Como es sabido1 , los Patriarcas cumplieron con la totalidad de la Torá ya antes de que ella fuera entregada. El propio Iaakov incluso dio testimonio sobre sí2 de que: "con Laván viví y a las 613 Mitzvot observé" (como lo cita Rashi). Sin embargo, Iaakov se casó con dos hermanas, algo que implica una clara prohibición de la Torá3 : "a una mujer con su hermana no habrás de tomar"!

Esta pregunta es formulada por muchos comentaristas y se dieron sobre ellos diferentes respuestas, sin embargo, Rashi, que acostumbra a responder toda dificultad que se presenta en la interpretación literal del texto no hace mención absoluta de esta cuestión. Esto mismo indica que además de las respuestas de los comentaristas, debe haber una respuesta simple, que incluso un estudiante del texto de cinco años de edad (cuando ya se estudia la Escritura) la entiende por sí mismo, sin necesidad alguna de que Rashi lo aclare.

Lujo (en el Cumplimiento) Frente al Mandato

La explicación de esto es la siguiente:

La observancia de los preceptos de la Torá por parte de los Patriarcas era sólo un lujo adicional y una auto imposición, puesto que no habían sido ordenados a cumplirlos. Los preceptos que estaban realmente obligados a cumplir eran sólo Siete Preceptos de los Hijos de Noaj y las auto restricciones que las naciones asumieron cumplir. Por ende, si una mitzvá de la Torá (sobre la cual no habían sido ordenados aún) perturbaba al cumplimiento de uno de los Preceptos de los Hijos de Noaj, les estaba prohibido atentar contra un precepto ordenado sólo como consecuencia de su deseo de destacarse y cumplir con un precepto no legislado como obligatorio.

Una de las conductas que todos las naciones asumieron es la de ser cuidadoso de no engañar al prójimo. Este recibió la fuerza de un precepto de los Hijos de Noaj, al punto de que el causante de fraude era castigado por ello. Esto lo vemos con el propio Iaakov que se quejó contra Laván4 : "¡Por qué me engañaste!", y Laván el arameo (en hebreo: arami, las mismas letras de ramai –embustero) se vio forzado a justificarse.

Esta prohibición de engaño y fraude es lo que obligó a Iaakov a casarse con dos hermanas.

La Prohibición de Engañar

Iaakov le prometió a Rajel que la tomaría como esposa. Incluso le entregó señas especiales en relación a ello. De repente Iaakov tomó conciencia de que Laván lo engañó y le entregó a Lea en lugar de Rajel.

Esta situación colocó a Iaakov frente a un dilema moral: Si no hubiera cumplido con su promesa a Rajel y no se hubiera casado con ella después de haberse casado con Lea, hubiera transgredido la prohibición de engañar e incluso, causado un terrible sufrimiento (además de la duda que podría terminar en manos de Eisav).

Resulta entonces que por un lado tenía frente a sí una prohibición a la que estaba obligado (la prohibición de engaño), y por el otro el cumplimiento de un "lujo" de Mitzvá (la observancia de la prohibición de la Torá de no casarse con dos hermanas). Se entiende que un "lujo" en el cumplimiento no tiene la fuerza de desplazar una prohibición absoluta de engaño y por lo tanto, Iaakov estaba obligado a resignar el lujo en su cumplimiento y casarse con Rajel a pesar de que ya estaba casado con Lea. Esta explicación es tan sencilla, que Rashi da por sentado que "alguien de cinco años de edad que estudia la Escritura" la entiende por sí mismo, y por eso no vio necesidad de aclararlo en su comentario.

Resignar en Aras de la Bondad

Esta conducta de Iaakov brinda una enseñanza eterna para sus descendientes: está prohibido que el lujo en el cumplimiento propio de los preceptos sea a costa del prójimo. Destacarse y embellecerse al máximo en el cumplimiento de los preceptos de la Torá es algo muy importante, pero debe asegurarse de que esto ni implique un costo, es decir de afectar al semejante. A veces, es posible resignar la perfección personal, con tal de no generar sufrimiento a otro.

Cuando hay en el entorno un judío que no conoce los principios básicos del judaísmo, no hay derecho a plantear que uno esté dedicado a su auto perfección, a elevarse en Torá y en el servicio a Hashem. Debe preguntarse ¿con qué es él mejor que su semejante, que él se construye todos los "lujos" mientras que al prójimo le faltan cosas básicas de judaísmo. Vale la pena resignar la perfección personal en aras de la benevolencia y la caridad con el prójimo.

(Likutei Sijot tomo 5, Pág.141)