Había un judío llamado Mendel que vino a consultar al tzadik (hombre santo), Reb Arye Leib de Shpola, pidiendo su ayuda y consejo. A primera vista, el Rebe pudo apreciar que el hombre estaba muy agitado y nervioso.

“¡Rebe, no sé qué hacer!”, dijo aquel hombre. “Hace un año dejé mi casa en Rumania para venir a Rusia, junto con mi mujer y familia. Teníamos esperanzas en comenzar de nuevo nuestra vida para mejor, pero no hemos tenido suerte. Peor aún, dado que tuvo costos altos para la mudanza, adquirí deudas que no sé cómo pagaré; y para colmo he recibido documentos contentivos de una demanda por haber supuestamente robado dinero del gobierno, por lo cual me citan al tribunal”.

“Créame Rebe, nunca toqué en mi vida un centavo que no perteneciese. No sé de qué se trata todo esto. ¿Qué debo hacer?”

“No te preocupes”, dijo el Reb Aryeh Leib, tratando de calmarlo. “Dime, ¿dónde tendrá lugar este juicio?

“Aquí en Rusia”, contestó Mendel. “Querían trasladarme a Rumania para juzgarme allá pero el gobierno de Rusia me brindó su protección impidiendo el traslado.”

“Muy bien. Es mejor batallar en el propio territorio. ¿Conoces la fecha para la realización del juicio?”

“Sí. La fecha es……..”

“Solicita un cambio de fecha”, dijo el Rebe categóricamente. “¡Haz todo lo que esté a tu alcance para que el juicio se lleve a cabo el día de Purim! ¿Tienes abogado que te asista?

“No, Rebe, todavía no.”

El Rebe hizo una breve pausa y le dijo, “Mendel, haré un trato contigo. Conozco cierta chica que pronto contraerá nupcias. La pobre chica es huérfana, no tiene padre ni madre que la ayuden. Trato de ayudarla lo mejor que puedo pero aún necesita 300 rublos para la boda. Si consigues esa suma para ella, yo me comprometo a conseguirte un buen abogado.”

Mendel estaba muy contento. 300 rublos era una gran suma, pero Mendel inmediatamente la entregó al Rebe. Lleno de gran optimismo, se dio vuelta para marcharse.

“Espera Mendel. ¿Cómo piensas reconocer al abogado que te enviaré? Mendel se le quedó mirando al Rebe sin hablar. “Escucha Mendel, no te preocupes. Él se reunirá contigo en el tribunal el día de Purim. Podrás reconocerlo porque llevará sombrero blanco y guantes rojos. ¿Podrás identificarlo así?

Mendel sonrió agradecidamente. “Gracias Rebe”, dijo.

Mendel regresó a su casa e inmediatamente comenzó a ejecutar las instrucciones del Rebe. Acudió al tribunal, lleno los papeles correspondientes a su solicitud, habló con los funcionarios para cambiar la fecha del juicio. Al principio no tuvo éxito. Sin darse por vencido, insistió hasta conseguir el cambio de fecha. El juicio se llevaría a cabo el día de Purim.

Faltando poco tiempo para que se realizara el juicio, Mendel envió una carta al Rebe adjuntando más dinero para ser distribuido entre los necesitados en Purim, y solicitando al Rebe una bendición.

Finalmente llegó el día del juicio. En la sinagoga del Shpoler Zeidem todos estaban emocionados con el ambiente festivo de Purim.

Siguiendo su habitual costumbre anual, Reb Aryeh Leib preparó su obra teatral para Purim. Giró instrucciones a sus pupilos y a la gente del pueblo para que asumiesen el papel de actores, pero ninguno conocía cual personaje asumiría ni cuál era la temática de la obra.

Uno de los pobladores fue instruido para asumir el papel de un judío llamado Mendel. A otro poblador se le asignó el papel de un viejo amigo de Mendel, quien en un acto de deslealtad se puso en su contra, convirtiéndose en el testigo clave de la parte demandante.

