Pregunta:

Estoy formulando esta pregunta con absoluta seriedad, porque me molesta no saber cuál es la opinión judía con respecto al uso de la marihuana. Hace un tiempo tuve muchos problemas con drogas fuertes y estaba yéndome cuesta abajo muy rápidamente tanto académica como socialmente. A partir de ese momento sufrí una serie de altibajos, pero hoy en día tengo un buen trabajo y en términos generales vivo contento. Ahora bien: ¿cuál es mi dilema? Sigo fumando marihuana en forma ocasional y no siento que esté teniendo un efecto negativo en mi vida. Me alejé por completo de las drogas duras que tomaba antes, y siento que la marihuana es una forma segura de darme un gusto de vez en cuando. Yo soy música, artista y pensador y espero no sonar como un cliché de la década del sesenta si digo que cuando hago esto, logro una experiencia mucho más profunda, surrealista y apasionante.

Supongo que mi pregunta es esta: ¿cuál es el punto de vista del judaísmo respecto a este tema?

Respuesta:

No creo que podamos decir algo así como que existe un “punto de vista” judío sobre el tema de la marihuana. En realidad se trata de un tema mucho más social que cualquier otra cosa. Y eso es porque el tema en cuestión no es la droga propiamente dicha sino la forma en que se la usa y la forma en que se la usa depende más que nada de cuestiones sociales

Por ejemplo, y como seguramente sabrás, el alcohol es una droga muchísimo más poderosa que la marihuana. Sin embargo, los judíos crearon para el alcohol un ambiente social que limita en gran medida los peligros que él implica. Si hubieras vivido en Bagdad hace un siglo, es posible que haya ocurrido algo similar con el uso del hachís.

Hoy en día, la marihuana lleva consigo una gran carga social. Es posible que hoy por hoy eso no te afecte en nada, pero ¿qué va a pasar cuando quieras casarte y fundar una familia? Vas a tener que comprar la marihuana, esconderla, explicar por qué la usas… un sinfín de problemas.

En resumidas cuentas, no es tanto el efecto químico que tiene la marihuana en ti sino todo lo que eso implica.

Te voy a dar un ejemplo con una situación muy diferente pero al mismo tiempo muy similar:

El chocolate es uno de mis puntos débiles. El problema es que una vez que empiezo a comer chocolate amargo, empiezan a darme antojos muy fuertes de comer más y más chocolate. Pero el chocolate amargo es un estimulante y la mayoría de mi familia -incluyéndome a mí mismo- somos muy sensibles a los estimulantes, lo cual significa que si yo o uno de mis chicos comemos una cierta cantidad de chocolate amargo después de las 4 pm, entonces no hay forma de que nos podamos ir a dormir antes de las 2 am.

Por eso, si quiero comer chocolate, yo tengo que:

a. Comprarlo cuando voy de compras sin los chicos.

b. Traerlo a casa sin que nadie se dé cuenta y…

c. Esconderlo en algún escondite que les resulte imposible de descubrir

d. Sacarlo y comerlo cuando los chicos no están en casa

e. Lavarme la boca enseguida después de que termino de comerlo, porque ellos son expertos en detectar este tipo de cosas.

No obstante, mi necesidad de comer chocolate era tan grande que a pesar de todo, hice el intento. De más está decir que me agarraron in fraganti….

Pero lo que verdaderamente me sacudió fue lo que mis hijos aprendieron de todo esto. No fue solamente lo que dijeron: “¡Ey! ¡Papá tiene chocolate y lo tiene guardado para que no lo toquemos!”. Eso ya era de por sí bastante malo. Lo peor de todo es que ellos se copiaron de mí: sacaron el chocolate del escondite, lo escondieron y se lo comieron de noche.

A mí me gusta el chocolate, pero no quiero que mis hijos aprendan a robar, mentir ni engañar. Hoy ya no tengo más chocolates escondidos en lugares secretos…

Eso es con el chocolate. Con María Juana, y todo lo que ella implica -con respecto a los hijos, al entorno social, a las fiestas, a los traficantes, a la calle…- bueno, tú no eres ningún tonto y ya te las vas a ingeniar para sacártela de encima.

Pero no es justo que te aleje de ella si no te ofrezco una alternativa; por eso te propongo asistir a una clase de Torá en la Casa Jabad de tu zona. Después ve a hacer gimnasia durante veinte minutos. Ese es un “viaje” mucho mejor que el otro…