Si bien explícitamente en la Biblia encontramos la obligación de respetar a los padres, hay, no obstante, legislación halájica sobre el respeto hacia el prójimo, la comunidad, la realeza, los sabios y hacia el muerto. Veamos hoy algo sobre el respeto hacia el prójimo.
Respeto hacia el prójimo
Cuando la Torá habla de la leyes concernientes a la salida de guerra dice que antes de salir a la guerra se anuncia que «el que construyó una casa y no la inauguró que vuelva a casa; el que plantó un viñedo y no la inauguró que vuelva a casa; el se casó y no consumó el matrimonio que vuelva a casa; el que tiene miedo a la guerra que vuelva a casa.» (Deut., 20:5-
8) Nuestros sabios explican que una de las razones por la que se absuelve a los primeros tres es para no dejar en evidencia al miedoso, protegiendo así a su dignidad.
Encontramos también que la Torá dice que en el caso que uno haya robado un toro y lo faenó o lo vendió y fue descubierto, debe pagar una multa de cinco veces el valor. En el caso que haya robado una oveja debe pagar nada más que cuatro veces el valor. ¿A qué se debe esa diferencia? Dice Rabí Iojanan ben Zakai: Ven y ve cuán grande es [la importancia de] Kavod Habriot o el respeto hacia la gente. [En el caso de haber robado] el toro que camina solo, la Tora le obliga (al ladrón) a pagar cinco veces el valor; [en el caso de haber robado] la oveja que había que llevarla en el hombro (pasando vergüenza) la Torá obliga a pagar nada más que cuatro veces el valor (Bava Kama, 79b).
Abundan historias en la Biblia como también en el Talmud del cuidado que uno debe tener con el honor del prójimo.
«¿Quién es el honrado?» preguntan nuestros sabios en Pirkei Avot (4:1) y responden: «El que honra a los demás.»
El Rebe señala que la palabra hebrea por «los demás» empleada en este caso, «Briot», quiere decir «criaturas», o sea el honrado es el que honra a las criaturas. La implicancia es que el verdadero «honrado» es el que puede honrar y respetar hasta aquel que no tiene ninguna cualidad más allá de ser una «criatura», de haber sido creado por D-os.
Entiendo de esto que el honor que se fundamenta en lo que uno tiene, es un honor relativo. En cambio el honor que uno da por lo que el otro es, es un honor absoluto e incondicional, ya que cada uno – sin excepción - es una criatura Divina.
Encontramos que nuestros sabios han permitido no señalarle a uno que está transgrediendo una prohibición de origen rabínico si el corregirlo en el momento llevaría a una situación de vergüenza.
Vemos también que si uno está en camino a cumplir con la Mitzvá de Brit Milá o Korbán Pésaj y encuentra un cadáver en el camino, debe ocuparse con él aunque implique la postergación del cumplimiento de los preceptos mencionados. La razón es la importancia que se le da a la dignidad humana aun después de la vida.
El Talmud cuenta de una pareja que solían dejar dinero debajo de la puerta de determinadas familias necesitadas. Una vez, luego de dejar el dinero, el dueño de casa abrió la puerta para ver quién era el benefactor anónimo. Se dieron media vuelta y huyeron. El dueño de casa los persiguió y la pareja se metió en una panadería a esconderse. El único lugar dónde podían esconderse fue dentro del horno prendido. Se metieron adentro y al quemarse los pies del sabio los puso arriba de los pies de su esposa que no se vieron afectados por el calor del piso del horno. Al rato salieron para volver a su casa.
Nuestros sabios señalan que de este episodio podemos aprender que es mejor meterse en un horno encendido con tal de evitar avergonzar al prójimo. (Explican que la razón por la que lo pies de la mujer no se quemaban mientras que los de su marido sí, es porque la Tzedaká del hombre consistía en dar dinero con el cual el pobre tenía que recién salir a comprarse comida. En cambio la mujer, que se encontraba en la casa, podía darle de comer enseguida a los pobres que pasaban por su casa en busca de algo para calmar su hambre…)
Responsabilidad hacia el prójimo
Respetar al prójimo no quiere decir ignorar su conducta. Kol Israel Areivim ze baze. (Shavuot, 39a) Todo el pueblo judío es responsable el uno por el otro. Cuando veo a alguien haciendo algo indebido tengo el deber de advertirle, (Levítico 19:17). Pero la manera de advertirle debe ser con respeto y cariño, sin avergonzarlo, de la misma manera que a uno le gustaría que le advirtiesen. O sea, hay que rezongar pensando en el bien del otro y no motivado por la bronca o la frustración personal.
Obstáculos en el camino del ciego.
La Torá nos prohíbe poner obstáculos en el camino del ciego. Lifnei Iver Lo Titén Mijshol (Levítico 19:14). Nuestros sabios explican que, más allá de prohibir ponerle un obstáculo en el camino del ciego en el sentido literal, la Torá nos está también prohibiendo – entre otras cosas - exponer a una persona a una situación que le provocará el tropiezo. Aunque se trate de algo que no es una preocupación general sino particular para esta persona, debo respetar su debilidad y no exponerlo a una situación que no podrá superar.
Es debido a esa sensibilidad, no sólo hacia la minoría sino hacia el individuo, que en muchas comunidades se toman precauciones extremas en el momento de cuidar el pudor y separar entre hombres y mujeres. Puede parecer como insensible cuando, en realidad, es una expresión de gran sensibilidad hacia la debilidad del individuo.
Me imagino que puede resultar difícil para alguien criado en la cultura occidental entender el tema de la oposición a la exposición del cuerpo femenino. Para poder entender el tema hay que tomar en cuenta dos valores: 1) la sexualidad es sagrada y reservada para la expresión exclusiva entre la pareja casada; 2) está prohibido emitir semen en vano.
El mundo fue creado de tal manera que el cuerpo femenino puede fácilmente provocar al hombre. Hay quienes reciben la provocación con beneplácito. El judío religioso busca evitarla, por los valores mencionados.
La religiosidad de uno no justifica faltarle el respeto hacia el que no comparte su estilo de vida. Pero a la misma vez, la irreligiosidad de uno no justifica ser insensible hacia la necesidad y preocupación genuinas del prójimo.
Encontrar una solución aceptable para todos es un desafío de todos. Busquémosla juntos.
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