“Yo creo que los niños son nuestro futuro”.
“Enséñales bien y que ellos vayan adelante”.
“Dales una sensación de orgullo”
“Para hacerlo fácil…”.
Una vez leí una noticia acerca de un semi-remolque que quedó atascado en un viaducto de bajo riesgo. Operadores de emergencias fueron llamados para solucionar el problema. Algunos sugirieron desmantelar el remolque del camión, otros, utilizar una grúa con un gancho especial para elevar el viaducto, o tallar surcos en el pavimento debajo de las ruedas del camión.
Nadie prestó mucha atención a un ansioso jovencito que tenía una sugerencia diferente. Después de todo, era un trabajo de hombres, un trabajo para expertos. Pero el niño insistió, y lo que sugirió tenía tanto sentido que aun los expertos tuvieron que darse cuenta.
Él dijo a los hombres que simplemente sacaran el aire de las llantas del camión.
Sin duda, la mayoría, sino todos, los planes presentados esa tarde habrían eventualmente sacado al camión del problema. Pero a diferencia de los adultos, quienes fueron entrenados, y por lo tanto, limitados por el razonamiento convencional, el niño podía pensar originalmente y resolver el problema con la verdad más útil para esa situación particular.
Los expertos no se deben haber reído por fracasar en ver lo que el niño vio. Se debe elogiarlos por reconocer finalmente la utilidad de esa verdad, aun a pesar que la fuente no era ni un experto, ni, lo que es más, completamente crecida.
Un gran cabalista expresó su deseo de poder “orar como un niño”. Un niño se conecta directamente con la esencia de Di-s. Su conexión con Di-s es verdadera y pura, intrínseca e innata. Su vínculo esencial con Di-s trasciende los niveles del conocimiento conciente y él se identifica con la esencia Divina de su ser. El vínculo elevadamente intelectual de un sabio de la Torá con Di-s está forjada a través de su comprensión intelectual de las manifestaciones y atributos de Di-s. Debe luchar para relacionarse con la clave de todo —la esencia de Di-s. Por lo tanto, un niño posee cierta ventaja en su relación con Di-s.
Recientemente, mi prima risueñamente relató el sentido de alegría de sus hijos, su temor y excitación en su preocupación con el Mashíaj durante su viaje a Israel para Pesaj. Sonriendo ella dijo que se ocupaban del Mashíaj en cada conversación. Libres de la mentalidad de Galut (exilio) que esclaviza y restringe a los adultos, para ellos Mashíaj no era una esperanza o un deseo, sino un hecho. Su creencia y conexión con Di-s, simple y prístina. En el Kotel exclamaron excitados “Si Mashíaj viene en este mismo momento, estaremos justo adelante listos para recibirlo”. Cuando pasamos por el Monte de los Olivos, ellos comentaron acerca de la buena fortuna de la gente que estaba sepultada ahí, puesto “que ellos serán los primeros en ver el Santo Templo ni bien el Mashíaj llegue aquí”.
Ellos no sólo vivían con la certeza del Mashíaj durante las horas en que estaban despiertos, sino que su realidad del Mashíaj penetraba aun durante su sueño. Sus vívidos sueños acerca del Mashíaj, incluyen imágenes en las cuales se veían a si mismos envueltos en suaves y algodonosas nubes, arribando a un portón que cierra una alta montaña de barro, entonces arribaba el Mashíaj y el barrial se transformaba en un paraíso. Aun cuando ya se habían ubicado en el avión previendo su largo viaje a casa, discutieron animadamente como “el avión tendrá que girar en medio del vuelo y retornar a Jerusalén” si el Mashíaj arribara mientras ellos viajan
Una relación infantil pura e in adulterada con Di-s puede ser compartida por todo judío, pues la esencia Divina de su ser es el derecho de nacimiento fundamental inherente de cada uno de nosotros. Todo lo que se necesita es seguir el ejemplo de los niños e ir más allá del “Yo” que se yergue en el camino del reconocimiento de Di-s, e identificarnos con nuestra verdadera realidad Divina. En las palabras del Santo Baal Shem Tov: “La saludable simplicidad de un simple judío, toca la profundamente simple esencia de Di-s”
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