El tercer Libro de los Cinco Libros de Moisés, Vaikrá, se dedica fundamentalmente al servicio de los sacrificios, el cual constituía uno de los aspectos principales en el Mishkán y el Templo. En realidad, este servicio sigue vigente a lo largo del tiempo y tiene lugar en cada persona, puesto que si toda la Torá es eterna y por ello cada uno debe extraer de ella instrucciones prácticas para transitar en la vida, cuantas veces más es así con los temas vinculados al Mishkán y al Templo, sobre el cual está escrito claramente: "Y harán para Mí un Santuario y moraré en ellos"- "en el seno de cada uno y uno".

Con un Corazón Puro

La ofrenda diaria del Tamid era un sacrificio no costoso, en términos de valor económico. Estaba compuesto por una oveja y un poco de aceite, harina y sal. La obligación de ofrendarlo no era individual para cada judío, sino que cada uno aportaba una suma anual, prácticamente nula, y con el dinero recaudado se adquirían los animales a ser ofrendados para el Tamid de todo el año. Pero esta ofrenda traía la bendición de Di-s para un año bueno y exitoso para todo judío en todos sus temas.

La ofrenda del Tamid, palabra cuya traducción en hebreo significa "constante", expresa el esquema constante de la vida, y nos enseña que no se exige de la persona entregar todo lo suyo al Templo, sin dejar para sí nada. Pero sí se exige de él que lo que entrega- sea dado con todo el corazón y con alegría.

No es la cantidad el factor decisivo, sino la calidad- que sea dado con un corazón puro, contento y con inspiración interior.

El Efecto Perdura

Hay otro punto destacable que observamos en el sacrificio del Tamid: el mismo era ofrendado tan sólo dos veces al día, a la mañana temprano antes de todas las ofrendas, y al atardecer, después de todos los sacrificios. Sin embargo, era llamado Tamid, que como dijéramos arriba quiere decir constante', como que sería que fuera ofrendado durante todo el día. Esto se debe a que la influencia y el efecto de la ofrenda se sentían y era notoria en todos los servicios del día.

También nuestras vidas consisten de una combinación de diferentes ocupaciones y necesidades, y no siempre puede percibirse la santidad Divina en las actividades cotidianas. Más aún: la lógica humana puede, incluso, inmiscuirse en temas del espíritu, y desviar al hombre del camino correcto, hasta llegar a obrar de manera opuesta a la Voluntad de Di-s.

Entrega al Rey

Es por eso que, al iniciar cada día, antes de que el hombre comience a dedicarse a cualquier tema, se requiere de una "ofrenda del Tamid", es decir, que exprese su absoluta entrega al Altísimo, y esto ha de resguardarlo de desviarse del camino correcto durante toda la jornada. Ese es el espíritu de la declaración: "Modé aní..." "Agradezco yo frente a Ti, oh Rey", que se recita de inmediato cuando uno abre los ojos por las mañanas. Con esta proclama, reconocemos y agradecemos a Di-s que nos devolvió el alma, calificándolo al Creador como Rey'- siendo la entrega al Rey absoluta.

Esta entrega a Hashem al comenzar el día es nuestra "ofrenda del Tamid". Es una corta frase cuantitativamente hablando, pero que influye también sobre las horas más tardías, dedicadas a otras ocupaciones, para que en éstas tengamos esa sumisión y anulación al Rey. Cuando el judío comienza su día entregando todo su ser al Altísimo, tiene las fuerzas para permanecer apegado a Él también mientras está en otros temas, haciéndose acreedor así de la bendición Divina en todos sus quehaceres.

(Likutei Sijot, tomo 3, Pág. 939)