A todos no gustaría tener más tiempo. Cuántos proyectos nos gustaría comenzar, cuántos lugares ver y cuántas cosas hacer, pero tan poco tiempo disponible. Por supuesto que nos encantaría estudiar Torá, pasar tiempo con nuestros seres queridos, y dedicarnos a hobbys y sueños que siempre hemos pospuesto, pero entre las obligaciones del trabajo y las tareas de la casa, no parece haber ni un momento extra para dedicarle a esas cosas importantes.

La Mitzvá que predomina en las siete semanas de la Cuenta del Omer gira en torno al contar el tiempo; o en otras palabras, hacer que el tiempo cuente. Hablemos aquí de la falta de tiempo crónica que parece ser la suerte de muchos de nosotros.

Quizás un vistazo a la historia del tiempo libre nos dé alguna perspectiva muy necesaria en el área de la administración del tiempo. Consideremos qué tipo de tareas ocupaban el tiempo “libre” de la persona promedio que vivía en el siglo XIX:

Preparar comidas era una aventura de todos los días. Si la comida tenía que ser horneada, se tenía que cortar leña. Si la comida se tenía que hervir, se necesitaba también traer agua del pozo del pueblo. El pollo comprado en el mercado tenía que ser desplumado y destripado. Cuando se terminaba de comer, había que lavar la vajilla, y el agua caliente necesaria para esto requería más leña y más agua... Y luego la casa tenía que ser calefaccionada para la noche... había que limpiar y alimentar al caballo...

Adquirir y mantener un vestuario a la moda sigue siendo una tarea que consume tiempo hasta hoy en día, pero en esta área no nos podemos comparar con nuestros ancestros. En tiempos pasados, la moda comenzaba en casa, donde la ropa de la familia era tejida y cosida. Puedo asumir que el blanco no era el color preferido por el ama de casa promedio, considerando el esfuerzo y tiempo que requería lavar las prendas sucias. Se tenía que hervir un calderón de agua, lo cual implicaba más leña que cortar y más agua que traer, se hervía la ropa, se fregaba con barra de jabón, se escurría y se colgaba para secarla.

Piense en todo esto la próxima vez que cargue su lavarropa después de comer una comida kosher pronta calentada en el microondas.

¿Mencioné que las horas de trabajo diarias se han reducido, los días de trabajo en la semana se han acortado a cinco días, y a la persona promedio se le dan 18 días de vacaciones?

Así que ¿qué estamos haciendo con todo ese tiempo extra que nos da la tecnología moderna? Para responder a esta pregunta, muchos de nosotros tan solo necesitamos dirigir nuestras vistas a las otras “conveniencias” y distracciones provistas por estas mismas ciencias.

Una de las principales características de la Era Mesiánica es la promesa de tiempo abundante. Maimónides escribe (Leyes de Reyes, 12:4): “Los sabios y profetas anhelaron la Era Mesiánica... sólo para poder estar libres para estudiar Torá y su sabiduría; sin opresores ni disuasiones.”

A medida que la cita con nuestra redención se acerca cada vez más, estamos experimentando el gusto de esta tremenda posibilidad. A medida que hay más tiempo disponible, el conocimiento también se ha vuelto más accesible a grandes saltos. En tiempos pasados la persona promedio debía caminar a una biblioteca o sinagoga para estudiar textos; ahora está al alcance del consumidor promedio tener una modesta biblioteca personal; y para todos, Internet ofrece muchas oportunidades para ampliar los horizontes, con cientos de miles de páginas de conocimiento de Torá y muchas clases en audio por si fuera poco.

A medida que contemos el tiempo en el período del Omer, resolvamos hacer más con nuestro tiempo. El tiempo está allí, la única pregunta es cómo decidiremos usarlo.