Pregunta:

Por desgracia, hace poco asistí a un funeral judío tradicional y noté que los judíos no realizan sus funerales a cajón abierto. ¿Por qué? Siempre me pareció importante la posibilidad de ver por última vez a una persona antes de su entierro.

Respuesta:

Aunque puede ser considerado terapéutico, en el judaísmo el funeral está dedicado ante todo al respeto y honor de los fallecidos, mientras que el período de luto que sigue es para los dolientes. De hecho, no se debe consolar a los dolientes mientras el muerto descansa frente a ellos: el consuelo y el alivio llegan cuando el funeral y los arreglos de la ceremonia se completaron y el cuerpo ya fue enterrado.

A pesar de que algunos puedan encontrar consuelo en contemplar al muerto, se trata de un momento enfocado en la persona que falleció. De acuerdo a la Torá, el objetivo es darle un digno final antes de su partida. Además, los funerales a cajón abierto traen numerosos problemas, tanto prácticos como de orden halájico y místico.

Contemplando a los muertos

El Talmud dice que está prohibido contemplar la cara de una persona muerta, básicamente para no perder el respeto por el fallecido.1 Los cabalistas dicen que las caras de los muertos deben permanecer cubiertas porque sus pecados están “grabados en la frente”. Así, al mirar a los fallecidos podemos llegar a despertar el juicio divino en su contra y llevarlos al dolor,2 en especial cuando su alma está aún flotando sobre el cuerpo, a la espera del juicio final. Además, el Talmud3 dice que observar la cara de un muerto puede causar el olvido de lo que se ha aprendido de la Torá.4

Por otro lado, preparar el cuerpo para ser visto también presenta serios problemas halájicos.

El tiempo es esencial

La preparación del cuerpo requiere de tiempo, pero hay un mandamiento bíblico que ordena enterrar al muerto lo más rápido posible. Es más: aunque la persona haya sido condenada por una corte, la Torá advierte que dejar el cuerpo colgado en la horca durante la noche es una “blasfemia de Di-s”.5 De hecho, la necesidad de un funeral a tiempo es tan fuerte que incluso el gran rabino –que evita con gran celosía el contacto con la muerte y la impureza– estaba obligado a dirigir el entierro si nadie más lo podía hacer.6 El Zohar explica que el alma está en un estado de ansiedad y angustia hasta que el cuerpo es enterrado, por lo que cualquier demora potenciaría este estado.7

La manipulación de los cuerpos

Con frecuencia, el cuerpo es “restaurado” quirúrgicamente para que se vea bien: se le ponen varios dispositivos para mantener sus características originales, se drena la sangre y los fluidos a través de distintos químicos, se lo maquilla, etcétera, lo cual está prohibido según la ley judaica, ya que el cuerpo no se puede profanar de ninguna manera. De hecho, se suelen prohibir las autopsias, a menos que la determinación de la causa de muerte pueda ayudar a salvar otras vidas, como por ejemplo en un caso de envenenamiento.8

La reunión con nuestros seres queridos

Los judíos somos cuidadosos con los cuerpos porque su manipulación no sólo puede afectar la paz del alma después de la muerte, sino que también puede impactar en el mismo cuerpo. Nosotros creemos que en algún momento nuestros cuerpos y almas se unirán tras la llegada del mesías y la resurrección de los muertos.9 Así, cuando realizamos correctamente el funeral y el entierro también estamos expresando nuestra creencia de que alguna vez nos volveremos a reunir con nuestros seres queridos.

¡Que sea pronto y en nuestros días!