Pregunta:
Estoy en proceso de buscar un lugar para mi descanso eterno. En mi familia, algunos han optado por un tradicional entierro judío, y otros han elegido la cremación. Mientras investigaba mis opciones, descubrí que el judaísmo se opone con vehemencia a la cremación. ¿Podrían explicarme los orígenes y las razones de esta posición?
Respuesta:
Antes de responder la pregunta, relacionada con el trasfondo de la prohibición judía de la cremación, quisiera señalar algunas cuestiones introductorias:
Para ayudar a dejar en claro algunos de los problemas, optaré por explicar el tema tal como aparece en los “Grandes Libros”. Comentar las particularidades de las experiencias individuales requeriría aclarar cuestiones adicionales, y eso siempre es mejor hacerlo en cara a cara, con un rabino que conozca mejor a la persona o a la familia en cuestión.
Por eso, si algo de lo que escribo te resulta carente de sensibilidad, te pido disculpas de antemano. Te aseguro que no es mi intención.
Las leyes que intentaré presentar aquí son una síntesis de textos rabínicos escritos a lo largo de los años. Lo que respecta a la reflexión más profunda sobre el cuerpo humano y su función, que espero brindar, está extraído de profundos discursos de Jabad, aunque no puedo afirmar con certeza absoluta que mi síntesis de este elevado concepto sea correcto de manera categórica.
La ley judía (la Halajá) determina que el difunto debe enterrarse en la tierra.1
Como medida de disuasión,2 no se entierran restos de cremaciones en cementerios judíos.3 Además, se nos dice que muchas de las leyes del luto tradicionales no se cumplen tras el fallecimiento de un individuo si su cuerpo es cremado.4 Sin embargo, se recita el Kadish para esos individuos, y también es apropiado dar caridad y hacer mitzvot en memoria de sus almas.5
La responsabilidad por el entierro digno del difunto recae en el pariente más cercano.6 Mientras que la ley judía común requiere que los hijos del difunto hagan lo imposible para respetar los deseos del difunto,7 si alguien pide ser cremado o enterrado de una manera que no concuerde con la tradición judía, se celebra de todas formas un entierro judío.8 Se cree que desde que el alma llega al Mundo de la Verdad, es seguro que comprende el valor de un entierro judío apropiado, y por eso organizar un entierro judío tradicional significa conceder a la persona su deseo actual. Además, si alguien, aunque sea tu padre o tu madre, te pide que dañes o lastimes su cuerpo, no puedes hacerlo. Porque nuestros cuerpos no nos pertenecen, le pertenecen a Di-s.
(Es importante señalar que, según la ley judía, una persona sólo es responsable por sus acciones cuando las realiza a voluntad y con pleno conocimiento de sus implicancias.9 Por eso, todo lo dicho anteriormente no aplica a un individuo que ha sido cremado contra su propia voluntad. Luego de la Shoá, muchos judíos con conciencia juntaron cenizas de los crematorios de los campos de exterminio y las enterraron con respeto en cementerios judíos. Hace poco escuché también que un hospital había cremado por error un cuerpo judío. Con sanción rabínica, las cenizas se pusieron en un ataúd y se les dio un entierro judío apropiado.
Además, un individuo que ha sido criado en una atmósfera no religiosa y al que nunca se le ha brindado una educación judía apropiada no puede ser considerado responsable por su falta de observancia.10 Esta regla general se aplica a individuos que eligen ser cremados porque su educación y su crianza no les brindaron el conocimiento necesario para decidir sobre esta cuestión. Esta suposición tiene impacto en algunas cuestiones legales presentadas más arriba).
El mandamiento de la Biblia
El alma del hombre viene de Arriba: “Di-s (...) sopló en su nariz el aliento de la vida”,11 y cuando su misión terrenal se ha cumplido, es devuelta a Di-s, vuelve a su origen.
El cuerpo, por otra parte, es tomado de la tierra (“Di-s formó al hombre del polvo de la tierra”)12 y debe entonces regresar a la tierra. Esto se expresa en las palabras de Di-s a Adam, el primer hombre:13 “Eres polvo, y al polvo retornarás”.
Este concepto se reitera en Devarim,14 donde se nos encomienda enterrar a los difuntos: “Debes enterrarlo en el día”. El Talmud de Ierushaláim15 explica que esto nos demanda enterrar el cuerpo entero, no luego de que haya sido reducido por cremación o cualquier otro medio: “Debes enterrarlo entero, no en partes. De este verso extrapolamos que el mandamiento no se cumple si la persona fue enterrada de forma parcial”.
La cremación destruye la mayor parte del cuerpo y el entierro de la carne se torna imposible, lo que viola el mandamiento bíblico.
