En esta Parshá Moshé describe delante de la generación que está pronta a entrar a la Tierra de Israel, la entrega de la Torá en el Monte Sinaí. Les cuenta sobre la voz de Di-s diciendo: "una voz grande que no se interrumpía". Una de las explicaciones dice que esto se refiere a que no tenía eco.
Además de aclarar el tema en sí mismo, debemos entender para qué debía Di-s hacer este milagro, sabiendo la regla que dice que "Di-s no hace milagros sin necesidad", ¿para qué entonces cambió las leyes de la naturaleza causando la falta de eco?
La Voz se Absorbe
El eco es la voz que rebota en los diferentes elementos. Cuando choca con una pared, montaña o algo parecido retorna. La condición es que el elemento sea duro y tenga la potencia de devolver, ya que si se trata de algo blando absorberá la voz y no se creará el eco.
Esto explica por qué no tuvo eco la voz de Hashem. Cuando Di-s dijo: "Yo soy Di-s, tu Di-s" lo hizo con una voz tan potente que nada podía hacerle frente, penetrando en toda la existencia. Toda la Creación, incluidos los elementos inertes absorbieron la Voz Divina y Su influencia. Se dio el mismo fenómeno que veremos cuando venga el Mashíaj, es decir que con nuestros ojos apreciaremos la revelación de Di-s, así como sucedió en el momento de la entrega de la Torá, en que todos se empaparon de ella.
Las Paredes Atestiguarán
Entendemos entonces, que no hubo un cambio, sino que así es la naturaleza del mundo, cuando la voz penetra en el objeto no produce eco. En realidad este fenómeno no fue único. Cada vez que un judío estudia Torá, su voz penetra en los objetos que lo rodean.
Nuestros Sabios nos explican que cuando venga el Mashíaj "las paredes de las casas de los hombres atestiguarán", ya que ellas absorben las palabras de Torá que allí se estudian. De acuerdo a esto entendemos la razón de por qué grandes tzadikim ordenaron que sus ataúdes fueran confeccionados con la madera de la mesa sobre la cual estudiaban Torá, o repartían tzedaká, ya que las palabras de Torá y las buenas acciones son absorbidas por la madera.
Nada la Detiene
Ésta es la fuerza de la Torá. Nada puede enfrentarse a ella.
Ciertamente el mundo fue creado de manera que lo material se une a lo físico y lo espiritual se capta a través de elementos espirituales.
Sin embargo este tipo de limitación no abarca a la Torá. Ella tiene la fuerza de penetrar en la existencia física como continuación y con la vitalidad de la gran voz que se escuchó frente al Monte Sinaí.
(Likutei Sijot, tomo 4, pag 1092)
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