“¿Qué aprendiste hoy en la escuela, Danielito?”

“Que los judíos se habían escapado de Egipto, y llegaron a la orilla del Mar de Juncos cuando vieron detrás de ellos el ejército egipcio.”

“‘No se preocupen,’ dijo Moisés. Sacó su Walkie Talkie y dio unas órdenes.

“En seguida aparecieron helicópteros que bombardearon a los egipcios, aparecieron aviones y bajaron las piezas de un puente flotante por medio del cual los judíos pudieron cruzar el mar y salvarse.”

“¿Esto es lo que realmente te enseñaron en la escuela? ¡No lo puedo creer!”

“Mira, Mamá, si te digo lo que realmente me contaron, seguro que no lo vas a creer…”

º º º

Uno de los milagros bíblicos más conocidos, sobre el cual leemos en la lectura bíblica de esta semana, Beshalaj1 es, sin duda, el de la partición del Mar de Juncos.

Sin entrar a discutir con los escépticos si hay que entender el relato literalmente o no, veamos algo de las enseñanzas que podemos aprender del mismo. La Torá no es un mero libro de historia. Cuando la Torá nos cuenta algo de la historia, cuenta solamente aquellos detalles que contienen enseñanzas atemporales.

Nuestros sabios relatan que cuando el pueblo judío, recién liberado de la esclavitud egipcia, se encontró “entre la espada y la pared”, con el mar delante de ellos y el ejército egipcio detrás, se dividieron en cuatro grupos con sus respectivas opiniones.

Un grupo opinaba que había que pelear contra los egipcios. “Somos hombres libres,” dijeron. “defendámonos”.

Otro grupo opinaba que había que rendirse. “Es imposible ganarle al ejército egipcio armado y entrenado. Hemos disfrutado de una semana de libertad; se terminaron las vacaciones. Volvamos ahora a cómo éramos antes.”

Un tercer grupo razonó de la siguiente manera: “No podemos ganarle a los egipcios en guerra y no volveremos nunca jamás a ser esclavos. Tirémonos al mar.”

El cuarto grupo planteó una solución genial: “Recemos a D-os para que nos salve,” dijeron.

¿Cuál de los cuatro grupos tenía la razón?

Adivinaste. Ninguno.

¡Daber el Bnei Israel veisáu!, ¡Háblales a los Hijos de Israel y que avancen!” dijo D-os a Moisés2 .

Najshon hijo de Aminadav no vaciló y empezó a avanzar, entrando al mar y nadando hasta que no podía más. “Sálvame D-os, porque las aguas llegaron hasta el punto de ahogarme”3 .

Fue ahí que D-os le dijo a Moisés que levante su bastón y el mar se partió, permitiendo a los Hijos de Israel cruzar sobre tierra seca.

Hoy en día

¿Cuál es la relevancia de los cuatro argumentos a nuestras vidas, hoy en día, lejos - en el espacio y el tiempo - de aquellos acontecimientos?

Las cuatro opiniones representan cuatro actitudes posibles frente a los desafíos de la vida actual.

La vida es una lucha entre ceder ante la seducción material y hedonista y la dedicación a lo espiritual y Divino.

La sociedad que nos rodea amenaza con extinguir, por las buenas o por las malas, nuestro estilo de vida, dedicada a cumplir y vivir de acuerdo a la voluntad Divina.

¿Cómo debemos lidiar con dichos desafíos?

1) Pelear. Vamos a mostrar las falacias que hay en las alternativas. Vamos a probar al mundo que tenemos la verdad.

2) Rendirse. Es imposible pelear contra el gran mundo ahí afuera. Somos una pequeña minoría y no podemos ganarle al mundo “racional” con nuestra armas de fe.

3) Tirarse al mar. El mar representa un mundo desconectado de lo terrenal. Divorciémonos del mundo material. Metámonos en un mundo de estudio y religiosidad y así nos salvamos de las amenazas del mundo externo.

4) Rezar. Es cierto que somos una pequeña minoría vulnerable. Pero D-os es grande y está de nuestro lado. PidámosLe ayuda.

Ninguna de estas cuatro actitudes es la correcta. Son todas distracciones del objetivo verdadero que es avanzar hacia la meta. D-os había sacado al pueblo judío de la esclavitud egipcia para que lleguen al Monte Sinaí a recibir la Torá. Esa fue la consigna: “Nos encontraremos en el Monte Sinaí”. Al tener un mandato Divino tan claro no tenían por qué vacilar y buscar soluciones “humanas” a los desafíos que se les presentaban en el camino. Najshón entendió este concepto. Si D-os dijo que avancemos, avancemos. El mar que hay delante es problema Suyo; no mío. Yo debo hacer lo que depende de mí y que El haga lo que depende de El.

Y así fue. Cuando Najshón llegó al límite de sus fuerzas, D-os intervino y le partió el mar. D-os no hace por nosotros lo que podemos hacer por nosotros mismos. Interviene recién luego de que hicimos todo lo que depende de nosotros y ya no podemos más. Cuando llegamos al máximo estamos en condiciones de incursionar al mundo del infinito. Las leyes de la naturaleza se suspenden y ceden ante el que trasciende a su naturaleza y cede ante la voluntad de D-os.

También hoy en día tenemos un mandato claro: crear las condiciones necesarias para que venga el Mashíaj para, como Moisés en su época, cerrar la etapa de exilio e iniciar la etapa de la redención. Todo lo que no ayuda a este objetivo es una distracción por más sagrado que pueda parecer.

¿Cómo se hace para crear las condiciones necesarias para que venga el Mashíaj?

Hay que partir nuestro “mar” interior; penetrar las manifestaciones externas para revelar el “lecho marino”, nuestra esencia Divina.

Esto se logra por medio del estudio de la Torá (en especial el “alma” de la Torá como está manifiesta en Jasidut) y el cumplimiento de los Preceptos, especialmente el de amar al prójimo como a uno mismo, que implica compartir con él o ella todo lo antedicho para que pueda partir su propio “mar” interior y dar expresión a su esencia.

Cuando lograremos eliminar el exilio interior que hay dentro de nosotros crearemos las condiciones necesarias para que venga el Mashíaj a sacarnos del exilio exterior en el cual nos encontramos.

Las mujeres virtuosas

La Torá nos cuenta que después de cruzar el mar Moisés y los hombres cantaron por un lado y Miriam y las mujeres por otro lado. Encontramos una particularidad en la celebración de las mujeres: celebraban con banderetas.

¿De dónde obtuvieron las banderetas?

Nuestros sabios explican que las mujeres estaban más confiadas que los hombres en que eventualmente iban a ser liberadas de la esclavitud egipcia y se prepararon banderetas para, llegado el momento, acompañar su celebración.

“Fue en mérito de las mujeres virtuosas de aquel entonces que nuestros antepasados lograron salir de Egipto4 ,” dicen nuestros sabios, y será en mérito de las mujeres virtuosas de la actualidad que lograremos salir del actual estado de exilio.

Ojalá que sea pronto.