En 1923, el Rebe se encontró con el Rebe anterior, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, quien en ese momento era el actual Rebe (maestro y líder) de todo el movimiento de Jabad Lubavitch.

Seis años antes, el Partido Comunista había logrado el control del Imperio ruso, y la sección judía del partido, la Ievesektzia, se había embarcado en una guerra contra el judaísmo. Escuelas, sinagogas e instituciones religiosas fueron cerradas. Los líderes religiosos fueron encarcelados y muchos fueron ejecutados sumariamente en los sótanos de la policía secreta.

Rabi Iosef Itzjak lideró la lucha para mantener vigente el judaísmo en la Unión Soviética enviando emisarios a lo largo y ancho del país, estableciendo escuelas y mikves, y proveyendo líneas de ayuda social y comida kosher. El Rebe se unió a este secreto y peligroso trabajo. En 1926, se comprometió con la segunda hija de Rabi Iosef Itzjak, Jaia Mushka.

En el verano de 1927, los agentes de la Ievesektzia visitaron a medianoche el departamento de Rabi Iosef Itzjak en Leningrado para arrestarlo. La rebetzn Jaia Mushka le avisó al Rebe por señas desde una ventana para que él pudiera destruir la "evidencia", advertir a todos los involucrados y poner en movimiento los esfuerzos internacionales para evitar la pena de muerte dictada a Rabi Iosef Itzjak y así obtener su liberación.

El Rebe fue uno de miembros del selecto grupo de miembros familiares autorizados a salir del país con Rabi Iosef Itzjak, en 1927. La red de maestros y activistas permanecieron en su lugar, y Rabi Iosef Itzjak continuó dirigiendo sus actividades desde el otro lado de la Cortina de Hierro hasta su fallecimiento en 1950, cuando el Rebe, cuya propia participación nunca disminuyó, asumió el liderazgo de Jabad.

En los años más oscuros de la lucha contra la persecución religiosa, el Rebe se mantuvo en contacto con los judíos de la Unión Soviética a través de muchos canales secretos, incluso, enviando emisarios con apariencia de turistas y viajeros de negocios. Con el colapso del comunismo, a principio de los noventa, la red del Rebe, simplemente, salió a la luz y siguió prestando ayuda material y espiritual a los judíos de Rusia, libremente.

Hoy en día, hay emisarios de Jabad-Lubavich en la antigua Unión Soviética trabajando en más de 84 ciudades, ayudando a los judíos de Rusia a recuperar su patrimonio ancestral.

Cada vez que hablaba sobre el sufrimiento de los judíos soviéticos y los tremendos sacrificios que debían hacer para aferrarse a la fe, el Rebe se veía superado por la emoción. Hagamos lo que hagamos por ellos –decía a menudo– no es sino una parte infinitesimal de lo que ellos hacen por nosotros para mantener vivo nuestro destino compartido