Una de las preguntas interesantes que surge cada tanto es cómo se puede conciliar el hecho de que D-os dirige todo con el hecho de que el hombre es juzgado por sus acciones porque tiene el libre albedrío para elegir entre hacer el bien y hacer el mal.

En otras palabras: ¿Quién tiene la última palabra en cuanto a las acciones del hombre, D-os o el hombre?

Según las enseñanzas del Baal Shem Tov, la Providencia Divina controla absolutamente todo lo que ocurre en el mundo, hasta el acontecimiento más aparentemente insignificante como la caída de una hoja del árbol. Para D-os, que es infinito, no hay cosas grandes y cosas chicas; todo es igualmente significativo. A tal punto es el control que como consecuencia de ello se entiende que todo lo que uno ve o escucha contiene un mensaje para él o ella, ya que no existen las casualidades; es todo por causalidad. Si veo o escucho algo es porque D-os lo coordinó de esa manera. Quiere decir, entonces, que hay un propósito por el cual me hizo ver o escuchar lo que vi o escuché.

Nuestros sabios señalan que el que se enoja está considerado como si adorara ídolos (Talmud, Shabat, 105b, Mishné Torá, Deot 2:3). ¿Por qué? Porque si me enojo con alguien por el daño que me causó estoy implicando que esa persona tiene un poder de decisión independiente de D-os. Sería una especie de idolatría atribuir fuerzas independientes a algo o a alguien fuera de D-os.

¿Qué hacemos entonces con el libre albedrío? Si no debo enojarme con alguien porque, en definitiva, no es el responsable último de mi sufrimiento, sino D-os, ¿debería ser pasivo y dejar que me agredan sin defenderme o buscar la justicia?

Antes que nada cabe señalar que la Torá nos encomienda defendernos ante el peligro, buscar curarnos en caso de enfermedad, D-os libre y guarde, y buscar restitución en caso de que alguien haya hecho daño personal o económico. El hecho de que todo viene de D-os no quiere decir que hay que aceptar todo pasivamente, sino que D-os nos manda situaciones aparentemente adversas para que intentemos corregir o superarlas. Pero hay que entender: Si D-os es Quien decide todo lo que sucede en el mundo, ¿qué responsabilidad tiene el hombre por sus acciones?

Una explicación interesante al respecto es la siguiente:

Si bien D-os define todo lo que pasa en el mundo, no define quién lo va a ejecutar.

O sea, hasta que D-os no decrete que uno debe perder $50, no hay nada ni nadie que lo puede hacer perder. Pero una vez que D-os decretó que fulano debe perder ese dinero, todos tienen ahora la posibilidad de elegir ser el instrumento por medio del cual el dinero se va a perder. El que roba está en infracción porque D-os nos prohibió robar, pero no es el causante de la pérdida, ya que si nadie hubiese optado por robarle los $50, los perdería por otro lado. Aún así, el damnificado tiene el derecho y obligación de recuperar por la justicia lo que es suyo, como mencionamos anteriormente.

¿En qué se basa esta explicación?

La Torá (Génesis 16:7-20) nos cuenta cómo D-os hizo el Pacto entre las Piezas (Brit bein habetarim) con Avraham. Una de las cosas que le dijo en ese momento fue que sus descendientes iban a ser oprimidos durante 400 años por medio de un pueblo ajeno, y al finalizar ese período D-os juzgará al pueblo opresor y los judíos saldrán con mucha riqueza.

Cabe preguntarse: Si D-os ordenó que el pueblo judío debería ser oprimido por medio de los egipcios, ¿por qué juzgar y castigarlos después?

Una de las explicaciones es que si bien D-os decretó que el pueblo egipcio iba a oprimir al pueblo judío, no definió cuál egipcio específico iba a hacerlo. Cada egipcio que tomó parte en la opresión lo hizo porque eligió hacerlo por libre albedrío y por lo tanto era responsable por sus acciones. No podía eximirse diciendo que estaba simplemente “acatando órdenes”...

“¿A dónde vas?”



Otra manera de resolver la contradicción es que D-os lleva a cada uno a dónde puede y debe hacer algo y está en uno optar por cumplir su misión o no.

Cuentan de un judío que estaba en camino a la sinagoga una mañana, cuando el gobernador pasó en su carro, y le pregunta: ¿A dónde vas?

“No sé,” respondió.

“Guardias, ¡llévenlo a la carcel!” ordenó el gobernador.

Cuando llegó el juicio el gobernador explicó el motivo de su indignación. “Yo, el gobernador, te pregunto ‘¿a dónde vas?’ ¿y me contestas que no sabes? ¡Qué insolencia!”

“Le dije la verdad, su señoría. Yo estaba en camino a la sinagoga cuando de repente me encontré en la cárcel. Yo sabía a dónde quería ir, no sabía a dónde iba...”

La Omnisciencia Divina



Hay otra pregunta relacionada al tema: Si D-os sabe todo lo que va a pasar en el futuro, ¿no implica esto que el hombre ya está “preprogramado” y no puede elegir, ya que si pudiera elegir, cómo sabe D-os con certeza qué va a elegir llegado el momento de decisión?

El Rebe explica el tema de la siguiente manera.

El saber de antemano no afecta la decisión posterior. Imaginate alguien que puede ver el futuro y ve lo que alguien va a decidir. Esto no afecta su poder de decisión. Del mismo modo, saber lo que uno va a elegir no impide su libertad de acción. En términos científicos podríamos decir que lo opuesto al libre albedrío no es el conocimiento previo, sino la compulsión, ya que el conocimiento no implica compulsión, como vemos con el conocimiento del pasado, y no influye en el libre albedrío.

También hay que tomar en cuenta que D-os está por encima de los límites del tiempo. Para Él, el pasado, presente y futuro es todo uno. Para D-os, ver el futuro es como para nosotros ver el pasado. Así como saber lo que pasó no afecta lo ocurrido, del mismo modo saber lo que pasará no lo afecta.

¿Por qué Le importa?



Si D-os es Todopoderoso, ¿por qué nos pide que hagamos determinadas cosas? ¿En qué Le cambia? ¿Acaso necesita nuestra ayuda? ¿No puede hacer lo que quiere solo?

Una de las respuestas es que el motivo por el cual D-os creó al mundo fue para generar bondad. Es posible hacer bondad únicamente si hay algún otro con quien hacerla. La mayor bondad que puede hacerse para con alguien es darle utilidad. D-os nos pidió una cantidad de cosas para que podamos ser útiles.

En otras palabras, D-os quiso “necesitar” nuestro aporte. D-os creó la materia prima y nos dio el mandato de desarrollarla y utilizarla para el fin por el cual la creó. Cuando cumplimos con Su pedido nos transformamos en Su socio en la Creación.

Así que, ¡manos a la obra!