Por la gracia de Di-s

13 de Iar, 5737 (1 de mayo de 1977)

Brooklyn, N. Y.

Saludos y bendiciones:

Su carta, fechada el 18 de abril, me ha llegado con un poco de demora.

En primer lugar, querría agradecerle por sus buenos deseos para mi cumpleaños. La mejor manera que tengo de retribuirle es mediante la palabra de nuestros sabios que dijeron: “Quien bendice a los otros, es bendecido por Di-s, fuente de todas las bendiciones”. De tal modo, espero que Di-s la retribuya con bendiciones en todo lo que necesite.

Ahora bien, en relación con su pregunta respecto del rol de la mujer conforme a nuestra religión o, como usted lo plantea, al judaísmo ortodoxo, debo destacar, para comenzar, que la división entre “ortodoxos, conservadores, reformistas”, etcétera, es puramente artificial, ya que todos los judíos han recibido la misma Torá, dada por el único y mismo Di-s, aunque haya algunos que sean más o menos observantes. El hecho de que existan diferentes denominaciones no cambia la realidad.

En cuanto a la actitud del judaísmo hacia la mujer, se ha destacado en varias oportunidades que quienes creen que la Torá coloca a la mujer en un rol inferior al del hombre obran en base a un falso concepto, ya que esto no es verdadero. Los hombres y las mujeres son como la cabeza y el corazón del cuerpo: ambos son igualmente vitales, aunque cada uno tenga una función diferente, y solo si los dos funcionan a la par podemos asegurarnos la salud del cuerpo. Lo mismo aplica al rol del hombre y de la mujer en la vida judía y, de hecho, en toda sociedad humana saludable. Por lo tanto, el corazón no debe sentirse inferior al cerebro, aunque dependa de este en ciertos aspectos, y viceversa. Si traducimos esto al judaísmo, veremos que Di-s ha asignado ciertas funciones a la mujer y ciertas otras al hombre.

En caso de que una persona, por cualquier motivo que sea, no pueda cumplir con una determinada mitzvá o con alguna de sus funciones, existe una regla en la Torá, Toras Emes 1(denominada así porque sus enseñanzas son verdad) que dice: “Di-s misericordioso perdona a aquel que no puede cumplir con su deber”. De hecho, Di-s sabe lo que habita en los corazones de cada una de las personas, y por ende, sabe que si la persona pudiese cumplir con dicho deber, lo haría, por lo que considera el pensamiento en lugar de las acciones.

No es casualidad que uno de los varios nombres divinos sea רחמנא (misericordioso), que se utiliza en la regla mencionada anteriormente. Con esto, se pretende enfatizar el hecho de que todos los preceptos de Di-s derivan de su misericordia y su amor bondadoso, que son infinitos. Por lo tanto, si una persona se ve impedida de cumplir con una mitzvá por circunstancias fuera de su control está exenta de cumplirla.

Demás está decir que uno no debe pedir perdón por preguntar. Al contrario, ya que a los judíos se los describe en la Torá como “sabios y comprensivos”, se recomienda que aquellas preguntas que comprenden el entendimiento humano sean analizadas y no simplemente libradas a la fe, siempre que sea posible. Existe solo un prerrequisito que se remonta a los tiempos en que la Torá y las mitzvot fueron entregadas en Sinaí que enuncia que la Torá debe ser aceptada sobre la base de naaseh (haremos) primero y luego del v'nishma (entenderemos). Esto significa que el cumplimiento de las mitzvot no debe estar sujeto al entendimiento de su significado más profundo ni tampoco deben ser cumplidas dejando de lado el entusiasmo y la vitalidad.

Esta actitud y principio básico es también una cuestión de sentido común. Si aceptamos que la Torá es divina (ya que de otra forma no tendría sentido cualquier pregunta o discusión, porque si supusiéramos que es creación del hombre seríamos libres de hacer lo que quisiéramos al respecto) y, por ende, que fue entregada por el Ser Supremo, cuya esencia está más allá del entendimiento humano, sería contradictorio exigir entender el significado de cada mitzvá divina antes de cumplirla, ya que esto reduciría al ser Supremo al nivel de la inteligencia humana limitada, que está sujeta al desarrollo debido a que el entendimiento humano aumenta día a día adquiriendo nuevos conocimientos y experiencias. Sin embargo, el hombre pretende entenderlas hoy con su nivel actual de entendimiento.

También, podemos agregar que existe una idea pragmática o una consideración “comercial” involucrada, ya que, a modo de ejemplo, podemos decir que cuando se nos presenta la oportunidad de invertir un dólar con la posibilidad de ganar mil dólares, aun si existiera la remota posibilidad de perder dicho dólar, cualquier persona no dudaría en hacer la inversión. De forma similar, cuando un judío, basándose en el principio de na'aseh previo a v'nishma, invierte en un esfuerzo relativamente pequeño al restringirse por ejemplo en cuestiones de la observancia de kathrut2 y shabat3 , y el Yetzer hara4 intenta distraerlo diciéndole que aunque viviese 120 años quizá nunca llegue a entender el significado de lo que está haciendo, es preciso recordarle que, incluso en el peor de los casos, lo único que la persona habrá perdido es la posibilidad de comer ciertos alimentos o hacer ciertas actividades en shabat.

Por otro lado, si la persona espera entender el significado de las mitzvot antes de cumplirlas, y mientras tanto sigue actuando como un gentil, se estaría privando del eterno bien que estaba al alcance de su mano. Y cuando llegue el momento y descubra la verdad, se dará cuenta de que ha vivido transgrediendo la divina Torá, con todo lo que eso conlleva.

Podría decir muchas cosas más al respecto, pero creo que con lo dicho anteriormente es suficiente.

Que Di-s, cuya providencia divina se extiende a cada uno individualmente, pueda guiarla en el camino de la verdad.

Muchas bendiciones.

M. Schneerson

P. D.: Ya que usted ha mencionado el tema de las mujeres liberales, que se ha vuelto tan popular en los últimos años, me desconcierta el hecho de que el eje del movimiento se centre en que las mujeres sean similares a los hombres, y esto se denomine “independencia” y orgullo “feminista”, etcétera.