Una de las campañas que el Rebe de Lubavitch lanzó a fines de los años 1960’s, insta a que los alumnos de la Ieshivá en sus tiempos libres, salgan a las calles de la ciudad a difundir judaísmo, invitando a los hombres judíos mayores de 13 años, a colocar Tefilín, y compartir unas lindas palabras de Torá.

Miles de jóvenes estudiantes de las Ieshivot de Jabad en el mundo, cada viernes recorren las calles de sus ciudades para llevar el mensaje de la Torá a sus hermanos judíos. Cada uno atesora maravillosas historias que recordarán por el resto de sus vidas. Aquí una, en primera personaAquí en Buenos Aires, aprovechamos los días viernes, pues las clases en la Ieshivá terminan antes, y nos dividimos en parejas, y cada grupo va a una zona diferente de la Capital.

En el año 2005, a mi me tocaba ir a visitar los negocios de la calle Alsina, en el centro porteño, junto a mi amigo Ariel Gwirtz. Generalmente llevábamos folletos de la Enseñanza Semanal, velas, nuestros Tefilín y también algún otro folleto alusivo a las fechas que nos encontrábamos para entregar a la gente que visitábamos.

Un viernes común y corriente, nos hicieron llegar un folleto especial de un proyecto de un Bet Jabad, que invitaba a mujeres que no habían tenido la oportunidad de hacer su Bat Mitzvá a los 12 años, de cursar un año con actividades especiales y aprendizaje, y a fin de año podían tener la fiesta que en su momento, por algún motivo, no habían tenido.

Así como hacíamos siempre, los distribuimos. Llegamos a un negocio y después de colocarles Tefilín, una de las personas empezó a mirar con atención el folleto de la propuesta del Bat Mitzvá. Ante esta inquietud, le pregunto el por qué de su atención especial hacia ello, y me responde: Me resulta extraño, tengo un tío de 82 años que quiere hacer su Bar Mitzvá y no lo dejan porque no ve bien y no va a poder leer la Torá. Cuando me dijo eso, le respondí rápidamente que no puede ser así, ya que realizar el Bar Mitzvá no consiste en que uno mismo lea la Torá, si no que es el hecho de aceptar sobre uno la responsabilidad del cumplimiento de las Mitzvot, y que entre ellas están los Tefilín que es la Mitzvá que marca un antes y un después en un niño de 13 años. Pero que si su tío aun no había tenido la oportunidad de festejar su Bar Mitzvá o colocarse Tefilín, era una oportunidad única para él poder hacerlo. Me dijo que me iba a averiguar su teléfono así me podría contactar con él.

A la siguiente semana llamé a su tío y fijamos un día para que lo vaya a visitar. Estaba ansioso con la situación que iba a vivir y junto a un amigo fuimos a visitarlo a su departamento. Nos recibió y nos dijo que no nos podía ver bien porque tenía problemas en los ojos, pero que nos sentáramos a escuchar su historia.

Había nacido en Argentina y conocía su condición de judío, aunque nunca había estudiado nada, pero recordaba el nombre de su madre en hebreo. Nos contó que nunca tuvo la oportunidad de formar una familia y que solo tenía relación con su sobrino (aquel que nos dio su información) y que deambuló por Brasil en busca de espiritualidad y estuvo en sectas y otras religiones buscando unir su alma con Di-s, pero que nunca sintió algo que lo mueva por dentro realmente. Ahora, se sintió atraído por el judaísmo pero no sabe nada y quiere aprender.

Nosotros, aun conmovidos por la historia, le contamos parte de la historia judía y también la importancia de algunos preceptos básicos. Recuerdo que era el mes de Elul, lo invitamos a escuchar el sonido del Shofar, cosa que aceptó gustosamente. Intentamos convencerlo de colocarse Tefilín por primera vez y así realizar su Bar Mitzvá, pero se negó diciendo que aun no estaba preparado. Nos fuimos de la casa acordando regresar la siguiente semana.

Luego de esa fascinante historia, volvimos a enseñarle más cosas de judaísmo que el escuchaba con atención. Cuando hablábamos de la importancia de Rosh Hashaná, nos dijo que tenía ganas de hacer su Bar Mitzvá. Le propusimos hacer una fiesta en nuestra Ieshivá. Aceptó y manifestó que quería invitar a sus amigos y amigas. Accedimos rápidamente y combinamos que el próximo jueves vendría a la Ieshivá a la mañana.

Eran las 9:30 y recuerdo como llegó vestido como el homenajeado a su Bar Mitzvá, de a poco empezaron a llegar sus amigos que se sentaron a rezar junto a todos nosotros, entre ellos, un señor de 93 años que dijo no recordar la última vez que se había colocado los Tefilín y volvió a cumplir la Mitzvá después de mucho tiempo.

Luego comenzamos a colocarle Tefilín al homenajeado. Él estaba emocionado, recuerdo explicándole que ahora tendría el honor de subir a la Torá y decir las bendiciones correspondientes. Hasta ese momento, dijo no recordar su nombre judío, pero justo en ese momento exclamó: “Mi nombre judío es Hershl”. Luego lo invitaron lo llamaron a la Torá, pronunció las bendiciones antes y después de la lectura y luego junto con nuestros compañeros de Ieshivá, su sobrino y amigos, comenzamos a bailar alrededor de la Torá con alegría, festejando el Bar Mitzvá de nuestro nuevo amigo.

Después servimos el desayuno y escuchamos unas palabras de Torá. Antes de despedirnos, quedamos en encontrarnos a la siguiente semana.

Recuerdo que cuando llegue al hogar, lo vi sentado en los sillones de abajo esperándome con la Kipa puesta. Me dijo que había decidido usarla. Juntos entramos al salón donde estaba la gente y el pidió silencio para que todos escuchen el Shofar.

Luego subimos y colocamos Tefilín nuevamente, Hershel estaba muy conmovido por el momento que había vivido y contaba cómo la gente lo había felicitado por su Bar Mitzvá. Emocionado, antes de despedirnos nos dijo: “No puedo verlos bien, pero les agradezco mucho por haberme hecho pasar el momento más lindo y feliz de mi vida”.