En los tiempos de Herodes, la preparación del incienso estaba en manos de la familia de Abitnas, quienes poseían un método único para su preparación. Se les adjudicaba el poder de lograr que el incienso tuviera un humo con forma de palmera.

Cuando el humo llegaba al techo se expandía y luego descendía cubriendo todo el espacio. El humo del incienso preparado por otros boticarios se expandía en forma irregular. Esta familia no estaba dispuesta a divulgar el secreto de su arte, y consecuentemente fueron expulsados del trabajo. Se buscaron expertos que pudieran lograr un efecto similar pero sin éxito. Por lo que volvieran a llamar a los Abitnas, que demandaron cobrar el doble (Talmud Babli Ioma 38b; Yer. Ioma iii. 9). La razón que daban para su negativa de divulgar el secreto era que preveían la destrucción del templo y temían que su secreto fuese usado para idolatría (Yer. Shek. v. 1). Los sabios no obstante los criticaron por su egoismo. La mishna recuerda su nombre como infame (Yoma) R. Johanan b. Nari cuenta que se encontró con unn anciano de la familia de Abitnas cargando un pergamino con los ingredientes usados en la composición del incienso, el anciano le entrego el pergamino a Rabi Iojanan alegando que “ Los Abitnas ya no eran más confiables” . Cuando Rabi Akiva oyó esto rompió en llanto y dijo: “ de ahora en mas no podemos culpar más a la familia” (Yer. Shek. v. 1).

En Ezrat HaKohaním (el área restringida del templo exclusiva para sacerdotes) había una pequeña cámara llamada Lishkat Beit Avtinas, donde se preparaba el incienso.