Estimado Rabino:
La familia de una amiga mía está atravesando un momento muy duro. Ella pasa la mayor cantidad de tiempo en su casa rezándole a Di-s para que su situación mejore, pero nada cambia. Trata por todos los medios de mantener la fe, pero cuanto más le reza a Di-s, más se enoja con él.
¿Debería aconsejarle que deje de rezar para que no se moleste tanto con Di-s? ¿O debo aconsejarle que siga rezando, aunque eso la lleve a enojarse aún más?
Respuesta:
Muchas gracias por la pregunta. Tu amiga es muy afortunada por tener una amiga como tú que se preocupa y ocupa por su bienestar.
Rezar: parte de un todo
La pregunta anterior se vincula con un falso concepto respecto de cómo funciona la relación con Di-s, muy común entre las personas. Algunos creen que deberíamos rezarle a Di-s, pedirle aquello que necesitamos y queremos, y ahí se termina todo. Creen que rezar y tener fe en Di-s es suficiente para que, mágicamente, nos lleguen las bendiciones y los cambios que solicitamos.
Sin embargo, lo cierto es que deberíamos ser como el granjero fiel, que le reza a Di-s pidiéndole éxito y luego, convencido de que lo conseguirá, se avoca a la tarea de sembrar el campo.
Di-s creó el mundo para que podamos trabajar en él y para que seamos creativos. Sí, esta es una tarea difícil. Es posible que quedarse en casa sea más fácil, pero eso no es lo que Di-s pretende de nosotros en este mundo.
Debemos construir el receptáculo para poder recibir las bendiciones. Dicho receptáculo no debe ser solo físico, sino también espiritual. Y solo podremos conseguirlo si aumentamos nuestra observancia del judaísmo. A través de estos canales, Di-s nos concede sus bendiciones.
El rezo debería acercarnos a Di-s y hacer que aceptemos con alegría aquello que Él quiere que hagamos en este mundo. Una vez que tu amiga rece de esta forma, podrá determinar qué cosas están a su alcance y puede modificar, y entonces, lo hará.
¿Qué es el rezo?
El rezo nos acerca a Di-s y nos recuerda que Él nos acompaña tanto en los momentos difíciles como en los momentos felices, y nos permite entender que Di-s todopoderoso realiza actos que no comprendemos. A través del rezo, podemos entender que todo aquello que excede nuestro poder, pertenece al ámbito de Di-s, y que nuestros deseos personales no necesariamente se corresponden con lo que es mejor para nosotros. Así como un padre no siempre cumple con todos los deseos de sus hijos porque comprende las distintas situaciones con otra perspectiva, así también, nosotros debemos confiar en el juicio de Di-s, quien hace lo que es mejor para nosotros.
El rezo nos conecta con Di-s, nuestro Creador. Los rezos judíos se relacionan con la grandeza del Di-s infinito, quien creó toda la realidad y continúa siendo una parte muy activa en cada detalle de la vida cotidiana del ser humano, que es finito.
Por medio del rezo, también, podemos contemplar y reconocer las bendiciones que, literalmente, llueven sobre nosotros. A menudo, ni siquiera extendemos nuestras manos para tocar las gotas que caen del cielo. No nos detenemos a contemplar la creación de Di-s ni siquiera a percatarnos de cuán afortunados somos por estar vivos, en movimiento, rodeados de familiares y amigos. Cuando ponemos el foco en lo que queremos, pero que no estamos recibiendo, solo conseguiremos frustración, y crecerá en nosotros la sospecha de que Di-s no nos quiere.
Una de las formas más nobles de caridad es la de ayudar al prójimo a encontrar una ocupación que lo construya como un ser autosuficiente. Al ayudar a tu amiga a concentrarse en aquellas cosas que sí puede controlar o cambiar y al remarcarle con gentileza los aspectos positivos de su vida, estarás haciendo una gran obra de caridad.
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