Queridos lectores

Como esta es una columna inaugural, la primera de muchas más, por favor perdonen unos pocos comentarios personales y discúlpenme si me tomo la libertad de presentarme, y presentar mis objetivos y expectativas. Mi esperanza es despertar algún interés y ustedes decidan hacer nuevamente clic en el ícono.

Dirijo la Oficina de Jinuj del Merkaz LeInianei Jinuj, el brazo educativo del Movimiento Jabad Lubavitch. Unos pocos datos básicos; nuestro directorio de 2005 enumera 128 jardines de infantes, 79 escuelas elementales, 48 secundarias, y 19 instituciones de altos estudios en el mundo angloparlante. Hay más de 20.000 estudiantes inscriptos en esas escuelas. Si el pasado reciente es una guía, el nuevo directorio que será publicado en diciembre, mostrará un significativo incremento; nuestras escuelas están creciendo a pasos agigantados.

Las estadísticas son significativas porque para muchos es tranquilizador saber que hay tantos educadores y padres que enfrentan similares desafíos y problemas. Todos aprendemos de experiencias compartidas, un hecho que me lleva a los objetivos esenciales mencionados al comienzo. Compartiremos información y perspectivas acerca del nuevo (y antiguo) pensamiento y programa educativo, discutiremos temas de padres judíos y resaltaremos algunos de los éxitos destacados de nuestras escuelas. Espero que encuentren los contenidos de esta columna interesantes y la visiten nuevamente.

Rol de los Padres al Recibir Nuevos Maestros

Uno de los problemas más alarmantes de la educación en general y la educación judía en particular es la escasez de buenos maestros. Otras profesiones son más atractivas; son mejor pagadas, sus profesionales son más respetados en la comunidad y no son propensos a la crítica pública, y aun la burla, por parte de aquellos a quienes sirven. Lo que es cierto en la sociedad toda, es relejado en la comunidad judía, aunque de alguna manera mitigado.

Rabí Dovid (no es su nombre real) durante su primera semana como Rabí en una importante escuela fue criticado por su plan de manejo de la clase, por dar muchas tareas para el hogar, por no dar suficientes tareas para el hogar, y por no sonreír lo suficiente. Fue lo suficientemente resistente para dejarlo pasar sin ningún daño real a su propia imagen. Una maestra jardinera recientemente recibida volvió a su casa llorando cuando todo el trabajo que hizo durante el verano para preparar su clase no recibió un solo comentario.

Lo que tienen en común esas historias es obvio.

El hecho es que los educadores judíos están mucho mejor hoy que aquellos de las generaciones previas. Un maestro de estudios judaicos puede vivir respetablemente. Y, mientras que los padres pueden no ser más complementarios que aquellos de ayer, tienen una mejor visión de las dificultades que enfrenta un maestro, el duro trabajo y el desinteresado esfuerzo necesario para tener éxito. También ellos, en su mayor parte, están mejor educados y tienen una comprensión mejor de las complicaciones inherentes al proceso educativo. Para los padres de hoy es quizás un error de omisión más que un error de comisión.

Cuan maravilloso sería si todo padre hiciera un esfuerzo especial para hacer un comentario alentador al maestro de sus hijos durante la primera semana de escuela. Cuánto más productivo sería si, como padres, fuéramos tan rápidos para complementar como lo somos a veces para criticar. Quizás sea muy atrevido para sugerir que lo mismo ocurre con la administración de la escuela; estar en la recepción final, pero lo más importante en la entrega final de sus maestros.