Ya había pasado casi un año desde que el Sargento Dvir Emanuelof se convirtió en la primera víctima de la Operación Plomo Fundido, perdiendo su vida por el fuego mortal que Hamas disparó en Gaza a principios de la ofensiva. Pero al estar con su madre, Dalia, la semana pasada, sentados en su sala de estar, no me sentí afectado por la pérdida, sino por la vida. Y no por el dolor, sino por la ferviente fe. Y por una historia reciente sobre Dvir que necesita ser contada.

El verano pasado, Dalia y algunos amigos habían planeado ir a Jutzot HaIotzer, una colonia de artistas construida cada verano fuera de los muros de la Ciudad Vieja de Jerusalém. Pero su hija Dalia se opuso, ella quería ir una semana más tarde, para poder escuchar el concierto de Meir Banai.

Dalia la consintió. Y así, una semana más tarde, se encontraba en las gradas, esperando con su hija a que comenzara. De repente, Dalia sintió que alguien tocaba su hombro. Cuando se dio la vuelta, vio a un niño pequeño, guapo, de pelo rubio y ojos azules. Maestra jardinera de profesión, Dalia se sintió inmediatamente atraída por el niñito, y cuando empezaron a hablar, ella le preguntó si le gustaría sentarse a su lado. A todo esto, sin embargo, el padre del niño había observado lo que se estaba desarrollando, y lo llamó: "Eshel, ¿por qué no regresas y te sientas a mi lado y de Dvir?"

Aturdida, Dalia se dio vuelta y vio al padre con su bebé.

"¿Cómo dijo que se llama el bebé?" - preguntó al padre.

"Dvir", respondió Benny.

"¿Qué edad tiene?" Dalia le preguntó.

"Seis meses", fue la respuesta.

"Perdona que te lo pregunte," continuó, "¿Ha nacido después de "Plomo fundido", o antes?"

"Después".

Dalia siguió: "Perdone mi insistencia, pero ¿puedo preguntarle por qué lo llamaron Dvir?"

"Porque", Benny le explicó, "el primer soldado fallecido en Plomo Fundido se llamaba Dvir. Su historia nos tocó, y decidimos poner su nombre a nuestro hijo en honor a él."

Casi no podía hablar. Dalia se detuvo y dijo: "Yo soy la madre de Dvir"

Shiri, la mamá del bebé, había escuchado la conversación, y no podía creer lo que sus oídos escuchaban.

"¡No puede ser!"

"Es cierto"

"¿Cuál es su apellido?"

"Emanuelof".

"¿Dónde vives?"

"Givat Ze'ev".

"¡Eres tú!" dijo Shiri. "Tuvimos la intención de invitarte al brit milá- circuncisión- pero no pudimos".

"No importa", Dalia le aseguró, "Ya ves, he venido de todos modos"

Y entonces-me dijo Dalia- Shiri me dijo algo que nunca voy a olvidar - "Dvir le envía un abrazo, a través de nosotros"

En ese momento de nuestra conversación, Shiri me contó su historia.

Estaba embarazada, dijo, de 33 o 34 semanas, y durante una prueba de ultrasonido, fue descubierto un problema potencialmente grave en el bebé. Después de consultas con médicos expertos, se le dijo que no había nada que hacer. El bebé nacería, y luego los médicos decidirían los procedimientos.

Uno o dos días más tarde, estaba en casa, ansiosa y preocupada. Encendieron las velas de Janucá, y ella revisó las noticias en Internet. El informe hablaba de Dvir Emanuelof, el primer soldado muerto en la operación Plomo Fundido. Ella vio, dijo, a un joven apuesto con carácter extraordinario, con su hermosa sonrisa, y sintió como si estuviera mirando a un ángel.

Un poco más tarde, Benny regresó a casa, y Shiri le dijo: "Ven y siéntate a mi lado. Shiri dijo a Benny, "Un soldado murió hoy."

"He oído" dijo él.

"¿Qué te parece si colocamos su nombre a nuestro bebé en honor a él?" Shiri preguntó.

-Está bien- fue la respuesta de Benny. No contaron a nadie sobre el nombre, y tenían previsto llamar a Dalia, una vez que naciera el bebé, e invitarla al brit milá. Pero cuando nació Dvir, Shiri y Benny estaban ocupados con sus citas médicas, y ni siquiera estaba claro si serían capaces de hacer el brit.

En el momento en que el médico les dio el visto bueno para hacerlo, no era posible invitar a Dalia con tan poca antelación, Shiri me dijo. Así que no la llamaron. Ni entonces, y ni el día después. La vida siguió su curso y no le dijeron a nadie sobre el origen del nombre de Dvir, porque no habían solicitado todavía el permiso de Dalia. Así que nadie sabía, hasta ese momento, en que un pequeño de cabello rubio y ojos azules – a quien Dalia ahora llama "el mensajero"- decidió tocar a Dalia en el hombro. "Alguien está mirando desde Arriba sobre nosotros", dijo Shiri en voz baja, secándose una lágrima", y esto sin duda Le da alegría."

Ahora todo estaba tranquilo en el living de Dalia, los tres pensábamos en esta secuencia de acontecimientos extraordinarios, sin saber qué hacer con ellos. Me llamó la atención el vínculo entre estas dos extraordinarias mujeres, una observante, y la otra tradicionalista, pero no religiosa en el sentido clásico, una que ahora había perdido un marido y un hijo y una ocupada criando a dos hijos.

Desconectadas hace apenas un año, sus vidas están misteriosamente entrelazadas. Y les dije a los dos, casi en un susurro: "Esta es la historia Israelí, por excelencia" Como si hubieran ensayado la respuesta, respondieron al unísono virtual: "No, es la historia judía"

Tienen razón, por supuesto. Es la historia judía por excelencia. Es la historia de la inexplicable unión sin palabras. Es una historia de destinos compartidos. Estos no son tiempos fáciles. Estos son días en que vendría bien un milagro o dos. Así que tal vez, lo que realmente no es una casualidad que ahora, cuando más lo necesitamos, Dvir nos envía a todos un abrazo desde el cielo.