Saludo y Bendición:

Un tema básico de Rosh Hashaná es que efectúa la coronación de D-os como rey de Israel y rey del universo, como se expresa en nuestra sincera plegaria y pedido: “Reina sobre todo el mundo”.1

Dicho pedido implica la disposición de ponerse a uno mismo en total conformidad con la soberanía divina; que uno está preparado para someterse completamente al rey divino, hasta el punto que todo su ser, y todo lo que uno tiene, es sólo del rey. Este es el significado de kabalat ol, “la aceptación del yugo” de la soberanía divina, que encuentra expresión en todas las áreas de la vida diaria.

En realidad, cada día debe traer la aceptación del yugo divino, particularmente cuando uno recita el Shemá. 2Pero existe una diferencia sumamente básica: en el nivel diario, kabalat ol, aunque sea acción inaugural y fundamental del día, es solamente la base sobre la que se predica el comportamiento de uno durante el día. Rosh Hashaná, sin embargo, es un tiempo en que la sumisión a la soberanía divina es también la cualidad y contenido del día, permeando a toda la persona y manifestándose en todo lo que el hace.

Todo período y todo lugar tienen cualidades especiales y dificultades especiales.

En nuestro tiempo, hay una tendencia prevalente en varios círculos hacia un incremento en la autosuficiencia e independencia, no sólo con respecto a cuestiones materiales, sino también en cuestiones ideológicas; una mayor falta de disposición a someterse al orden establecido, a aceptar las cosas antes que sean completamente entendidas por la propia mente, y así sucesivamente. Esto, parecería, representa un desafío para el concepto de kabalat ol.

Este es el caso particularmente en países que son (relativamente) jóvenes y que fueron establecidos sobre una fundación de “autoiniciativa” y energía joven, y donde este espíritu caracteriza toda la estructura de la vida personal y comunitaria, todo lo que hace más difícil atenerse al criterio de kabalat ol.

A pesar de lo anterior, tenemos el axioma de que D-os no exige de una persona algo que está más allá de su capacidad.3 Dado que la sumisión a la soberanía de D-os es la esencia de Rosh Hashaná (y la fundación de todos nuestros actos durante el año), esto es obviamente aplicable a todos los tiempos y lugares. Ciertamente, es posible e incumbe a nosotros alcanzar una aceptación completa del reinado divino también en nuestra época y en las circunstancias arriba mencionadas.

Efectivamente, hay una cualidad especial en nuestro kabalat ol particularmente en nuestros tiempos y en esta parte del mundo. Una persona que no está condicionada a la autosuficiencia completa sino que está acostumbrada a la independencia en ciertas áreas pero no en otras, cuando dicha persona acepta algo incondicionalmente, no constituye una aceptación cabal e inequívoca. Dado que dicha persona está acostumbrada a que le digan lo que hacer, frecuentemente está obligada a doblegar su voluntad y modificar sus opiniones. Por otro lado, cuando una persona que, como regla, no resigna su independencia y sus convicciones, es convencida de que debe reconocer y someterse a una autoridad superior, hace esta decisión en un nivel mucho más profundo y fundamental y está respaldada por un compromiso total e inmutable.

Con Bendición,

M. Schneerson