La Parashá se inicia con la orden de que Aarón encienda la Menorá en el Mishkán. La Menorá tenía siete ramas que estaban hechas a partir de un único pedazo de oro sólido, según la imagen que Di-s le había mostrado a Moisés.

A continuación, observamos a Moisés instruyendo a los levitas para que lleven a cabo su servicio en el Mishkán. Cada hombre de la tribu de Levi cuya edad oscilaba entre los 20 y los 50 años oficiaba en el Mishkán ayudando a los Kohanim (sacerdotes) a realizar su servicio.

Unos cuantos antecedentes para el episodio que sigue: lo que se nos cuenta aquí es el primer año que los judíos pasaron en el desierto después de que salieron de Egipto.

Mientras se aproximaban a cumplir el primer año, tenían que prepararse para la primera celebración de Pesaj. La parte más importante de la celebración de Pesaj era llevar la ofrenda al Mishkán, el sacrificio de Pesaj (llamado Korbán Pesaj). Por eso, en esta Parashá, Di-s les ordena a los judíos que preparen el sacrificio y que lo ofrenden. Pero algunos de ellos están impuros (tamé) debido a que entraron en contacto con un cadáver y, por lo tanto, no pueden ofrendar el sacrificio.

Sucedió que, en vez de pensar simplemente “Uy… qué lástima, ahora vamos a tener que esperar hasta el año que viene…”, esta gente sintió un gran disgusto y, por eso, fue hasta Moisés y le dijo: “¿Por qué tenemos que perdernos la mitzvá? ¡Nosotros también queremos ofrendar el sacrificio de Pesaj!”. Entonces, Moisés le transmite esta inquietud a Di-s y le pregunta qué es lo que deben hacer estas personas. Y he aquí que Di-s le dice que se les va a conceder una segunda oportunidad. Exactamente un mes después de Pesaj, vendrá Pesaj Shení, el segundo Pesaj, oportunidad en la que todos los que no pudieron traer el sacrificio de Pesaj en el momento indicado tendrán otra oportunidad para ofrecerlo. Este es un relato muy importante, porque nos enseña que nunca es demasiado tarde para hacer una buena acción y que siempre se nos ofrece una segunda oportunidad.

Ahora, leemos algo sobre la forma en que los judíos descansaban y acampaban en el desierto. Había una “Nube de Gloria” encima del Mishkán, que representaba la presencia de Di-s. Cada vez que la nube se encontraba encima del Mishkán, los judíos acampaban en ese lugar. Cuando la nube se elevaba, ellos emprendían el viaje hasta que la nube nuevamente se posaba sobre el Mishkán y, entonces, hacían un alto.

Di-s también le dijo a Moisés que hicieran dos trompetas de plata. En cada ocasión, se debían tocar sonidos diferentes: cuando Moisés quería hablarles a los líderes de la tribu, cuando llegaba el momento de emprender viaje, cuando Moisés quería reunir a toda la nación, cuando los judíos iban a la guerra y cuando se ofrendaban sacrificios en fiestas especiales.

Todas las noches caía el maná en el campamento, y todas las mañanas la gente lo recolectaba y lo comía. Pero un año después, la gente comenzó a quejarse, ya estaba harta de comer el maná y ahora quería comer carne. Di-s les promete que les enviará carne, y al día siguiente, enormes enjambres de codornices cubren el campamento. Es así como los judíos tienen carne más que suficiente para comer.

Di-s le dice a Moisés que designe a setenta personas para que lo ayudan en su tarea; así lo hace y estos setenta hombres reciben un poco del espíritu de Moisés.

Miriam dice algo malo acerca de Moisés y se enferma de tzaraat (¿se acuerdan de que estudiamos esto en la Parashat Tazría?). Entonces, ella tiene que quedarse fuera del campamento durante siete días, y los judíos no viajan durante esos siete días, aguardando a que ella se cure.