Iaakov, propietario de un taxi en Tel Aviv, estaba acostumbrado a conducir a los otros. Ahora, sin embargo, eran sus acreedores quienes estaban conduciéndolo —a la desesperación.

Él pensó que la compra de su propio taxi aumentaría sus ingresos, porque lo libraría de pagar un porcentaje mensual a la compañía. Al contrario, la compra lo sumergió más profundamente en la deuda. El agotó los recursos que amigos y familia podían darle, y el interés sobre préstamos bancarios estaba devorando una gran parte de su ingreso. Más aún, él estaba comenzando a descubrir que era costoso mantener su propio taxi.

Iaakov necesitaba un préstamo urgente de mil dólares, pero ¿a quién podría él dirigirse? Finalmente, pensó pedir a los otros conductores de su compañía. Era vergonzoso —ellos no estaban en buena posición económica tampoco, pero él no tenía otra alternativa; necesitaba el dinero urgentemente.

Pensó en Amnon, un taxista decente y Shomer Shabat. Amnon era a menudo objeto de burla de los otros conductores: “¡Ridículo!. La mayor parte de nuestro ingreso proviene de los pasajes del Shabat cuando hay servicio de ómnibus limitado.” Ellos se burlaban del taxi estacionado de Amnon, “Alquílalo a alguien para el Shabat Amnon, al menos haz alguna comisión. ”

Amnon rehusaba. “¡Nadie va a profanar el Shabat con mi taxi!” replicaba él con calma determinación.

Iaakov estuvo sorprendido cuando Amnon ofreció prestarle la suma entera. Él no había esperado que estuviera de acuerdo tan rápidamente, y ciertamente no pensó que él tendría esa suma disponible. Él había esperado no más que una parte de la suma y un consejo a quien acercarse por el saldo del dinero.

Pero Amnon agregó, “Antes de que yo te de el dinero, quiero que me escuches,” dijo Amnon.

A pesar de que no estaba con ánimo para una conversación, Iaakov no tuvo alternativa sino escucharlo. “Escucha," comenzó Amnon. “Yo experimenté el mismo apremio por el que tú estás pasando. Cuando comencé, trabajé día y noche y ni así conseguía salir de deudas.”

“Sí,” murmuró Yaakov, “recuerdo.”

Amnon continuó, “Tú podrías recordar también que mi hijo enfermó críticamente. Mi esposa y yo luchamos durante las semanas que él estuvo dentro y fuera del hospital, pero los médicos no podían curarlo. Inclusive probamos varias clases de medicamentos naturales y talismanes curativos, pero nada ayudaba. Un día, un vecino observante con quien yo tenía poco contacto me paró en el hall.”

“‘No le molesta si tengo una palabra con Ud.’” Preguntó educadamente. “‘Me gustaría darle algún consejo concerniente a su hijo enfermo.

Yo estaba inclinado a encogerme de hombros pero estaba emocionalmente tan desgastado que lo escuché agotado. ‘Un Rabino en Nueva York ha ayudado a mucha gente en tiempo de necesidad’, dijo él. ‘Permítame darle su dirección. Ud. no tiene nada que perder por pedir su bendición. ’”

“El nombre y la dirección que me dio era del Rebe M.M.Schneerson en “770” Eastern Parkway. En réplica a mi carta, Rabbi Schneerson dió a mi hijo una bendición y me instruyó que incorporara Shabat, kashrut y tefilim a mi vida. Fue una transición difícil, pero permítame contarle, mi hijo se recuperó. Y desde que comenzamos a respetar Shabat, mi ingreso ha sido firme y suficiente. Nos hemos arreglado, incluso, para ahorrar algún dinero.”

Yaakov necesitaba el dinero y estuvo de acuerdo en observar el Shabat. Como resultado, muchas cosas en su vida cambiaron para mejor. En varios meses, devolvió el préstamo.

Yaakov no fue la última persona en la cadena de los adherentes al Shabat que comenzaron con la instrucción del Rebe a Amnon.