Todo comienza y culmina con la luz.
“En el comienzo creó Di-s los cielos y la tierra”. Y ¿qué fue lo primero que dijo Di-s? “Hágase la luz”.
¿No suena un tanto extraño? ¿Cuál es el objetivo de encender las luces cuando aún no hay nada para ver ni nadie allí para verlo?
Este es el secreto: el texto original en hebreo no dice exactamente lo que acabamos de leer. Una interpretación más exacta sería algo así: “cuando Di-s estaba a punto de crear los cielos y la tierra…”, es decir, antes siquiera que Di-s comenzara, en ese instante, ordenó: “Hágase la luz”.
De forma tal que estableció el sentido y el objetivo de todo lo que iba a crear a continuación: convertirse en luz.
De esta manera se explica por qué, luego de crear cada cosa, Di-s la mira y “ve que es buena”, porque cada creación tiene su propia forma de hacer brillar esa luz. Una vez que todo está completo, Di-s dice: “es muy bueno”. Cuando muchas cosas brillan a la vez, en armonía, resulta algo hermoso y muy bueno. Se trata de la luz última.
Solo que, para que dicha luz última brille, se debe primero desarrollar una historia. Por lo tanto, nuestros sabios nos dicen que esta luz fue escondida para un futuro venidero. Paulatinamente aprendemos a develar esa luz oculta por medio de cada acto, objeto o persona que entra en nuestras vidas.
Y aquí yace otro secreto. El secreto de todos los secretos:
La palabra hebrea para secreto (raz) posee el mismo valor numérico que la palabra hebrea para luz (or). Los secretos y la luz, al parecer, están relacionados.
Pero eso resulta un tanto confuso, ya que un secreto es algo oculto y la luz es algo que revela las cosas ocultas. Ambas palabras no parecen estar relacionadas, sino que, por el contrario, parecerían ser opuestas.
Entonces, este es el secreto de la vida: cada cosa posee su propio secreto. Y la historia se desarrolla de la siguiente manera: por medio de nuestras luchas cotidianas y a través de las palabras, lentamente vamos rompiendo el caparazón y dejando salir el secreto a la luz. El secreto de toda oscuridad es que desea convertirse en luz; el secreto de todos los seres racionales es que deben percibir esa luz; el secreto de toda la existencia es que surge de aquello que excede la existencia misma.
Aquellos que conocen el secreto revelan la luz. Aquellos que poseen luz, revelan el secreto. Hasta que, finalmente, esa luz brilla en todas partes y sobre todas las cosas.
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