(Las primeras nueve Plagas pueden ser divididas en grupos de tres. Las primeras dos Plagas de cada grupo fueron precedidas por una advertencia mientras que la última llegó sin anuncio. La cuarta Plaga fue por consiguiente precedida por una advertencia).
Hashem ordenó a Moshé levantarse temprano a la mañana, encontrar al Faraón junto al Nilo, y advertirle dejar partir a los Benei Israel.
“Díle,” Hashem dio instrucciones a Moshé, “‘Si tú no dejas ir a Mi pueblo, Yo enviaré una mezcla de bestias salvajes, serpientes, y escorpiones sobre tu tierra. Ellos llenarán las casas de Egipto y también la tierra. Yo distinguiré la tierra de Goshen donde Mí pueblo mora no permitiendo a las bestias entrar a ella. Tú comprenderás entonces claramente que a pesar de que Mi shejiná (divinidad) reside en el Cielo, ¡YO SOY HASHEM QUIEN EJERCE SU PROVIDENCIA EN MEDIO DE LA TIERRA! “‘
Hashem instruyó a Moshé encontrar al Faraón más temprano que lo usual en la mañana porque El estaba enterado de las intenciones del Faraón. Los pensamientos secretos del Faraón eran:
Este Ben Amram viene a encontrarme todas las mañanas. Hoy yo me daré prisa y partiré antes de que él arribe. Hashem por consiguiente ordenó a Moshé encontrar al Faraón más temprano de lo usual.
El Faraón no prestó atención a la advertencia de Moshé la cual él transmitió repetidamente por tres semanas. Las Bestias Salvajes por lo tanto afluyeron al interior de Egipto. Consistían de leones, osos, culebras, escorpiones, ratones, comadrejas, aves de rapiña, e insectos. Las bestias rugieron y atropellaron sobre todo y mordieron personas; las moscas y mosquitos pulularon dentro de sus ojos y oídos. Las bestias primero invadieron el palacio del Faraón y sólo luego todas las otras casas Egipcias.
Los Egipcios se encerraron a sí mismos con llave en sus casas, asegurando las puertas con todas las cerraduras y cerrojos que poseían. Luego tremendos monstruos marinos con brazos de diez amot (aprox. m.) de largo emergieron del océano. Subieron a la parte superior de los tejados, extendieron sus largos brazos, atacaron tenazmente todas las cerraduras, y abrieron puertas y ventanas. Las bestias salvajes en seguida entraron a todo cuarto de las casas Egipcias y se prepararon para pasar allí la noche. ¡Y terror sobre terror! Los animales domésticos de repente ya no fueron mansos. Los bueyes y burros rebuznaron salvajemente, descubriendo sus dientes y mordiendo a los Egipcios hasta la muerte.
¿Por qué Hashem infestó a Egipto con Bestias Salvajes?
Después de la Plaga de los Piojos, cuando los Egipcios se dieron cuenta de que los Benei Israel ya no construirían ciudades para ellos, idearon una nueva forma de barbaridad para atormentarlos. Ordenaron a los Judíos atrapar bestias salvajes para ellos en la esperanza de que fueran muertos en el proceso.
Moshé clamó a Hashem. “¿Cómo pueden atrapar leones sin ser devorados por ellos?”
Hashem lo tranquilizó. “¡No temas! Sal a los campos, vuélvete a las bestias, y exclama, ‘Así dice Hashem: Mañana vosotros os juntaréis, invadiréis Egipto y lo destruiréis.¡Esta tarea había sido destinada para vosotros desde que fuisteis creados! “‘
Otra razón por la cual los egipcios fueron afligidos con la Plaga de las Bestias Salvajes fue que afligieron a losBenei Israel ordenándoles vigilar sus hijos. Ellos solían obligar a un judío a cargar cuatro niños Egipcios al mismo tiempo, dos sobre sus hombros y dos en sus brazos.
Cuando la Plaga de las Bestias Salvajes comenzó y un Judío caminaba hacia el mercado, respirando con dificultad y gimiendo bajo el peso de los niños Egipcios, un león llegó y arrebató uno, un oso cargó a otro sobre sus hombros, el lobo se llevó un tercero, y la pantera arrebató un cuarto. El Egipcio más tarde preguntaba al Judío, “¿Dónde están mis hijos?”
“No sé,” el judío respondía. “Cuando yo fui de compras, llevando cuatro niños, un oso llegó y tomó uno sobre sus hombros, un león asió uno, un lobo arrebató uno y una pantera a otro. Yo no los he visto a ellos desde entonces.”
Hashem, sin embargo, no permitió a las bestias invadir la tierra de Goshen donde los Benei Israel vivían.
El Faraón convocó a Moshé y Aharón. “Vosotros podéis sacrificar para vuestro Di-s en esta tierra, pero yo no puedo dejaros ir al interior del desierto,” les dijo a ellos.
Nosotros no podemos hacer eso,” Moshé replicó. “Nuestros sacrificios son las ovejas que los Egipcios adoran. Ellos ciertamente no nos permitirán a nosotros sacrificar sus dioses delante de sus mismos ojos sin lapidarnos. Déjanos viajar un recorrido de tres días al interior del desierto y sacrificar a Hashem nuestro Di-s como El nos comande a nosotros.”
El Faraón replicó, “¡Id y sacrificad para vuestro Di-s, pero no os vayáis muy lejos!¡ Implorad a Hashem tenerme misericordia y quitar las Bestias Salvajes!”
Moshé dijo, “¡Yo imploraré para Hashem en vuestro favor, mas no nos engañéis a nosotros respecto del cumplimiento de vuestra promesa!”
Moshé abandonó al Faraón y rezó a Hashem traer fin a la Plaga. La tefilá de Moshé fue aceptada por Hashem, y las Bestias Salvajes fueron removidas. Ellas no perecieron como las ranas lo habían hecho para que los Egipcios no derivaran beneficio usando sus pieles para cuero o su carne para alimento. En vez de ello, desaparecieron sin dejar rastro.
Mas el Earaón nuevamente endureció su corazón y no permitió partir a los Benei Israel.
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