Un joven estudiante de la yeshivá de Lubavitch apresuró su paso por un muy transitado boulevard de Manhattan. Era viernes de tarde y él aún tenía algunas visitas más por hacer. Estaba en camino hacia uno de sus ‘regulares’ —un hombre de negocios a quien visitaba cada viernes, compartiendo los mensajes de las Campañas de Mitzvah del Rebe.

Cuando entró al negocio, notó un marcado cambio en el interior. '¡No preguntes!’, lo saludó el hombre de negocios con una mirada forzada en su rostro.

“Mi negocio se inundó. Perdí una gran cantidad de mercadería. He escrito una carta al Rebe pidiéndole una bendición para un vuelco exitoso de fortuna. ¿La entregarías por mí, por favor?.”

El estudiante de yeshivá le aseguró al comerciante que así lo haría. Tan pronto como vino una respuesta, él se apresuró a notificar a su amigo en Manhattan.

“El Rebe ha dado instrucciones para que Ud. sea meticuloso en observar Shabat y Yom-Tov (festividades),” le dijo.

El comerciante estaba visiblemente agitado. “¿Qué significa eso?,” él replicó mordazmente y con indignación. “Yo observo el Shabat y las fiestas.”

El estudiante decidió informar al Rebe de la respuesta del hombre. El Rebe respondió concisamente: “El principio del Sábado y Yom Tov.”

Ese viernes, el estudiante trajo noticias de la segunda respuesta del Rebe al comerciante. Tratando de ayudarlo a poner en práctica las instrucciones del Rebe, él preguntó acerca de la rutina del hombre los viernes de noche.

"Bien, obviamente, digo Kiddush y participo de la comida de Shabat."

Repentinamente, un pensamiento vino a la mente del estudiante. “¿A qué hora cierra Ud. su negocio los viernes?" preguntó él.

“Oh, entre las siete y las ocho,” replicó el hombre ingenuamente. Durante la conversación que siguió, el comerciante aprendió por vez primera acerca de la hora correcta del inicio del Shabat y fiestas.