Nuestras responsabilidades vis a vis el cuerpo humano
Para la ley judía, el cuerpo humano pertenece a su Creador. La persona sólo lo tiene en usufructo, es guardiana del cuerpo, pero no tiene derecho a dañarlo de ninguna forma.16 El cuerpo debe ser “devuelto” entero, tal como se lo recibió.17
Además, “Di-s creó al hombre a su imagen y semejanza”.18 Cualquier violación del cuerpo humano se considera, entonces, una violación a Di-s mismo.19
Este principio general y esta ley gobiernan muchas de nuestras normas, como las que prohíben la automutilación20 o los tatuajes21 y nos requieren hacer todo lo posible para alejarnos del peligro, a través de una higiene apropiada y cuestiones similares.22 Este principio se aplica también luego de la muerte: toda mutilación del difunto está prohibida.23
Esta es también una de las razones por las que la ley judía no permite autopsias,24 salvo en circunstancias extremas.25
El mayor respeto por la santidad del cuerpo humano también es la preocupación suprema que impregna el proceso de preparar al difunto para el entierro. El funeral se programa para lo antes posible –lo ideal es el mismo día de la defunción26 – para que el cuerpo alcance pronto su descanso eterno. El honor de cuidar al cuerpo se reserva por tradición a los miembros más respetados de la comunidad,27 de quienes se esperan los máximos niveles de decoro, privacidad y respeto a lo largo de todo el proceso.
Según fuentes judías tradicionales, el mérito de gestionar el entierro apropiado de un cadáver judío es inmensurable. Incluso al Sumo Sacerdote, a quien se le prohibió asistir a los funerales de sus parientes cercanos, se le requirió preocuparse él mismo y enterrar en persona un met mitzvá, un cuerpo judío abandonado que no tenía a nadie que se encargara de su apropiado funeral.28
No se necesitan más explicación para concluir que no existe mayor violación a nuestras responsabilidades legales y morales para con el Dueño del cuerpo que cremarlo.
Para profundizar en nuestra relación con nuestros cuerpos
Cuando el cuerpo se convierte en el vehículo del alma para llevar a cabo buenos actos (mitzvot), el cuerpo es adornado de forma permanente con estima y santidad. Se lo entiende como sagrado, como el templo del alma y como el medio a través del cual hacemos el bien en este mundo. Según la ley judía, un objeto que facilitó el cumplimiento de una mitzvá debe ser tratado con respeto, y no puede ser desechado por casualidad. Por ejemplo: papeles sobre los que están escritas palabras de la Torá, puntas de tzitzit o tiras de cuero de tefillin. Estos artículos deben ser enterrados con el debido respeto.29 Esta idea se aplica muchísimo más a un cuerpo. En palabras del Talmud,30 “incluso la maldad (entre el pueblo judío) está llena de mitzvot!”. O, para citar al profeta Ieshaiau:31 “Y todos los de tu pueblo serán justos”.
En un nivel más profundo, como judíos, creemos que hay un propósito en la vida, un propósito en este mundo, un propósito en el acto de la creación.
Hay otros sistemas de creencias que ven al cuerpo y a todos los adornos físicos de este mundo, y a las tentaciones que implican, sólo como desafíos estratégicos en el camino del alma, cosas que deben superar para conducirse al paraíso celestial. Como tal, el cuerpo no tiene un valor intrínseco en sí mismo, y una vez que ha cumplido su función, no tiene valor en absoluto.
La creencia judía también reconoce la importancia de la recompensa que el alma ganó a lo largo de su viaje por la vida,32 pero ve el perfeccionamiento del cuerpo y del mundo físico como el objetivo final.33 El alma fue separada de su vivienda celestial para inculcar santidad y propósito a estas entidades mundanas. Mientras tanto, también el alma se eleva a alturas nunca antes imaginadas al completar su misión en el mundo;34 es la santificación de lo físico (tanto del cuerpo como de todo el mundo) lo que constituye la verdadera razón de la Creación.llevando a cabo, es decir la voluntad de Di-s"ti-s Mismo ha permitido algunas pudiera llevar a resultados tangibles. errada de
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La penúltima experiencia corporal
Dos de los dogmas más fundamentales de la fe judía son la creencia en la redención definitiva del pueblo judío (y de todos los hombres) mediante un mesías recto,35 asociado al concepto de la resurrección de los muertos, un momento esperado en el que todas las almas regresarán a sus cuerpos.36
Estas creencias son tan centrales para la cosmovisión judía que el Rambam las considera dos de los trece principios de la fe judía.37
La era mesiánica será escoltada por un vástago recto del rey David,38 y la caracterizarán la paz y la armonía en el mundo. “Entonces forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.39 El pueblo judío, desde todas partes del mundo, se reunirá y será devuelto a la tierra prometida,40 donde se reconstruirá el Templo Sagrado de Ierushaláim.41
Esta era será la culminación del plan maestro de Di-s para la Creación.42 Luego podremos disfrutar de los frutos de nuestra labor; veremos luego el producto terminado de nuestra labor de milenios de impregnar la Creación de santidad y propósito. La cortina se desgarrará de un lado, y la carne, nuestro propio cuerpo, percibirá a Di-s: “Entonces se revelará la gloria del Señor, y toda la carne, junta, verá que el Señor ha hablado”.43
Estas creencias han sostenido a nuestra nación a lo largo de los 2000 años de exilio cargados de matanzas, expulsiones y persecución. Sólo hace una generación una enorme cantidad de judíos entraron a las cámaras mientras cantaban Aní maamín (“Yo creo...”), para expresar su firme creencia en la llegada de tiempos mejores, y su confianza de que serían resucitados para ser testigos de ese día tan esperado.
