Me encontraba estudiando en el Seminario Rabínico Lubavitch, en la Central Mundial de Lubavitch. Luego del horario normal de estudio, los estudiantes organizaban viajes para encontrar judíos y alentarlos a ponerse los Tefilín, cajas negras de cuero con pergaminos dentro que se utilizan en los brazos y en la cabeza durante los días de semana.
Acepté visitar algunas bases militares y comencé a relacionarme con los soldados judíos.
Al tiempo, un capellán cristiano se acercó a mí. "Estás haciendo un gran trabajo con los soldados, te necesitamos en el ejército. ¿Quién es el obispo a cargo tuyo? Me gustaría escribirle para que te envíe con nosotros".
Le aseguré que le daría su mensaje a mi superior, y le escribí una carta al Rebe de Lubavitch, el Rab Menachem Mendel Schneerson, que en paz descanse. El Rebe me dijo que era una gran idea. Así me enlisté y di comienzo al primero de varios años memorables como capellán delejército.
Un mensaje del Rebe, a través del Pentágono
En medio del vuelo, el piloto me indicó que me pusiera los auriculares. En la radio, escuché una voz que me informaba que el Ejército, a través del Pentágono, había recibido un llamado de la Central Mundial de Lubavitch. En 1983, recibí una llamada del Ejército. "Pronto será Janucá y hay tropas judías en Granada. Nos gustaría enviarte allí".
En esa época, se desarrollaba en la isla la "Operación furia urgente", durante la cual el gobierno revolucionario fue derrocado por un golpe militar mientras que fuerzas comunistas cubanas tomaron control de la isla. Las fuerzas norteamericanas invadieron Granada para liberar a la isla de la dictadura comunista. Yo había sido contratado por el Ejército para prepararme para el despliegue, que podría extenderse durante seis semanas. Llegué a la isla justo antes de Janucá.
A menos de una semana de haber llegado a Granada, ya estaba volando en un helicóptero durante una misión con otros soldados. En medio del vuelo, el piloto me indicó que me pusiera los auriculares. En la radio, escuché una voz que me informaba que el ejército, a través del Pentágono, había recibido un llamado de la Central Mundial de Lubavitch en Brooklyn en la que se me pedía que llamara al Rab Yehudah Krinsky, uno de los asistentes del Rebe.
Llamé al Rab Krinsky al aterrizar, quién me informó que mientras estaba en el auto con el Rebe, él le preguntó si se había comunicado con el Rab Goldstein. Respondió que no lo había hecho.
El Rebe le dijo: "Si se comunica con él, pídale tres cosas. Que averigüe cómo están los judíos en Granada, que se esfuerce para que cada soldado judío use Tefilín y que, de ser posible, entregue el tradicional Janucá guelt, regalos en forma de dinero, a los soldados".
El Rab Krinsky me dijo que el Rebe me reembolsaría todo el dinero que distribuyera.
Janucá Guelt
Esa noche, la quinta de Janucá, organicé una fiesta para los soldados judíos apostados en la isla. El Teniente General Jack Farris ordenó que todo el personal judío en la isla asistiera al evento y que se permitiera que así lo hicieran. En la celebración, encendimos velas y distribuimos el Janucá guelt a todos.
En la fiesta, conversé con uno de los soldados. Le pregunté sobre su trabajo y descubrí que él era el responsable de la impresión de unos panfletos que el Ejército había distribuido a la población local.
En esa época, el Rebe invitaba a publicar y estudiar el Tania en todos los lugares en que fuera posible. El Tania, escrito por el primer Rebe de Jabad, Rab Shneur Zalman de Liadi, que en paz descanse, es el texto fundamental de la filosofía de Jabad-Lubavitch.
Aprovechando la oportunidad, le pregunté al soldado si me ayudaría a imprimir algunas copias del Tania en la isla de Granada. Aceptó hacerlo e inmediatamente me contacté con la Central Mundial de Lubavitch, en Nueva York, y les pedí que me enviaran las planchas de impresión y el papel necesario.
Las planchas y el papel llegaron sanos y salvos, e imprimimos cien copias del texto sagrado. Nos aseguramos de aprender un poco del Tania también ahí en la isla.
¿Judíos en Granada?
Luego de la exitosa fiesta de Janucá y de la impresión del Tania, traté de averiguar si había algún judío viviendo en la isla. Organicé una entrevista con el obispo anglicano, quien me explicó que, por alguna razón, los judíos nunca se habían asentado en Granada, sino que habían ocupado únicamente las islas lindantes. En ese momento, recibí la respuesta del Rebe.
Tefilín para cada judío
Mientras iba al aeropuerto para tomar mi helicóptero, se pinchó uno de los neumáticos del jeep en el que viajaba. Mi asistente disparó una bengala para atraer un poco de atención. Un soldado americano bajó de una de las colinas y nos dijo: "Shalom, Rab, ¿qué está haciendo aquí?".
