Crecí en Boston en las décadas del 20 y del 30, sin educación judía de ningún tipo. Cuando llegó el momento de mi bar mitzvá, un tío muy amable me llevó a la sinagoga y me explicó cómo decir la bendición antes y después de la lectura de la Torá. Luego volví a mi hogar y me puse a jugar hándbol contra el costado de la casa, como si nada hubiera pasado. Esa fue toda mi educación judía hasta la universidad.
En la Universidad de Massachusetts, me metí en Hillel, la organización judía del campus, y en Avika, una organización sionista que tenía una sede en Catskills. Como resultado, me interesé por el cumplimiento de los preceptos de la Torá y por mudarme a Israel para trabajar la tierra. Sin embargo, se interpuso la Segunda Guerra Mundial. Serví en la marina mercante, y cuando terminó la guerra me inscribí en una escuela rabínica progresista, el Instituto Judío de Religión, dónde estudié para ser rabino reformista y me interesé por la cábala. Este interés me llevó a estudiar con un místico llamado Shin Tzadik Setzer, y a escribir el libro Nine and a Half Mystics (Nueve místicos y medio), que fue publicado en 1969.
Mientras tanto, fundé una congregación reformista, el Temple Israel en South Orange, Nueva Jersey y también incursioné en el periodismo. Así fue como tuve mi primer encuentro con el Rebe, en 1955, mientras escribía un artículo acerca de Jabad Lubavitch para la revista Commentary.
El Rebe me concedió una entrevista, y fue extraordinariamente atento para responder mi gran cantidad de preguntas. Yo era consciente de que había mucha gente afuera esperándolo, por lo que traté de ser conciso, pero él me dijo “No, está bien, podemos continuar”. Y hablamos largo rato.
Regresé a mi hogar profundamente impresionado, pero también tenía más preguntas. Estaba ansioso por encontrarme con el Rebe otra vez, y lo hice. También asistí a reuniones de Jabad —los farbrenguens— donde el Rebe hablaba. Finalmente, sentí que tenía el material suficiente para escribir un artículo responsable acerca del movimiento de Jabad. De hecho, escribí dos largos artículos que publicó Commentary. La reacción del público fue muy satisfactoria, y hasta la revista Time respondió con una crítica positiva.
Por ese tiempo, Jabad comenzaba a expandirse, y ya contaba con algunos centros a lo largo de Estados Unidos y en otros países también. Esto concordaba con la directiva del Rebe de “difundir las fuentes” del jasidismo. No tengo dudas de que yo fui un medio para este fin. De hecho, yo mismo me volví, en esencia, un jasid de Jabad aunque continué siendo un rabino reformista y dedicándome a mi congregación.
De algún modo, el Rebe me trató como su “emisario en el movimiento reformista”. Me pidió específicamente que siempre defienda la Torá cuando me sea posible, y que añada mitzvot a la observación del movimiento reformista siempre que pueda.
Lo hice. Y durante este tiempo —aunque no por mi intervención— el movimiento reformista se volvió más observante. El pronóstico del Rebe acerca de lo que estaba por suceder fue correcto.
Trató de influenciarme para que me hiciera más observador de la Torá. Cuando mi madre murió, él me escribió una breve carta de condolencias, como la que podría escribir para muchas personas que han perdido un ser querido. Y luego escribió una posdata de casi dos páginas.
En la posdata me llamó a ser un ejemplo, dentro del movimiento reformista, de lo que la tradición judía pide de nosotros. Pero también dijo: “Incluyo esto como posdata, para que sepas que no quiero aprovecharme de tu dolor para sugerirte que vivas una vida más llena de mitzvot. Lo incluyo como posdata para separarlo de mis condolencias”.
En otra ocasión, discutía con el Rebe las diferencias entre el movimiento de Jabad y los movimientos reformista y conservador. El Rebe dijo que cuando uno hace una pregunta acerca de la ley judía a un rabino reformista o conservador, su respuesta toma en cuenta cada posibilidad: dirá que se puede hacer esto, que se puede hacer lo otro, que se puede hacer mucho, que se puede hacer más, que se puede hacer menos, y al final te invitará a tomar tu propia decisión, y dirá que no debes sentirte culpable por ella.
Como me dijo el Rebe: “La gran falla de los movimientos conservador y reformista no es que intentan llegar a un consenso, sino que santifican ese consenso, acallan la conciencia, y no dan posibilidad al retorno”.
Por su parte, cuando se hace esa pregunta a un rabino de Jabad, la respuesta tomará en cuenta tu potencial. Puede presentarte opciones. Si no puedes cumplir todas las mitzvot en este momento, puede darte la opción de hacer lo que puedas ahora, y gradualmente tratar de hacer más, para finalmente cumplir con lo que Di-s pide.
El Rebe volvió sobre este tema una y otra vez, alentándome a dar los pasos que pudiera para incrementar gradualmente mi cumplimiento y ayudar a otros a hacer lo mismo.
Le pregunté al Rebe qué consejo tenía para las personas que querían volver al judaísmo de alguna forma. En su respuesta, el Rebe invocó al profeta Eliahu, que le dijo al pueblo judío: “No intenten bailar entre dos opiniones. No intenten moverse a los dos lados de la cerca, por así decirlo. Tomen una decisión firme”. “Incluso si no puede hacer todo la primera vez, tomen una decisión y digan: ‘Esta es la Torá. Estos son los mandamientos. Esto es lo que, gradualmente, intentaré cumplir’. Y comprométanse con todo el corazón”.
La última vez que hablé con el Rebe, estaba con cientos de otras personas que esperaban recibir su bendición. Cuando me acerqué a él, me dijo: “Es momento de volver a tu congregación —todavía lideraba una congregación reformista, y él lo sabía— ahora puedes anunciar que eres un judío ortodoxo, y que siempre lo fuiste”.
Lo hice. En la celebración de mi retiro de la sinagoga, luego de los discursos usuales, dije: “Hay algo que debo decirles. Algo que le prometí al Rebe. Le escribí acerca de Nine and a Half Mystics y me dijo: ‘Quiero que seas diez’. Yo quiero ser diez; quiero ser un judío ortodoxo. De hecho, siempre fui un judío ortodoxo, pero no lo he practicado. Pero ahora realmente quiero ser un judío ortodoxo, para que sean diez en vez de nueve y medio”.
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