán y estarán turbadas, montañas rugirán siempre en Su gloria. El río — sus corrientes alegrarán a la Ciudad de Dios, el santificado lugar de morada del Altísimo. Dios está dentro de ella; ella no se estremecerá; Dios ayudará al romper la aurora. Naciones rugen, reinos se derrumban. El alzó Su voz y la tierra se disolverá. Adonái de las huestes está con nosotros; nuestra fortaleza por siempre es el Dios de Iaacov, sela. Vayan y vean las obras del Señor, quien forjó devastación en la tierra. El hace el cese de las guerras hasta el final la tierra, el arco El quebrará, partirá la lanza, las carrozas consumirá en fuego. ¡Desistan! Sepan que Yo soy Dios, seré enaltecido entre las naciones, exaltado sobre la tierra. Adonái de las huestes está con nosotros; nuestra fortaleza por siempre es el Dios de Iaacov, sela.
Al Director del Coro; un Salmo por los hijos de Kóraj: Naciones todas, batid palmas; haced sonar [el shofar] para Dios con sonido de júbilo. Pues Adonái es supremo, reverencialmente temible, un gran Rey sobre toda la tierra. El somete a los pueblos debajo de nosotros; a las naciones debajo de nuestros pies. El elige nuestra herencia para nosotros, la gloria de Iaacov a quien El ama eternamente. Dios asciende por medio de la teruá, Adonái — por medio del sonido del shofar. Cantad, cantad a Dios; cantad, cantad a nuestro Rey. Pues Dios es Rey sobre toda la tierra; cantad, hombres de entendimiento. Dios reina sobre las naciones; Dios está sentado sobre Su santo trono. Los más nobles de las naciones están reunidos, la nación del Dios de Avraham; pues los protectores de la tierra pertenecen a Dios; El es ensalzado sobremanera.
Un Salmo por los hijos de Kóraj: Grande es Adonái y sumamente alabado en la ciudad de nuestro Dios, Su montaña santa. Hermoso en paisaje, el júbilo de toda la tierra es el Monte Tzión, en las laderas septentrionales, la ciudad del gran Rey. Dios Se dio a conocer en sus ciudadelas como una torre de fortaleza. Pues he aquí, los reyes se juntaron, y avanzaron de común acuerdo [para invadirla]. Vieron [las maravillas del Todopoderoso] y se asombraron; quedaron aterrados, huyeron precipitadamente. Fueron sobrecogidos por el temblor allí, por dolores como los de una parturienta; [fueron destruidos como] por un viento del este que quebranta las naves de Tarshísh. Como hemos oído, así hemos visto en la ciudad de Adonái de las huestes; en la ciudad de nuestro Dios; que Dios la afirme por toda la eternidad. Dios, hemos estado esperando [la revelación de] Tu bondad dentro de Tu Santuario. Así como Tu Nombre, Dios, [es grande,] así es Tu alabanza hasta los confines de la tierra; Tu diestra está llena de justicia. Alégrese el Monte Tzión, los pueblos de Iehudá regocíjense, a causa de Tus juicios. Rodead a Tzión, ceñidla, contad sus torres; considerad atentamente sus murallas, observad sus altas ciudadelas, para que lo podáis relatar a una generación posterior. Porque este Dios es nuestro Dios por siempre jamás; El nos conducirá eternamente.
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