¿Por qué los nombres babilónicos para los meses judíos?

En la era prebabilónica, encontramos en la Torá solo cuatro meses en el calendario que se identifican por su nombre:

El primer mes (Nissan): Aviv1

El segundo mes (Iyar): Ziv2

El séptimo mes (Tishrei): Eitanim 3

El octavo mes (Jeshvan): Bul  4

Los otros meses son solo conocidos por su lugar en el calendario, por ejemplo, el tercer mes, el cuarto mes, a partir del primer mes, que es el mes en que nuestra nación salió de Egipto, el mes en que nos convertimos en una nación.

(Al parecer, incluso, los cuatro meses que tenían nombres eran más conocidos por su lugar numérico en el calendario que por sus nombres, que son secundarios a los números).

El Talmud de Jerusalem5 nos dice que “los nombres modernos de los meses "vinieron [a Israel] con [los] repatriados de Babilonia", al inicio de la segunda comunidad judía, en 350 a. e.C.6

Entonces, ¿por qué empezamos a utilizar estos nombres? ¿Por qué no nos quedamos con la práctica bíblica de referirnos a los meses por su número?

Najmánides 7 sugiere que esto es consistente con la profecía de Jeremías: “He aquí vienen días, dice Di-s, que dejaremos de decir [aquel que desea pronunciar un juramento], 'Como Di-s vive, que trajo a los hijos de Israel de la tierra de Egipto', sino más bien, 'Como Di-s vive, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte [Babilonia]'”8 .

El sistema original de contar los meses en orden numérico, empezando por Nisan, sirve para recordar la salida de Egipto: por ejemplo, el sexto mes son seis meses desde el mes del Éxodo. 9 Por lo tanto, la denominación numérica sirve como un recordatorio constante de nuestra liberación de Egipto.

Después, fuimos liberados del cautiverio babilónico y, desde ese momento, empezamos a usar los nombres que usábamos en Babilonia. Hoy en día, estos nombres sirven para recordarnos que Di-s nos ha redimido de este segundo exilio.