Durante una cálida noche de verano, hace aproximadamente veinte años, mi amigo y mentor, el Guarda-vida Thomas Zahn, me llamó para sugerirme que demos un paseo por el agua para rehuir al calor. A las 4:30 de la mañana el agua en el muelle de Santa Mónica chispeaba bajo el brillo de una deslumbrante luna de verano. Recuerdo el momento antes del amanecer, oliendo en la brisa el aroma del eucalipto que crece en la orilla del Cañón de Santa Mónica, observando cómo Tom ajustaba su mentón a la tabla.

Me miró de reojo y susurrando me dijo: "Es como la fuerza de la vida ¿verdad?" Años después, después de mucha investigación, pude encontrar la razón de por qué Tom percibió esa vitalidad y por qué el "surfista" "siente" distinto a los demás. Encontré algunas respuestas en el sagrado Zohar- el trabajo esotérico del gran místico Rabi Shimón Bar Iojai Z"L. El océano, de acuerdo a la Cábala, deriva de la más elevada fuente y representa la unidad absoluta con lo Divino. Aquellos individuos que tienen el mérito de alcanzar la espiritualidad suprema son llamados "peces del mar". ¿Por qué? Pues ellos pueden percibir, al igual que las criaturas que residen en el océano, la penetrante y poderosa cualidad que posee el agua, de envolver a cada "criatura" dentro de sí. Los "peces" conocen, debido a ello, los secretos del universo, y saben que moran en un "mundo de unidad" en oposición a las criaturas de la superficie, que moran en un "mundo de separación".

¿Acaso esto suena familiar? Ese mundo de la separación, que ha sido aislado de la fuerza de la vida simbolizada por el océano, parece fastidiar a muchos de aquellos individuos "sin salida al mar", aunque parezcan ajenos a este mundo místico reconocido por el "surfista".

¿Cuál es la conclusión? Cuando sales sobre tu tabla, sientes que tu mundo cambia en el instante en que tu pie deja tierra firme. Esta transformación tiene lugar para muchos de nosotros en un nivel subliminal al menos. Pues aún sin tener en cuenta nuestro entorno o creencias personales, todos compartimos esa fuerza Divina.