Pregunta:

Siempre tuve la impresión que el judaísmo no cree en los intermediaros entre Di-s y el hombre, y rezarle a los fallecidos es blasfemo y prohibido por la Tora. ¿Por qué entonces se permite rezar en el Ohel del Rebe para que interceda a nuestro favor?

Respuesta.

Si, el judaísmo a veces abarca este tipo de contradicciones. Por un lado tenemos una conexión directa con Di-s que no da lugar a ningún tipo de intermediarios y al mismo tiempo, desde poscomienzos de nuestra nación persiste la costumbre de pedir a hombres y mujeres justos para que intercedan en nuestro beneficio.

El pueblo judío en muchas ocasiones recurrió a Moshe para que interceda frente a Di-s en y Moshe acepto este pedido. El hecho que estamos acá es la prueba que Di-s avaló este sistema. El Talmud (Baba Batra 116ª) nos dice que “Si hay alguien enfermo en tu hogar, ve al sabio de tu ciudad y pide que rece por el. Sin duda que cada uno debe rezar por si mismo y por su familia, y cuando uno se entera que hay alguien enfermo debe pedir y rezar por su curación. Pero también debemos recurrir al sabio.

Lo mismo ocurre con visitar tumbas: Por un lado la Tora nos ordena no “Rogar a los muertos”. Esto esta enumerado entre las “abominaciones” que eran comunes a los antiguos habitantes de Canaan antes que nosotros la habitemos. Y al mismo tiempo hay una antigua y popular costumbre de visitar las tumbas de los justos y orar en ellas.

¿Cuan antigua es esta costumbre? La Torá nos cuenta que Caleb, uno de los 12 espías que Moshe envió a la Tierra de Canaan, hizo un desvío ha la ciudad de Hebron. ¿Qué tenia que hacer en la ciudad de Hebron? El Talmud nos cuenta (Sota 43b) que el quería rezar en las tumbas de nuestros patriarcas Abraham, Sara, Isaac, Rivka, Iaakov y Leah que están allí enterrados. El pidió misericordia por su alma y ser salvado de las decisiones negativas de los demás espías.

El Talmud nos dice que en los días de ayuno es propicio visitar el cementerio(Taanit 16a).. ¿Por qué? Como todas las enseñanzas del Talmud (todas las enseñanzas judías en realidad), hay dos opiniones para ello: Una, simplemente para recordarnos nuestra propia mortalidad, la visión de una tumba nos hace reflexionar sobre nuestra limitada existencia y sirve para despertar a quien esta satisfecho y demasiado seguro de si mismo.

La segunda razón es para pedir a las almas de los justos enterrados en ese lugar para que intercedan por nosotros. Incluso el Zohar dice, “si no fuera por la influencia de las almas que residen en el mas allá, nuestro mundo no duraría ni un momento”.

¿Por qué entonces esto no es considerado “rogar a los muertos”? ¿Y por que pedir a un Tzadik , vivo o muerto, que interceda en nuestro favor no es considerado tener intermediarios entre Di-s y nosotros?

Esta misma pregunta fue formulada por la máxima autoridad halajica del siglo diecinueve, Rabi Moshe Shik (más conocido como el “Maharam Shik”) alumno del Jatam Sofer.

El explica lo siguiente:

Un judío no puede tener un intermediario, no puede haber nada entre el judío y Di-s.

De todas formas, como explicamos previamente, esta permitido que un judío le pida a otro judío que actúe como intermediario entre el y Di-s.

El Rab Shik explica esta aparente anomalía en nombre de su maestro el Jatam Sofer:

Cuando un judío se acerca a su prójimo para contarle el dolor por el que está sufriendo, el otro siente el dolor como propio. Ahora los dos deben rezar. El judío no siente que esta rezando en merced de “otro”, esta rezando por si mismo.

En otras palabras, los judíos somos considerados un solo cuerpo. Si el dedo pequeño del pie duele, necesitamos la cabeza y el corazón para que lo ayude. Del miso modo si yo estoy pasando una necesidad, tengo el derecho a recurrir a todo judío – especialmente aquellos que son considerados cabeza y corazón de nuestro pueblo- para que recen por mi. Porque si a un judío le duele algo, a todos nos duele.

El Rab Shik extiende este concepto a los difuntos también. Según el Talmud y el Zohar, las almas de los justos, que expiraron de este mundo siguen en contacto con sus alumnos y familiares y se preocupan por su bienestar. Nuestro pedido para que intercedan en nuestro beneficio es incluso a veces más efectivo que nuestras propias plegarias, ya que a veces nosotros mismos no somos concientes de la seriedad y magnitud de nuestros problemas debido a la limitada perspectiva que tenemos en este mundo, ellos que gozan de una visión más elevada pueden percibir la realidad de las cosas.

Rezar en una tumba no implica “rogar” a nadie. No le estamos pidiendo al difunto que se levante de su descanso y aparezca frente a nosotros. Ni estamos, Di-s no permita, rezándole a los difuntos. Eso sin duda esta prohibido. Pero si podemos conectarnos con ellos ya que en esencia cuando hablamos del alma, somos todos uno.

Simplemente estamos expresando nuestra convicción que los justos en realidad nunca desaparecen, nunca nos desconectamos de ellos y ni siquiera la tumba puede evitar que nos conectemos con nuestro gran maestro y con esta alma justo. Del mismo modo que este tzadik se preocupó y ocupó de otros durante toda su vida – no como “otros” sino como se ocupó de su propia alma – ahora también, nada a cambiado el sigue sintiendo tu dolor y reza por ti.

El Zohar declara lo siguiente, el tzadik esta con nosotros todavía más que antes. Durante su vida el justo estaba confinado a los límites del cuerpo físico. Ahora trasciende todo este tipo de limitaciones. Pero nunca abandona su preocupación por la situación de otra alma, no importa donde se encuentre ese alma. Del mismo modo que durante su vida no reconocía las limitaciones de “Tu y yo” (somos todos uno) ahora también puede ignorar las limitaciones de vida y más allá.

Esta es la principal razón por la cual visitamos las tumbas de los justos para pedirles que intercedan en nuestro favor. Y en la práctica es una costumbre muy común de todas las comunidades judías alrededor del mundo.