Le expliqué que era un capellán del ejército y que había sido enviado a Granada para ayudar a que las tropas judías celebraran Janucá. "¿Acaso no recibió el mensaje que ordenaba que todos los judíos se acercaran a la base principal para la fiesta de Janucá?", le pregunté.
Él me explicó que, como era una policía militar, jamás abandonaba su puesto.
Le pregunté de dónde era, y hablamos un poco sobre su pasado judío. Cuando le pregunté si le gustaría ponerse los Tefilín, me dijo que sería la primera vez que haría esa mitzvah.
En ese mismo momento, le mostré cómo ponerse los Tefilín, y le expliqué que ése sería su bar mitzvah, el momento en que un joven, a los trece años, se pone por primera vez los Tefilín. El soldado se emocionó mucho y me agradeció varias veces por darle esa oportunidad.
Seguí mi camino al aeropuerto para tomar mi vuelo, feliz por haber cumplido otra de las órdenes del Rebe.
"Mi discípulo del ejército"
Una vez que regresé a Nueva York, escribí y entregué un informe, junto con la mayor parte de los Tania que había impreso, luego de haber encuadernado los libros con colores camuflados y de haberles estampado el sello del ejército, al Rebe. Él me respondió de forma cálida y me reembolsó el monto del Janucá guelt que había distribuido a los soldados.
En la siguiente reunión jasídica de Shabat, el Rebe me buscó y me entregó su porción de pastel en agradecimiento por mi viaje a Granada.
Poco tiempo después, el jefe israelí de los capellanes, Gad Navon, tuvo una entrevista privada con el Rebe. Al ver el Tania camuflado, le preguntó al Rebe acerca del libro. El Rebe le respondió que su jasid (discípulo) del ejército lo había impreso en Granada.
Durante el tiempo que Gad Navon estuvo en los Estados Unidos, yo fui su acompañante personal. Cuando me contó la historia, me percaté que él quería una copia del Tania, por lo que le entregué la mía. Más tarde, el Rebe me envió la mayor parte de las copias que le había entregado para que hiciera con ellas lo que me pareciera.
Un amable rechazo
El Teniente General Jack Farris Jr., comandante de la operación y de las fuerzas norteamericanas en Granada, le escribió al Rebe para agradecerle por mi ayuda a los soldados americanos en Granada y le pidió que me invitara a enlistarme al servicio activo como capellán a tiempo completo. Esta fue la respuesta del Rebe (copia tomada de la secretaría):
Por la gracia de Di-s
20 Teves, 5744
(28 de diciembre, 1983)
Brooklyn, NY
Teniente General Jack M. Farris Jr.
Ejército norteamericano, Granada
Oficina Postal del Ejército de Miami, FL 34028
Saludos y bendiciones.
Me alegra poder informarle que he recibido su carta del 9 de diciembre de 1983. Me alegra también saber lo mucho que usted y los soldados judíos a su cargo en Granada aprecian los servicios del Rab Goldstein, en especial durante Janucá.
Por mi parte, le quiero dar mi más sincero agradecimiento por darle a mi emisario todas las facilidades necesarias para cumplir sus tareas como capellán judío.
Le agradezco especialmente su maravillosa cooperación para ayudar al Rab Goldstein a completar un encargo particularmente importante, a saber, la impresión del libro Tania en Granada.
Este clásico de Jabad del siglo xviii expone una filosofía y forma de vida que penetra con una profunda consciencia del Ser Supremo, cuya benevolente Divina Providencia se extiende a cada una de sus criaturas, a las naciones y a cada ser humano en particular. Es una filosofía que inspira confianza en Di-s, un sentimiento de confianza, dedicación a los valores morales históricos y una profunda responsabilidad para promover todo lo que sea bueno, vital en verdad, para construir una sociedad humana íntegra y significativa. Muchos de estos conceptos son, por supuesto, parte del estilo de vida norteamericano, en el cual se basa la moral de los soldados americanos.
Si hubiera oportunidad alguna, le estaría muy agradecido si pudiera transmitirles mis palabras y agradecimientos a todas las personas, sin importar su rango o posición, que hayan ayudado, junto a usted, a hacer de la capellanía del Rab Goldstein una experiencia tan memorable.
Con cariño y bendición
M. Schneerson
P.D.: En relación con su pedido de hablar con el Rab Goldstein para que él entre en servicio activo como capellán, por lo que yo conozco acerca de sus obligaciones familiares, que incluyen la supervisión personal de la educación de sus hijos, su rol como jefe de la familia, en un sentido más amplio, además del cuidado de los padres ya mayores de edad que necesitan de su apoyo moral, etc., dudo mucho que él pueda aceptar las responsabilidades del cargo de capellán durante un período extenso, ya que no podría alcanzar la tranquilidad y dedicación que él mismo esperaría tener.
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