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La cremación es una declaración implícita del rechazo al concepto de resurrección. Es, en efecto, una declaración de que una vez que el alma ha abandonado el cuerpo, el cuerpo sin vida ha servido ya su propósito y ya no tiene más valor.44
Nuestros sabios enseñan que aquellos que niegan la noción de resurrección no merecerán ser resucitados45 dentro de sus propios cuerpos, y que en cambio sus almas serán puestas en cuerpos diferentes cuando llegue el día tan esperado.46
Sobre la base de esta idea, muchas autoridades concluyen que una persona que opta por la cremación se expone también a esta consecuencia.47
(De todas formas, esto se aplica sólo a las instancias en las que la cremación fue hecha a pedido del difunto; sólo en esas instancias se puede decir que la persona rechaza la noción de resurrección, etc. No hace mucho tiempo, a seis millones de los nuestros se les negó el derecho de tener un entierro digno, y muchos de ellos fueron cremados. Sin duda, estos mártires sagrados serán de los primeros en regresar durante la redención mesiánica).
Prohibiciones y conceptos adicionales
A. Se nos ordena en la Torá48 no seguir las prácticas de los no judíos. Cremar a los difuntos era (y, de hecho, sigue siendo) un ritual de muchas culturas paganas, por lo que es también una violación de esta prohibición bíblica.49
B. Según la cabalá (espiritualidad judía), el alma no deja el cuerpo de inmediato después de la muerte.50 Una partida tan abrupta sería demasiado dolorosa para el alma. La descomposición gradual del cuerpo le permite al alma tener el tiempo para dejarlo de a poco y aclimatarse a su nueva vivienda divina.51 La destrucción instantánea del cuerpo que causa la cremación le quita al alma la posibilidad de tener este período de acomodamiento realmente necesario.
C. A lo largo de nuestra historia, el entierro judío tradicional, conocido como kever Israelsiempre se consideró una prioridad suprema. En los tiempos en los que muchos de sus conciudadanos no judíos en general cremaban a sus muertos, los judíos se distinguían por su compromiso con el entierro digno de los suyos. Esto fue notado por Tácito, el famoso historiador romano del siglo I.52 Por entender la importancia de esta mitzvá, el ejército israelí es conocido por correr grandes riesgos, por atreverse a ir detrás de las líneas enemigas para devolver a Israel los cuerpos de sus compañeros caídos.
Es seguro afirmar que las almas de los difuntos evocan piedad divina y plegarias sobre los individuos que se aseguraron de que su cuerpo tuviera los respetos finales apropiados.
Para resumir:
La cremación
· es una trangresión de la ley bíblica de enterrar a nuestros difuntos,
· demuestra un rechazo a la “propiedad” suprema de Di-s sobre toda la Creación,
· viola nuestra responsabilidad legal de devolver lo que se nos prestó (nuestros cuerpos) en el estado más completo posible,
· constituye un rechazo de la creencia judía de tzelem Elokim (creación según la imagen de Di-s)
· constituye un rechazo de la creencia judía de la resurrección de los difuntos,
· (si se hace de manera voluntaria, a conciencia de las responsabilidades) causará que el cuerpo no esté incluido en el pueblo judío cuando llegue el momento de la resurrección,(
· viola la prohibición bíblica de seguir prácticas paganas,
· impide la separación natural del alma y su proceso de aclimatación, lo que causa dolor adicional,
· se desvía de la historia judía y de los esfuerzos desinteresados y heroicos de nuestros antepasados y contemporáneos de enterrar a nuestros muertos de manera digna, y
· declara, en efecto, que una vez que el alma ha dejado el cuerpo, el cuerpo sin vida ya no tiene valor.
Pronto nos mereceremos ver el día en el que toda esta discusión quede sin validez, porque Di-s “destruirá la muerte para siempre, y enjugará […] las lágrimas de todos los rostros”.53
Gracias por utilizar el portal Pregúntale al rabino de Jabad.org.
Cordialmente,
Rabí Naftali Silberberg,
Jabad.org
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