Veamos de qué se trata esa fecha.
En nuestro calendario hay seis días de ayuno comunitario, uno (Iom Kipur) de origen bíblico y cinco de origen profético. Son: el 17 de Tamuz, el 9 de Av, el ayuno de Guedalia, el 10 de Tevet y el Ayuno de Esther. (Hay una nemotécnica para recordarlos: uno es «negro» (Tishá Beav, por el duelo), uno es «blanco» (Iom Kipur, por la expiación), uno es largo (10 de Tevet, por coincidir en verano), uno es corto (17 de Tamuz, por coincidir en invierno), uno es «masculino» (el ayuno de Guedalia) y uno es «femenino » (el ayuno de Esther).)
El objetivo principal de los días de ayuno es el proceso de Teshuvá o «Retorno a D-os». Debemos concientizarnos en cuanto a las condiciones que provocaron las tragedias que ocurrieron en dichas fechas y la necesidad de tomar las medidas necesarias como para corregir nuestro comportamiento en dichas áreas.
Veamos, pues, qué es lo que ocurrió el 17 de Tamuz y qué debemos corregir.
El 17 de Tamuz es el aniversario de cinco eventos:
- Moisés rompió las Tablas al bajar del Monte Sinaí y ver a los judíos adorando el becerro de oro;
- Durante el sitio babilónico que terminó con la destrucción del primer Templo, se anuló el sacrificio diario en el Templo;
- Se penetró la muralla de Jerusalén durante el sitio del segundo Templo (hay opiniones que es el aniversario también de la brecha de la muralla de Jerusalén durante el sitio del primer Templo);
- Apostomos quemó un rollo de Torá;
- Erigieron un ídolo en el Templo.
Analicemos aquí uno de estos acontecimientos, la brecha de la muralla de Jerusalén.
Veamos qué representan Jerusalém, su muralla y su brecha a nivel conceptual y personal.
La palabra Ierushalaim es un compuesto de dos palabras: Ira Shleimá, o sea Temor Completo. Ierushalaim es el centro universal de un perfecto temor a D-os.
¿Qué quiere decir «Temor a D-os»?
En cualquier vínculo íntimo equilibrado deben estar presentes las dos emociones de amor y temor. El amor es lo que motiva el acercamiento mientras que el temor es lo que provoca el alejamiento.
¿Por qué hace falta mantener distancia en un vínculo íntimo? La distancia ayuda a mantener el respeto, ya que demasiada proximidad y familiarización puede provocar la falta del respeto y hasta el eventual deterioro del vínculo.
Las enseñanzas jasídicas explican que hay diferentes niveles de «temor»:
- temor al castigo;
- temor a perjudicar el vínculo;
- temor a agredir o defraudar al otro.
Por ejemplo: Si alguien llega a casa y su esposa está durmiendo se cuida de no hacer ruido por temor a despertarla. Ese temor puede deberse a la posibilidad de que 1) lo eche de la casa, enojada por haberla despertada; 2) su vínculo se vea debilitado por considerar que no la valora suficientemente; 3) atente contra su descanso. Por supuesto el tercer motivo es el más puro y menos egocéntrico. Ierushalaim, «Temor Completo», inspiraba ese tipo de vínculo con D-os, un respeto que llevaba a un comportamiento guiado no sólo por el amor y temor egocéntrico, sino también por el temor a defraudarlo.
La «muralla» de Jerusalén representa el mecanismo de defensa que uno debe construir para proteger esa sensibilidad. La «brecha de la muralla» representa la violación del mecanismo de defensa que vulnera esa condición de sensibilidad espiritual.
Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia «Ierushalaim» personal. En nuestro fuero más íntimo yace la sensibilidad hacia nuestro origen y esencia Divinos. Hace falta defender esa condición para mantenerla intacta. La manera de lograrlo es por medio del estudio de la Torá y la adherencia a sus preceptos. La Torá, comparada con el alimento y las Mitzvot con ropa sirven para nutrir al alma y protegerla.
Muchas veces escucho la postura de que alcanza con «sentirse muy judío» y no hace falta cumplir con los preceptos para ser un «buen judío». El 17 de Tamuz nos enseña que cuando se viola la muralla «religiosa », se termina poniendo en peligro la propia condición de judío, ya que eventualmente cabe preguntarse ¿qué sentido tiene el ser judío?
Un argumento secular en cuanto a lo especial del pueblo judío apunta a los logros seculares de los judíos, primero entre los cuales la cantidad de premios Nobel que «hemos» ganado… Es un hecho espectacular, pero ¿qué tiene que ver conmigo y mi condición de judío? Si me identifico como judío ¿tengo más posibilidad de ganar un premio Nobel? Además, ¿qué es lo que une al judío que ganó un premio Nobel con los que nunca lo harán? ¿No es el compromiso común asumido al pie del Monte Sinaí? Una vez que se rompe la muralla protectora, queda todo desarticulado y vulnerable.
El SIDA Espiritual
Un ejemplo que se me ocurrió para ilustrar el tema es una de las mayores preocupaciones en el área de la salud pública: el Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida, conocido mejor por sus siglas, SIDA.
La propagación del SIDA es motivo de gran preocupación, pero ¿por qué tanta preocupación si nadie ha muerto por contraer el SIDA?
Así es. Nadie muere de SIDA; el que tiene SIDA muere de cualquier infección. Uno nace con un sistema de inmunización que lo protege contra la infección. Es un sistema que funciona muy bien siempre y cuando uno no lo agreda y adquiera la deficiencia. Para mantener el sistema de inmunización intacto, no hace falta tanto fortificarlo como no agredirlo.
Lo mismo pasa con el SIDA espiritual. Uno nace con un sistema de inmunización espiritual. Debe protegerlo, de la manera que señalamos arriba, para no debilitarlo. Nadie muere de SIDA, pero el que lo padece queda vulnerable ante cualquier amenaza.
El día de 17 de Tamuz es un día especialmente oportuno para reflexionar y revisar la condición de nuestras murallas protectoras personales, comunitarias y nacionales y analizar lo que hay que hacer para fortificarlas.
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