Cuando los hijos se vuelven más observantes

Sra.…

Long Branch, Nueva Jersey, Estados Unidos.

Una bendición y un saludo:

Recibí debidamente su carta, en la que me escribe acerca de una situación en la que los hijos son observantes más estrictos que sus padres, y acerca de los problemas que esto crea en el hogar.

Dado que me invita a comentar esta situación, me gustaría decir lo siguiente: de seguro es innecesario explicar que los padres siempre desean que sus hijos tengan una firme y apropiada perspectiva de la vida. Esto es especialmente cierto en nuestro tiempo, de profunda confusión con respecto a los valores reales en la vida, y en los que tanta gente joven no sabe cómo hallar sus verdaderos valores, etc. De ahí que sea obvio lo felices que deberían sentirse los padres cuando sus hijos sí tienen un compromiso fuerte con un modo de vida pleno de significado, el cual, además, está en armonía con la tradición de ambos lados de la familia, como usted aclara.

Es bien sabido que este modo de vida también atribuye gran importancia a que los niños tengan una actitud positiva hacia sus padres, especialmente en cuanto honrar al padre y a la madre es uno de los Diez Mandamientos.

Todo esto debería hacer sentir a los padres más bien afortunados y darles una gran medida de paz, y ciertamente no debería ser motivo de que la situación se vuelva más complicada y difícil para los hijos de lo que debe ser.

Además, una tendencia muy bienvenida en las grandes ciudades en estos últimos años ha sido el tremendo crecimiento del porcentaje de hijos que están más estrictamente comprometidos con la observancia de la Torá y las mitzvot en la vida cotidiana que sus padres, junto con el hecho de que los padres reciben najes (satisfacciones) de sus hijos y se enorgullecen muchísimo de ellos.

Confío en que las líneas precedentes, aunque demasiado breves en relación con el asunto del que tratan, bastarán a una persona de su formación para darle que pensar, y la invitarán a tratar de que no sólo se preserven plenamente la paz y la armonía en el hogar, sino que también se considere un logro haber criado hijos tan refinados, cuya ambición es progresar en el modo judío de vida, y ciertamente no reaccionar negativamente y dificultárselo, D-os libre, de manera alguna.

Que usted y su marido tengan muchos najes judíos de todos y cada uno de sus hijos, con buena salud y un feliz ánimo.

Bendiciones, M. Schneerson