Cada día, comenzamos el rezo agradeciéndole a Di-os por satisfacer nuestras necesidades básicas como la posibilidad de ver, la capacidad de caminar, tener ropa, zapatos y todos los demás elementos esenciales. Sin embargo, hay una bendición que parece extraña, es aquella en la que damos las gracias a Di-os "por dar entendimiento al gallo para distinguir entre el día y noche".

Hay dos problemas con esta bendición. En primer lugar, en todas las demás bendiciones se le agradece a Di-os por proveer a nuestras necesidades básicas. Si bien es cierto que es un fenómeno sorprendente que los gallos canten al comienzo de cada día, no parece ser una necesidad básica.

En segundo lugar, distinguir la diferencia entre la luz y la oscuridad no es tan difícil. ¿Por qué se requiere de la comprensión especial para diferenciar entre el día y la noche?

Un amigo una vez compartió conmigo un gran pensamiento: a pesar de que el gallo canta al comienzo de cada día, lo hace un poquito antes de que llegue la luz. Cuando percibe que pronto llegará el amanecer y la luz está a punto de sustituir la oscuridad, emite su cacareo, el más antiguo de los relojes de alarma.

En cada día hay períodos de luz, - claridad, bendición, tranquilidad y prosperidad. Pero también a veces hay parches de oscuridad - retos, confusión y dificultad. Hay que tener una fuerza especial para no ser atrapado en los momentos de desafío. Se requiere madurez para mirar más allá de la oscuridad y ver la luz que nos espera.

Una persona sabia aprende del gallo. Sabe que la oscuridad es sólo temporal y que la luz está en camino. El gallo es el símbolo de una actitud llena de optimismo, esperanza y fe, nos enseña a visualizar y celebrar la bendición, incluso antes de que ésta se haga realidad.

Cada día damos las gracias a Di-os por la sabiduría del gallo. Es esta lección la que nos ayudará a transitar por las distintas vivencias del día.