Pregunta:

Un grupo de científicos ha demostrado recientemente que se puede tomar células madre de una vaca y hacer con ellas hamburguesas que tengan el aspecto, la textura y (casi) el sabor de la hamburguesa real. ¿Qué dice la ley judía al respecto? ¿Acaso esto se considera carne verdadera? ¿Es kasher?

Respuesta:

Esta es una pregunta fascinante que va a tener que ser analizada a fondo por rabinos expertos cuando el proyecto tema se vuelva más factible y las hamburguesas de “Placa de Petri” pasen a ser una alternativa económica. No obstante, a continuación, les presentaremos varias teorías preliminares acerca del tema, para darles una cierta perspectiva.

Carne del cielo

Lo que hace que este tema sea tan intrigante es que esto es un ejemplo de cómo aquellos, aparentemente, fantásticos relatos agádicos del Talmud, ahora, se están transformando en un punto de inicio para nuevas preguntas halájicas.

En el Talmud, incluso, hay un debate acerca de si la carne que no proviene de un animal se considera kasher, aunque el origen de la carne en este caso es aún más milagroso:

Se cuenta la historia de Rabí Shimon ben Jalafta, que iba caminando por el camino cuando de pronto varios leones se le acercaron y empezaron a rugirle. Entonces, Rabí Shimon ben Jalafta citó los Salmos: “Los jóvenes leones rugen por una presa y le piden comida a Di-s”1 , y dos pedazos de carne descendieron [del cielo]. Ellos comieron uno y dejaron el otro. Este último pedazo lo llevaron a la sala de estudios y allí plantearon lo siguiente: ¿Acaso esto es apto para el consumo o no? El erudito respondió: “Del Cielo no desciende nada que no sea apto”. Rabí Zera le preguntó a Rabí Abahu: “¿Y qué ocurriría si descendiera algo con forma de burro?”. Y él le respondió: “¡Tú, yorod gritón2 , ¿acaso no le respondieron que del Cielo no desciende nada que no sea apto?”3 .

La carne milagrosa vuelve a hacer su aparición en el Talmud si bien, esta vez, hecha por el hombre:

Rabí Janina y Rabí Oshaia solían pasar cada víspera de Shabat estudiando el “Libro de la Creación”4 a través del cual crearon un ternero y se lo comieron5 .

Al deliberar sobre este episodio, los comentaristas posteriores debaten si un animal semejante requeriría shejitá (sacrificio kasher) para poder ser consumido.

Rabí Yeshaya Halevi Horowitz, más conocido como el Shelá, escribe que no se considera un animal real y, por lo tanto, no requiere shejitá6 .

Otros escriben que si bien una interpretación técnica de la ley bíblica tal vez no requiera que ese tipo de animal sea sacrificado, la prohibición rabínica de marit ain (no realizar actos que son muy similares a actos prohibidos) sí exigiría el sacrificio, para que el posible espectador no piense que se está consumiendo carne común y corriente sin haberse llevado a cabo la shejitá7 .

Bifes de tubo de ensayo

Hasta ahora, nos hemos referido a la “carne milagrosa” que provenía del cielo o que fue creada por medios espirituales. Algunos comentaristas definen esta carne como algo milagroso porque no provenía de un animal nacido en forma natural. Pero ¿acaso consideramos la carne que no proviene de un animal nacido en forma natural como “carne milagrosa”? ¿O tiene que provenir de un milagro real? ¿Y qué ocurre con la carne de tubo de ensayo, que sí proviene de células animales? En este caso, la sentencia de que “del cielo no desciende nada que no sea apto”, obviamente, no se aplicaría. He aquí varios de los temas que habrá que analizar:

Las células: el científico extrajo las células de un animal real y las utilizó para hacer crecer los tejidos en una placa de Petri. Si ‒y este “si” no es un “si” nada pequeño‒ las meras células se consideran suficientemente sustanciales como para ser llamadas “carne”, esto puede presentar un problema. Además de la prohibición de comer un miembro de un animal vivo8 , existe también la prohibición de comer carne que haya sido cortada de un animal vivo9 .

Este es un tema de debate tanto para los judíos como para los no judíos, ya que la ley noájida establece que los no judíos no pueden comer ni siquiera una cantidad mínima de carne que haya sido separada de un animal vivo10 .

En el caso de los judíos, si las células se consideran carne real, entonces, tendrían que ser extraídas de un animal kasher que fue sacrificado de acuerdo con la ley judía.

Otra consideración a tener en cuenta es que existe un concepto halájico: “El producto de algo no kasher es en sí mismo no kasher, y el producto de algo kasher es en sí mismo kasher”11 .

Si bien a primera vista esto parecería implicar que las células tienen que provenir de una fuente kasher, no es claro si la regla mencionada se aplicaría a las células microscópicas extraídas del animal.

El producto: en la Ley Judía, la comida que contiene siquiera una minúscula cantidad de un ingrediente no kasher aún puede considerarse kasher si el ingrediente no kasher se anula (usualmente) a través de un factor de por lo menos uno en sesenta. A primera vista, parecería que podemos aplicar esta misma regla a nuestro debate, dado que las células originales son superadas en mucho por la “carne” producida. Sin embargo, la halajá establece que el principio mencionado no se aplica a un davar ha-maamid, o sea, a un ingrediente que establece la forma del objeto. El ingrediente esencial jamás puede ser anulado, por más pequeño que sea12. Parecería que la misma regla se aplica a las células que son esenciales para el crecimiento de la carne. Si ellas no provienen de una fuente kasher, entonces, jamás pueden ser anuladas, y todo lo que se cree con ellas tampoco será kasher.

Tal como se señaló anteriormente, estos son solamente algunas teorías preliminares acerca del tema en cuestión.

Todo dictamen halájico tendría que ser reglamentado por rabinos que sean expertos en el tema.

NOTAS AL PIE