La guerra estalló en Rusia, los alemanes avanzaban, y los rusos luchaban por prepararse para el combate y muchas bajas.

Basia Gurewicz hizo lo suyo para asegurar el bienestar de su familia durante la guerra. Inmediatamente fue al almacén y compró varias hogazas de pan viejo. Tostó las hogazas, volviéndolas crocantes y dándoles una mayor duración, de forma de tener pan cuando la comida comenzara a escasear durante lo que se esperaba que fuera una guerra prolongada.

A medida que la guerra continuó, los rusos evacuaron a las mujeres y los niños, incluyendo a los Gurewicz, de Moscú al área montañosa de Ivanovka, en Rusia.

Los suministros en los almacenes lentamente disminuyeron, pero la familia Gurewicz tenía su reserva de pan para aliviar en algo su hambre.

Cuando comenzó la guerra, el patriarca de la familia, Najum, fue alistado en el ejército Ruso. Estuvo estacionado un tiempo en la entrada de Moscú, una ciudad que los alemanes bombardearon durante 18 meses seguidos. Más tarde obtuvo trabajo como oficial de suministros trabajando para uno de los oficiales de alto rango.

El estar apostado cerca de una gran ciudad le dio la oportunidad de continuar su dieta kasher y cuidar el Shabat y las festividades judías. Para Najum, estar en Moscú también era una oportunidad para ayudar a otros judíos con necesidades urgentes.

Mulik Gurevich
Mulik Gurevich
En un determinado momento, Najum padeció de úlcera y fue llevado a un hospital militar. La familia consideraba esa una buena época, porque al menos sabían dónde estaba su padre. Najum compartía el cuarto del hospital con otro soldado judío.

A pesar de que Basia estaba ocupada con el sustento de su familia, tres veces por semana ella hacía el largo viaje para visitar a su esposo. En el ejército él había podido arreglárselas sólo con respecto a encontrar y preparar comida kasher, pero no iba a ser capaz de hacerlo estando dolorido en la cama de un hospital, por lo que ella le llevaba comida kasher.

Tiempo después, su hijo Múlik recordaría aquella vez en que su madre lo llevó a visitar a su padre durante esas pocas semanas en las que estuvo en el hospital.

Luego de la guerra, la familia Gurewicz escapó de la Unión Soviética utilizando pasaportes polacos falsos. La familia permaneció en Europa por un tiempo, pero más tarde se mudaron a Australia, donde fueron uno de los fundadores de la comunidad de Jabad Lubavitch.

Múlik se casó con Java, y en 1964, se mudaron con sus dos hijos a Israel.

La espera por el funcionario

Batia Gurevich
Batia Gurevich
Al principio vivían en la casa de un pariente en Jerusalén, donde Múlik encontró un trabajo que les dio estabilidad financiera. Poco tiempo después, encontraron un apartamento que querían comprar. Sin embargo, para poder comprarlo, necesitaban una garantía de préstamo de la Agencia Judía.

Múlik hizo muchas veces el viaje a la oficina de la Agencia Judía. Cada uno de los viajes de Múlik resultaba ser inútil. Tenía que esperar varias horas para llegar a un funcionario, quien le diría que las personas que él necesitaba ver no estaban allí.

Múlik conoció la burocracia israelí de la manera más difícil. No era que podía tomarse cualquier día libre para ir a la agencia y esperar en la fila. Pero aprendió que muchos tenían que hacer eso durante meses y meses, hasta que finalmente recibían su papel firmado con la garantía para un préstamo. Los largos y calurosos días y la dificultad para viajar de su casa en Jerusalem a Tel Aviv no aliviaban su frustración.

Una mañana, después de ir todos los días durante dos semanas, Múlik esperaba las mismas palabras del funcionario. Esta vez, sin embargo, había un nuevo empleado, así que la excusa por lo menos vendría de una voz distinta...

Mientras esperaba su turno, notó que esta nueva persona parecía un poco más agradable, pero ¿quién sabe si eso iba a hacer alguna diferencia?

En menos de media hora estaba sentado frente al funcionario. Múlik le extendió su pasaporte australiano.

"¿Donde nació?" preguntó el funcionario.

"En Rusia".

"En su pasaporte dice Polonia", le dijo el funcionario.

De forma que Múlik le explicó la historia del escape de su familia de Rusia en 1946.

"¿Así que el pasaporte está falsificado?"

Java y Mulik Gurevich
Java y Mulik Gurevich
Múlik le explicó que la información en el pasaporte era verdadera, solo la nacionalidad no era la correcta.

Pareció que el empleado entendió la situación, y comenzó a examinar otros detalles del pasaporte.

"Yo también estuve en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial", el funcionario le comenzó a contar. "Era soldado en las fuerzas soviéticas, y estuve en el hospital al lado de un hombre que tenía el mismo apellido que usted. Su esposa le traía comida cada varios días, porque él se regía por las leyes dietéticas Kasher"

Un escalofrío corrió por la espalda de Múlik al recordar el día cuando fue a visitar a su padre en el hospital. A medida que el funcionario continuaba describiendo su estadía en el hospital, no pudo contenerse más.

"Ese hombre era mi padre, y esa era mi madre llevándole comida", dijo Múlik. Múlik le contó que, de hecho, él mismo fue una vez con su madre al hospital.

El funcionario miró a Múlik en silencio, impactado por la Providencia Divina involucrada en ese encuentro. Aturdido, le preguntó sobre la familia de su compañero de cuarto, y Múlik respondió sus preguntas.

El funcionario, contemplando todo lo que había pasado, le dijo a Múlik: "¿Sabes lo que hacía tu padre con la comida cuando se iba tu madre?"

Najum Gurevich
Najum Gurevich
Mulik pensó para si "esto es simple, mi padre probablemente comía su ración, y probablemente con avidez. Ya que el no comía otro tipo de alimentos, y se encontraba muy hambriento"

"El compartía su porción conmigo" le dijo el funcionario, respondiendo su propia pregunta "para permitirme comer comida Kosher a mi también"

El funcionario le pregunto a Mulik que era lo que precisaba exactamente. Mulik le explico que necesitaba 5 firmas para garantizar su préstamo. El funcionario le pidió que espere en la oficina mientras iba a otra habitación.

Diez minutos después volvió con todas las firmas necesaria para aprobar el préstamo.

Ese día salio con el papel de la hipoteca... y con una gran lección de amor al prójimo.