La partida de Jacob de la casa de sus padres en Israel y su viaje a Jarán es una metáfora de la dolorosa excursión experimentada por toda alma judía. En Jarán Jacob trabajó para su tío Labán, quien lo maltrató terriblemente. Sin embargo, tuvo éxito en amasar una gran riqueza y, lo más importante, desposó a las hijas de Labán y crió y educó una familia judía justa en medio de un mar de corrupción. El alma también abandona el seno de su Padre y desciende a un mundo hostil. Ella también, tiene la habilidad de prosperar en su nuevo entorno —para amasar una gran riqueza espiritual y establecer un hogar judío ¡que enorgullece a su Padre!
Antes de que Jacob viaje a Jarán, hace una importante parada técnica en el Monte del Templo. En este lugar más santo, ofrece plegarias a Di-s, rogándole la fuerza y fortaleza para tener éxito en la difícil misión que tiene por delante. En efecto, de acuerdo a las palabras de nuestros sabios, la escalera que le fuera mostrada a Jacob esa noche en su sueño profético, la escalera que estaba "ubicada en la tierra y su extremo llegaba al cielo" es una alusión alegórica a la plegaria. La persona que ora apropiadamente asciende una escalera espiritual, peldaño tras peldaño, hasta que llega a la cima —"su extremo llegaba al cielo" —durante la plegaria de Amidá.
Tomando el ejemplo de Jacob, antes de confrontar el "hostil" entorno laboral, el alma se refugia en el santo ambiente de la sinagoga, cuando ora por el éxito en la misión del día.
El rey David escribió: "Una plegaria del pobre cuando se abre y vuelca sus palabras ante el Señor". El santo Baal Shem Tov interpreta este versículo al estilo jasídico, agregando una maravillosa nueva profundidad al ya profundo mundo de la plegaria
Las diferentes personas enfocan la plegaria con diferentes actitudes. Todos tenemos tantas necesidades y deseos que nos presionan que nos acercamos a Di-s con un largo listado de pedidos. Sin embargo, el pobre —la persona verdaderamente humilde que siente que no tiene nada —sólo tiene un pedido: Su plegaria es que tenga el honor y el placer de "volcar sus palabras ante su Hacedor". Se da cuenta que no hay privilegio más grande que la oportunidad de desahogarse tres veces al día ante el Rey de reyes. Di-s es nuestro padre y nosotros somos Sus hijos amados. ¡Cuan afortunados somos que nuestro Padre Celestial tiene una política de puertas abiertas para Sus hijos!
Muy a menudo nuestras plegarias son egoístas. Mientras que el enumerar nuestras necesidades es una parte vital y fundamental de la plegaria, nunca debemos perder de vista el aspecto más destacado de la plegaria —es un momento de trascendencia; un momento en el que tenemos toda la atención del Amo de3l Universo. ¡Qué privilegio!
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