El papel de juez le fue asignado al rabino del pueblo. El acusador, quien debería probar la culpabilidad de Mendel, fue representado por un actor a quien se le indicó maquillar su cara de color negro. El Shpoler Zeide asumió el mismo el papel del abogado de Mendel. Se colocó una bufanda blanca alrededor de su sombrero y utilizó unos guantes de color rojo.

El juicio comenzó. Al inicio, el alguacil dio lectura a los cargos que se le imputaban a Mendel. El “acusador” de rostro color negro, trató de convencer al tribunal de que Mendel era una mala persona, un consagrado criminal y un ladrón.

Sin embargo, el público asistente proveniente del pueblo, le interrumpió en repetidas oportunidades, haciendo burla de sus argumentos en contra de Mendel.

El trataba de convencer al tribunal de que Mendel se mudó a Rusia para escaparse de la justicia de su país natal, pues se había apoderado de una cantidad de dinero proveniente de las arcas públicas del gobierno de Rumania y huyó a Rusia para no tener que devolverlo y conservarlo para sí.

Los dos testigos propuestos por la defensa de Mendel acudieron al estrado. Testificaron su inocencia. Declararon ante el tribunal que habían visto al antiguo “amigo” de Mendel intentando sobornarlo para que le entregase una fuerte suma de dinero y, dado que Mendel se rehusó a entregarle ningún dinero, aquél juró tomar venganza e hizo una falsa denuncia en contra de Mendel.

Prosiguió así la fase de la argumentación, el Shpoler Zeidem, disfrazado y en el papel de abogado de Mendel, hizo una exposición en la cual demostraba que todo se trataba de una denuncia infundada producto de una trama orquestada por el “amigo” convertido en enemigo por innobles razones. Pudo probar que nunca existió dinero robado y menos aún que Mendel se lo haya encontrado, así que el gobierno de Rumania no tenía nada que reclamar legalmente. Todos estaban en suspenso y escuchaban con suma atención las palabras del abogado defensor.

Ya para concluir, tuvo lugar el veredicto. El “juez”, quien era interpretado por el rabino del pueblo, declaro la inocencia de Mendel. Al desleal “amigo” de Mendel le fue desechada su infame declaración y le fue reprochada su reprobable conducta ante el tribunal, siendo expulsado de la sala con gran vergüenza. El “acusador” también fue echado del recinto y le fue ordenado lavar su cara pintada de negro.

Seguidamente, habiendo concluido la obra, el Shpoler Zeide y sus seguidores se sentaron a disfrutar de la comida festiva con ocasión de Purim. En la mitad del festejo, un mensajero enviado por el verdadero Mendel llegó con noticias. !Había ganado el juicio y estaba libre de todos los cargos!, por lo cual regresaría a Shpola de inmediato.

Algunos días más tarde, estando ya en el pueblo, Mendel contó a todos acerca del juicio y su magnífico abogado. Las personas a quienes hablaba tenían caras de estupor y no podían creer lo que escuchaban. ¡Su narración coincidía exactamente con lo acontecido en la obra teatral de Purim del Shpoler Zeidem!

Mendel estaba desesperado por reencontrarse con el tzadik. “Gracias Rebe”, fue lo primero que le dijo. “Me envío usted el mejor abogado, un estupendo profesional. Todos comentaron sobre su impecable desempeño, dijeron que nunca habían visto mejor abogado! Lo más importante es que estoy aquí de nuevo con usted, libre de todos los cargos, “¡ese abogado realmente salvó mi vida!”

“Me alegra escuchar tan buenas noticias”, dijo el Rebe. “¿Por casualidad conoces el nombre de tan brillante profesional?”

“No lo conozco Rebe”, contestó Mendel.

“Te lo revelaré ahora. Era un ángel del cielo creado a causa de tu caridad para con la chica huérfana que iba contraer nupcias.”

“Si eres afortunado, lo volverás a encontrar. Transcurridos 120 años, cuando seas sometido al juicio celestial delante del Tribunal de D-os, donde se juzgarán tus actos en este mundo,¡ él podría de nuevo asumir tu defensa e interceder en tu favor!”