En nuestra Parshá, la Torá relata que cuando todos vieron que Di-s acompaña a Abraham1 constantemente y le confiere éxito a todo lo que realiza, Avimelej el rey de los filisteos, selló con él un pacto. A continuación, nos cuenta en referencia a Abraham que: "y plantó un Eshel-tamarisco- en Beer Sheva y proclamó allí el nombre de Hashem, Di-s del mundo". De inmediato, sigue a ello el relato sobre la Akeidá, cuando Di-s prueba a Abraham, pidiéndole elevar en ofrenda a su hijo Itzjak.

Se entiende por qué la Torá relata la labor de Abraham para difundir la fe en el Creador ("y proclamó allí con el nombre de Hashem, Di-s del mundo"), ya que ese era el tema principal de Abraham- difundir la noción y la fe que "Di-s es uno"2. Pero ¿qué importancia tiene que plantó un eshel? ¿Acaso es eso lo que expresa la grandeza de Abraham? Además ¿qué relación existe entre el plantar un tamarisco con la Akeidá- una prueba de lo más dura?

Los Lujos son para los Semejantes

La traducción literal de un Eshel, es un gran árbol. Es decir, Abraham plantó un árbol en Beer Sheva. Sin embargo, el Talmud3 nos dice que Abraham plantó un huerto frutal en pleno desierto para que disfruten los viajeros. Hay otra explicación4 sobre Eshel, que se trata de una hostería que ofrecía a los forasteros comida, bebida y un lugar para pernoctar.

En muchas oportunidades se relata acerca de la hospitalidad de Abraham Avinu, que ofrecía a sus visitantes no sólo los requerimientos básicos indispensables, sino también exquisiteces adicionales. Hasta tal punto, que el Midrash5 cuenta que Abraham instaló allí un Sanhedrín- un juzgado- para dirimir dudas y pleitos entre los viajeros.

Una hospitalidad de esta magnitud no es sólo el fruto de la razón lógica. El sano juicio dicta que se hagan favores, que se haga caridad y que se dispense al forastero sus necesidades, y esto por conmiserarse con el necesitado. Pero no hay motivo para brindarle deleites y lujo. Esto lo reserva uno para sus hijos, pero no para gente ajena. Abraham Avinu nos enseña a comportarnos con los ajenos como actuamos con nuestros propios hijos.

Sin Preguntas

Este tipo de hospitalidad, propia de Abraham, refleja el estilo de su actitud general en el servicio a Di-s. Él no servía a Di-s tan sólo en la medida lógica, sino con una entrega total del ser, que supera a la razón. Y esto fue puesto a prueba, de manera fehaciente, con la Akeidá.

La fuerza de la prueba de la Akeidá radica en que superaba toda lógica y explicación. Itzjak nació fruto de la Promesa Divina, que eligió a Abraham6 pues "Itzjak será considerado tu simiente". A su vez, Itzjak era el único continuador del camino de Abraham. ¿Cuál era entonces la lógica del mandato de ofrendarlo como holocausto? A pesar de ello, Abraham e Itzjak fueron contentos a cumplir con la Voluntad Divina.

Educar para Entregarse Totalmente

Ahora entenderemos la relación y la secuencia del relato sobre plantar el Eshel y la prueba de la Akeidá. La entrega que supera la lógica por parte de Abraham en su hospitalidad es la que sentó en su hijo Itzjak la base para una conducta supra-racional, Por ello marchó con alegría a cumplir la orden supra- racional de Di-s en la prueba de la Akeidá.

De ahí extraemos la enseñanza para todo judío: Debe educarse a los niños a una benevolencia que supera la lógica. A dar al prójimo no sólo lo imprescindible -material y espiritualmente- sino también lujos y cosas para disfrutar, para que el semejante no esté falto de nada. De esta manera ha de crecer una generación de entrega total -mesirut nefesh- que pueda superar exitosamente todas las dificultades y desafíos del Galut, de la época diaspórica, y llegar exitosamente a la verdadera y completa redención a manos del Mashíaj.

(Likutei Sijot, Tomo 3, Pág. 769)