Hace poco me tocó viajar a Pando para supervisar una producción de comida Kasher. En el camino de regreso, al llegar a la rotonda, vi que por la ruta venía un camión gigante que transportaba una hélice enorme que supongo fue destinada a un campo eólico.
Había policía caminera escoltándolo y me detuve en la rotonda, esperando que pasaran para poder seguir viaje.
Pasa el policía en su camioneta y me grita ¡Dale, Judío! ¡Dale, Judío!
Anoté los datos de la camioneta y seguí de largo, muy molesto por esa agresión gratuita.
Después de dos kilómetros se me pinchó el neumático y a duras penas llegué a una estación de servicio. Mientras esperaba que me atendieran tuve tiempo para pensar en lo que acababa de ocurrir.
¡Qué insolencia! pensé. Después me tranquilicé y pensé “no existen las casualidades.” El Baal Shem Tov dice que todo lo que uno ve y escucha es porque contiene una enseñanza para él o ella.
¿Cuál será la enseñanza?
Llegué a la siguiente conclusión.
Mi identidad personal tiene diferentes dimensiones, entre las cuales: soy yo; soy hijo; soy hermano; soy esposo; soy yerno; soy padre; soy abuelo; soy ser humano; soy hombre; soy ciudadano norteamericano; soy residente uruguayo; soy vecino; soy Rabino; soy director de Jabad Uruguay y soy judío.
Muy a menudo parece que dichas dimensiones compiten por el tiempo y dedicación de uno. A veces uno está más agobiado por una dimensión que por otra. Va oscilando.
Entendí el mensaje que me llegó por medio del policía de tránsito como diciéndome: ¡Dale, Judío! Tu esencia es judía y todas las demás facetas son simplemente manifestaciones de esa esencia.
Ese día fue el 12 de Tamuz, aniversario de la liberación del Rabino Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, de la cárcel soviética en 1927. Fue encarcelado justamente por su lucha incesante para asegurar la supervivencia de la llama judía a lo largo y ancho de la Unión Soviética stalinista.
Era un día especialmente adecuado para reflexionar sobre el grado de mi dedicación a mi condición de judío y su potencial así como también a los de mis hermanos y hermanas alrededor mío.
¡Gracias, oficial, por su mensaje inspirador! ¡Lejaim!
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