Una señora de un muy buen nivel profesional y cultural vino a mi oficina para solicitarme un consejo. Su conflicto era relativo al matrimonio, su familia y sus responsabilidades. Me comentó sobre su imposibilidad para estabilizar su vida...

Sospeché que había algo más allí. Le pregunté si había pedido ayuda a un terapeuta o psiquiatra. Me contestó afirmativamente. Ella visitaba a un psiquiatra todas las semanas durante los últimos dos años. Ahora su vida necesitaba un cambio rotundo, y como último recurso acudía a la religión.

Le formulé las tres preguntas que habitualmente hago a quienes están bajo tratamiento psiquiátrico u otra terapia relacionada con la salud mental.

1)¿ Su terapeuta es casado o separado?
2) ¿Él cree en Di-s y profesa una religión organizada?
3) ¿Su terapeuta ama a los chicos?

Después de pensar por unos instantes, me dijo lentamente que la respuesta era un NO en los tres casos. Su psiquiatra se había casado ya dos veces y ahora estaba divorciándose de la tercera mujer. No profesaba ninguna religión aludiendo que es represiva y provoca culpabilidad. Por último me explicó que no tenía especial aprecio por los niños porque "ellos necesitan especial atención no tiene suficiente paciencia como para estar atrás de ellos todo el tiempo".

A continuación le pregunté si deseaba seguir casada, a lo que me respondió: "Si, y además amo a mis hijos con toda mi alma".
Entonces le expliqué que quizás había elegido el tratamiento opuesto a su necesidad.

Me vinieron a la mente los Diez Mandamientos. En ellos Di-s nos enseña conceptos muy simples pero muy importantes. Ellos nos enseñan a no codiciar, pero sí a amar, compartir, respetar y honrar.

Estos ingredientes nos ayudan a querer a nuestros hijos, preocuparnos por nuestro cónyuge y tener confianza e intimidad en nuestra pareja. Esto es todo por lo que nosotros luchamos.

Los Diez Mandamientos son la mejor terapia para alcanzar nuestro objetivo.

Aunque los Diez Mandamientos son conocidos por haber sido entregados por Di-s al Pueblo Judío en el Monte Sinaí -en la Festividad de Shavuot que se aproxima- no existe monopolio alguno con respecto a las buenas acciones. El mundo tiene la libertad de tomar prestado y obedecer estos mandamientos.

Terapeutas, científicos, doctores, trabajadores sociales e incluso líderes espirituales son quienes ayudan a los necesitados, mas ellos cargan con la responsabilidad de cumplir los mandamientos y marcar las normas.

Debemos ser concientes de que la sociedad aprende y recibe inspiración, tomando ejemplos prácticos de sus líderes.