Estimado rabino:
¿Los judíos creen en el infierno? No es que esté planeando algún viaje a ese lugar, pero he escuchado opiniones diversas acerca de su existencia.
Respuesta:
Los judíos creen en un tipo de infierno, pero no es aquel que se encuentra en los dibujos animados o en las historietas. El infierno no es un castigo en el sentido convencional, sino, por el contrario, una expresión de gran bondad.
Los místicos del judaísmo describen un lugar espiritual denominado el “Gueinom”, cuya traducción más común es “Infierno”. Pero resultaría más preciso traducir este término como la “Suprema Lavadora”, porque así es como funciona. La forma en la que nuestra alma se limpia en el Gueinom es similar a como lavamos nuestras ropas en una lavadora.
Si nos detuviéramos a pensar por un instante y pudiéramos ponernos en el lugar de nuestras medias, por ejemplo, claramente no nos resultaría grato ser arrojados al agua hirviendo y dar vueltas a lo loco durante media hora. Creeríamos que sin dudas alguien no nos quiere en absoluto. Sin embargo, solo luego de haber lavado bien las medias es que podemos volver a usarlas.
No arrojamos nuestra ropa a la lavadora a modo de castigo. La sometemos a algo que parece duro y doloroso para que vuelva a estar limpia y así poder usarla nuevamente. El calor intenso del agua afloja la suciedad y la fuerza centrífuga hace que se desprenda de la ropa por completo. Lejos de dañarlas, les estamos haciendo un favor al someterlas a este proceso.
Lo mismo ocurre con nuestra alma. Cada acto que realizamos en esta vida deja marcas en ella. Las cosas buenas la resaltan y elevan, mientras que las malas acciones dejan manchas que deben ser removidas. Si, al final de nuestros días, dejamos este mundo sin haber enmendado las malas acciones que cometimos, nuestra alma no pude acceder a su lugar de descanso en las alturas. Debemos pasar por el ciclo de lavado primero. Nuestra alma es sometida a un calor espiritual intenso para quitarle todo posible residuo y prepararla así para entrar al Cielo.
Por supuesto, este proceso puede evitarse. Si verdaderamente lamentamos los errores que cometimos y los enmendamos con aquellos a los que hemos lastimado, podremos irnos de este mundo “con la ropa limpia”.
Es por ello que nuestros sabios dicen: “arrepiéntete hasta un día antes de partir de este mundo”. Y ¿qué hacemos si no tenemos la certeza de cuándo será nuestro último día en este mundo? Entonces, debemos arrepentirnos hoy mismo.
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