Estimado rabino:

Me gustaría entender por qué algunas personas tocan la mezuzá cuando entran o salen de sus casas.

Respuesta:

La mezuzá, que los judíos colocan en la puerta de sus casas, contiene un fragmento de pergamino en el cual están escritos dos versículos determinados (Devarim 6:4 y Devarim 11:13-21). Estos versículos corresponden al rezo conocido como shemá, que expresa la unicidad de Di-s. El versículo reza: “Escucha, oh, Israel, Hashem es nuestro di-s, Hashem es uno”, y a continuación nos encomienda amar a Di-s con todo nuestro corazón. El pergamino se coloca en una caja pequeña hecha a medida y se fija en el marco de la puerta de las casas.1

La tradición en muchos hogares judíos es tocar la mezuzá con la mano al entrar o al salir. Hay quienes luego se besan la mano con la cual la han tocado. ¿Cuál es el origen de esta costumbre?

El primer registro que encontramos de una persona que toca la mezuzá de esta forma aparece en el Talmud, en un relato sobre el famoso romano convertido al judaísmo Onkelos, hijo de Kalonymus.

Cuenta el Talmud que el emperador de Roma envió soldados a buscar a Onkelos2 para traerlo ante él:

Al llegar, Onkelos les relató varios pasajes de la Torá que los inspiraron e hicieron que los soldados decidieran convertirse al judaísmo.

El emperador envió otro grupo de soldados y les ordenó no decirle nada a Onkelos. Cuando llegaron, él les dijo: “Permítanme contarles algo trivial…”. Inspirados por sus palabras, los soldados se convirtieron.

En un tercer intento, el emperador envió un nuevo grupo de soldados y les ordenó que no entablaran diálogo alguno con Onkelos.

Cuando lo estaban retirando de su casa, Onkelos vio la mezuzá en el umbral de la puerta, estiró el brazo y la tocó. Onkelos les preguntó: “¿saben qué es lo que estoy tocando?”. Los soldados respondieron: “Dínoslo”.

Onkelos les explicó: “En todo el mundo, la tradición indica que los reyes se sientan dentro de sus palacios y los guardias los protegen del mundo exterior. Sin embargo, para Di-s, sus sirvientes deben estar dentro de las casas y él los protege del mundo exterior, como dice el versículo (Salmos 121:8): ‘Di-s te protegerá en tu partida y en tu regreso, desde ahora y hasta la eternidad’”.

Tal como había sucedido antes, los soldados fueron inspirados por estas palabras y se convirtieron. El emperador decidió no enviar más soldados a buscar a Onkelos.3

Basándose en este fragmento, el rabino Moshé Isserles agregó en el Código de la Ley Judía:

“Algunos tienen por costumbre colocar la mano sobre la mezuzá cuando salen de sus casas, al mismo tiempo que dicen: ‘Di-s me protegerá en mi partida…’. También deberíamos hacerlo al entrar a nuestros hogares”.4

¿Por qué tocamos la mezuzá? Algunos comentaristas sostienen que esto nos recuerda la unicidad de Di-s, tal como explica el Rambam en su código sobre la ley judía, Mishné Torá:

“Las personas deben ser muy cuidadosas respecto de la observancia de la mezuzá, ya que eso le corresponde a cada individuo todos los días”.

Por medio de la mezuzá, cada vez que las se entre o se salga del hogar, se recordará la unicidad de Di-s y el amor por Di-s. De este modo, se despertará del “sueño” y se reconocerá la propia obsesión por la vanidad del tiempo. Y se entenderá que no hay nada que dure eternamente, más allá del conocimiento del creador del mundo.

Al contemplarla, las personas tomarán conciencia y seguirán el camino del bien.5

El rabino Isaac Luria, más conocido como el Arizal, agrega que uno debe besarse el dedo con el que tocó la mezuzá, como si la santidad se hubiera transferido a la mano.6

El Rebe, el rabino Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria, en una charla en 1987, elogió la costumbre de que los niños besen la mezuzá antes de acostarte en la cama. Explicó que las cosas que uno ve y escucha cuando es niño influyen en su práctica como adulto, y que para los niños “besar la mezuzá afianza el reconocimiento de que existe un solo di-s que vela por ellos y por todo lo que hay en sus cuartos”.7