Mi nombre es Harbert (Jaim Zev) Bomzer. Me recibí de Rabino en la “Yeshiva University” en donde obtuve un doctorado en Educación Judía. Por cuarenta años hasta mi jubilación en 1995, fui Rabino de “Young Israel” de Ocean Parkway y profesor de Talmud en la “Yeshiva University”.

Menciono esto porque mi educación y carrera eran ortodoxas modernas, sin embargo, me llamo a mí mismo Jasid de Jabad. Me gustaría contarles la historia de cómo surgió eso.

Todo comenzó hace 35 años cuando conocí A Rabi Moshé Kotlarsky, que trabaja en Merkos Linyonei Jinuj, bajo el Rebe de Lubavitch.

En esos tiempos, mi hija mayor Etty estaba pasando por momentos difíciles. Se había casado con un maravilloso muchacho y estaban tratando de formar una familia. Pero cada vez que quedaba embarazada, perdía al bebé. Pasó una vez, dos veces, tres veces. Y con cada perdida pasábamos todos por un gran tormento.

Después quedó embarazada por cuarta vez, en 1983 y todos conteníamos la respiración. Le conté a Rabi Kotlarsky. “Mi hija está embarazada de dos meses y está pasando por momentos difíciles”.

“¿Por qué no le escribes una carta al Rebe?” Me preguntó.

Le dije: “Moshe, nunca he hecho una cosa así... Ni siquiera sé las formalidades de cómo escribirle al Rebe”. Pero él prometió que me ayudaría, así que acepté. Después de todo, ¿qué no haría por mi hija?

Escribí la carta que fue enviada a la oficina del Rebe. Rabi Leibel Groner, secretario del Rebe, dijo que tomaría entre dos y tres días recibir la respuesta. ¡Pero solo una hora más tarde la respuesta llegó! El Rebe dijo: “Debe permanecer en la cama por el resto de los siete meses, y tendrá un hijo sano”.

Mi hija vivía en New Jersey pero estaba en Brooklyn para asistir a una consulta con el doctor al día siguiente. Era una doctora de origen filipino en el Hospital Caledonian y era experta en estos asuntos.

Le dije a mi hija lo que el Rebe había advertido. Pero ella dijo “¿qué hay de la consulta con este doctor? ¿Qué debemos hacer?”

No era un gran Jasid aún, entonces dije “Bueno, te llevaré a ver a la doctora”.

Al día, siguiente la llevé y cuando salió dijo: “Papi, no sé qué está sucediendo aquí. El doctor dijo que si me quedo en cama los próximos siete meses habrá una gran posibilidad de tener un hijo”.

El doctor había llegado a la misma conclusión, ella nos confirmó lo que el Rebe ya sabía.

Etty se quedó en su casa los siguientes siete meses, y dio a luz, gracias a Di-s, a una beba sana.

Luego de estos eventos, Rabi Kotlarsky y yo nos convertimos en buenos amigos, y comenzó a convencerme para que asistiera a los Farbrenguens del Rebe. Al principio me negaba, simplemente no era mi estilo, pero finalmente acepté. Luego comencé a asistir a las reuniones jasídicas más seguido y también conocí a Rabi Jaim Mordejai Hodakov, secretario principal del Rebe. El estaba muy interesado en saber lo que estaba ocurriendo en el Rabinato Americano y en las Yeshivot, ya que yo era parte de eso. Siempre que estaba en 770, el Rebe solía sonreírme y saludarme amablemente mientras entraba o salía de la sinagoga.

En 1987, por petición del Rebe, hice un viaje a Rusia por dos semanas, siendo su emisario. Mi misión (ya que no había rabinos en Moscú en ese entonces) era asegurarme de que los documentos de divorcio sean hechos de acuerdo a la Ley Judía, liberar a las mujeres agunot (ancladas en un matrimonio, debido a no tener el divorcio) para que puedan casarse nuevamente. También certifiqué que todas las conversiones que se realizaban sean de acuerdo a la ley Judía.

Jabad era la única organización que estaba activa en Rusia en ese momento, ayudando a mantener el Judaísmo activo. En los setenta años de comunismo, un gran porcentaje de judíos se había olvidado de su judaísmo. Setenta años es mucho tiempo, pero Jabad activó durante todos esos años cuando era terriblemente peligroso hacerlo.

En 1987, a pesar de que ya estaba comenzando el proceso del glasnost que culminó con la caída de la Unión Soviética, aún era difícil entrar al país, especialmente con Tefilin, Tzitzit y Matzot. Mi esposa y yo fuimos detenidos en el aeropuerto y nos revisaron por seis horas antes de que pudiéramos ingresar. Dije que era profesor de Literatura Judía, y que me habían invitado a dar cursos a varios grupos. Eso no era una mentira, pero mi verdadero propósito era resolver el tema de los divorcios y realizar las conversiones.

Para ello necesitábamos una Mikve, un baño ritual, que para ser apta debe estar llena con agua de lluvia. Teníamos que esperar hasta que el agua llenara la piscina y podían pasar muchos días hasta que esto ocurra. De pronto, a pesar de que era Junio, el cielo se puso gris y una fuerte tormenta cayó por dos horas. Cuando el sol volvió a salir, la Mikve estaba llena de agua.

Cuando regresé, le di el reporte del viaje al Rebe y le mencioné que cuando me encontraba con gente en Rusia, me identificaba como “un Jasid del Rebe de Lubavitch”, pero nunca como un “Jasid de Lubavitch”. El Rebe me dijo: “Ha llegado el momento en que digas que eres una Jasid de Lubavitch”. Le respondí: “No sé si lo soy, pero estoy mil por ciento seguro de que soy un Jasid del Rebe”.

Él dijo: “El tiempo ha llegado”

Desde ese instante comencé a decir: “soy un Jasid de Lubavitch”.