¿Qué debe hacerse en caso que se desconozca qué Parshá debe leerse en ese Shabat? De acuerdo a la opinión de Rabí Saadia HaGaón, en esa situación debe leerse la "Parshá del man", parshat Behaalotjá, que relata el milagro de la caída del man -el pan del cielo con el que Di-s alimentó a los judíos durante su travesía por el desierto.
Esto se debe a que la Parshá del man fue dicha en Shabat. Pero entonces se despierta el interrogante: Existen otros párrafos bíblicos que fueron dichos en Shabat, y entre ellos se encuentran los "Diez Mandamientos" (ya que la entrega de la Torá tuvo lugar en Shabat). Debemos decir entonces que existe una relación mucho más profunda - no sólo de coincidencia en el tiempo - y de contenido entre el man y el Shabat.
Provocaba una Refinación
El man es llamado en la Torá "pan del cielo" e inclusive según algunas opiniones, la bendición que se decía antes de comerlo era "Bendito... Quien extrae pan del cielo".
Su cualidad distintiva era que no requería esfuerzo para producirlo como el pan de la tierra que hay que arar, sembrar, moler, etc y además era asimilado totalmente por el cuerpo, y no tenía desperdicio.
Estas ventajas prácticas manifestaban sus cualidades espirituales. El man poseía características que generaban una refinación especial en quienes lo consumían.
Esta influencia especial alcanzaba a todos los integrantes del pueblo, incluso a los malvados. La diferencia entre ellos y los Tzadikim (justos) residía en la medida de refinamiento que producía en la persona, pero no en el man en sí. En el Talmud se explica que: "para los Tzadikim - el man descendía en las puertas de su carpa; los intermedios - debían salir y recolectarlo; los malvados - debían ir fuera del campamento para conseguirlo". Incluso los malvados se alimentaban del man y se nutrían de sus preciados influjos, (aunque no siempre lograba influir en ellos para que transformen su conducta).
El Man y el Shabat
Esto significa que las virtudes del man como "pan del cielo" no se deterioraban siquiera cuando era consumido por los malvados, y al ser digerido y se convertía en parte de la propia sangre y carne siguiendo él mismo intacto con sus cualidades especiales intactas.
Aquí aparece la similitud entre el man y el Shabat. Tampoco el Shabat pierde su nivel de elevación espiritual al estar en el mundo terrenal. La santidad del Shabat permanece íntegra e intacta, cualquiera sea la circunstancia.
Preserva sus Virtudes
El Talmud expresa que incluso un ignorante pecador no miente en Shabat. Esto no significa que ese día deja de ser un trasgresor. Permanece en su propio nivel, sólo que la luz del Shabat que brilla con "el sello del Altísimo - "Verdad"- consigue que no mienta.
De la misma forma con respecto a la comida y la bebida: durante los días de semana el judío debe comer lo necesario para preservar la salud de su cuerpo, sin permitirse la indulgencia en el placer terrenal. Pero en Shabat es una Mitzvá gozar de la comida y bebida, y el mismo placer se santifica y se convierte en Mitzvá. El Shabat penetra y eleva los elementos más terrenales. De ahí la importancia extraordinaria de cuidar la santidad del Shabat, absteniéndose de trabajos prohibidos, ya que la luz del Shabat llega a todo judío sin excepción.
Por eso se lee la Parshá del man cuando se desconoce cuál es la sección semanal correspondiente. Esta lectura hace descender al mundo la misma luz que la del Shabat, que llega a lo más bajo, preservando sus virtudes.
(Likutei Sijot tomo 4, pag. 1035)
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