Pregunta:
¿Cómo puedo deshacerme de mi ego? Sin importar cuanto lo intente, no puedo librarme de él. He intentado mediante la meditación, el ayuno y hasta haciendo votos de silencio, pero luego de años de intentarlo, mi ego sigue ahí.
Respuesta:
Luchar contra el ego es como intentar no pensar en nada. Cuanto más lo intentamos, más nos alejamos del objetivo. Cuanto más en serio nos tomemos el problema, más alimentaremos al ego. Incluso si creemos estar combatiéndolo, seguirá arraigado en nosotros.
El deseo de ser seres espirituales también puede ser egocéntrico. Ayunar puede resultar tan gratificante como una buena comida. Siempre que nosotros seamos quienes tomemos las decisiones respecto de qué es santo y sagrado, permaneceremos bajo el hechizo del ego.
Existe una sola forma de trascender al ego y es mediante las mitzvot. Las mitzvot son mandatos divinos que nos fueron comunicados mediante la Torá. Cumplir con una mitzvá significa hacer algo solo porque Di-s nos lo ordena, no por otro motivo.
Ya sea que la mitzvá nos cause placer, como descansar en shabat, o que nos parezca completamente extraña, como ponernos los tefilín cada mañana; ya sea que nos parezca sencillo, como poner una mezuzá en la puerta de nuestra casa, o increíblemente difícil, como honrar a nuestros padres. Cada vez que cumplimos una mitzvá excedemos los parámetros de lo humano y alcanzamos lo divino: no hacemos aquello que nos nace, sino lo que Di-s quiere que hagamos.
Una vida guiada por las mitzvot nos permite no reparar tanto en nosotros, porque estamos aquí solo para servir a otros, tanto a Di-s como a nuestros semejantes. Incluso los méritos personales, para aquellos que deciden vivir una vida dedicada a las mitzvot, solo resultan importantes porque Di-s quiere que mejoremos y alcancemos nuestro máximo potencial.
Realicemos una mitzvá cada día y pongamos el eje no en nosotros mismos, sino en los objetivos. Cuando así lo hacemos, el peso del ego desaparece y, solo así, somos verdaderamente libres.
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