Recientemente, desarrolladores de aplicaciones se reunieron en San Francisco para la conferencia anual F8 de Facebook.

Cuando el gerente de producto de la plataforma Facebook Messenger, Seth Rosenberg, subió al escenario para comentar sobre la nueva plataforma de bots de Messenger, los seguidores de Facebook conocieron la sorprendente inspiración de esta última apuesta tecnológica: raciones semanales de jalá hecha por Ella Potash, emisaria de Jabad Lubavitch y codirectora de Jabad en la ciudad de Redwood, California, y su marido, el rabino Levi Potash.

Los bots, que permiten a los usuarios obtener información e incluso comprar productos a través de conversaciones interactivas mediante el popular servicio de mensajería, son la última tendencia en el mundo digital. Todos, desde Microsoft hasta Amazon —y ahora Facebook—, han empezado a utilizarlos para cambiar la manera en la que los humanos interactúan con la tecnología. La incursión de Facebook tiene el potencial de alcanzar a 900 millones de usuarios activos de Messenger en todo el mundo.

Para Rosenberg, que trabaja en Facebook desde 2012, la inspiración vino de las hogazas de pan trenzado y llegó naturalmente. “Cuando era chico, mi madre hacía jalá todas las semanas”, dijo. “El shabat era algo especial en nuestra familia”.

Pero cuando se mudó a la Bay Area se encontró aislado de la vida judía: “No estoy conectado con la vida comunitaria judía aquí”, dijo. “Conocer sobre la jalá de Potash me permitió tener nuevas maneras de conectarme y explorar mi judaísmo”.

“Cuando empezamos a desarrollar la plataforma de bots de Messenger, esta jalá fue lo que me mostró que podrían funcionar”, explicó Rosenberg. “No sería una transacción seca en un sitio de e-commerce. En vez de eso, podría hablar, podría hacer preguntas y tener una interacción personal”.

La plataforma de bots es un intento de imitar los modos de conversación personal que los negocios podrían hacer online, según sintetizó.

Rosenberg, recien mudado a la zona de la bahía de San Francisco, encontro más de una conexión gracias a la Jalá.
Rosenberg, recien mudado a la zona de la bahía de San Francisco, encontro más de una conexión gracias a la Jalá.

Amor de shabat

Potash creció en Santa Barbara, California; allí vio a su padre, el rabino Yosef Loschak, emisario de Jabad Lubavitch, hacer y distribuir jalá entre los miembros de la comunidad de Southern California.

“Todas las semanas cocinábamos jalá con Tatty”, dijo Potash usando el término en ídish para “padre”. “Era una experiencia increíble ver cómo compartía su amor por el shabat con todos los que conocía”.

En 2009, al mudarse a la ciudad de Redwood, en la zona de la bahía de San Francisco, cocinar jalá se convirtió en una parte natural de la rutina familiar semanal. Pero, tras la muerte de su padre en 2014, lo que la ayudó a encontrar un nuevo sentido de la conexión y la misión fue, justamente, hornear panes para su comunidad con la misma receta que él usaba (y con una mezcladora que una vez le había regalado).

El julio pasado, un invitado de Shabat le sugirió a Potash que vendiera su jalá a los miembros de la comunidad. “Al principio dudé”, reconoció, “pero después de pensarlo un poco, le dije que lo haría si había seis personas interesadas en tener mi jalá”.

Tan sólo una semana después, se entregaron seis frescas jalot al campus de Facebook.

Un hecho inspira al otro

Ella Potash en el día de su boda junto a su padre, el rabino de Jabad Yosef Loschak, fallecido en el año 2014.
Ella Potash en el día de su boda junto a su padre, el rabino de Jabad Yosef Loschak, fallecido en el año 2014.

Desde ese momento, el interés se disparó: ya hay 75 personas que esperan ansiosamente la entrega semanal de la “Jalá de Ella”. Los beneficios de las ventas ayudan a financiar numerosos programas y eventos de Jabad, tanto para adultos como para niños, desde clases, hasta festividades, cenas de shabat, entre otros.

Cada viernes, un contacto del campus del Facebook en Menlo Park, uno del campus de Google en Mountain View y los prescolares locales judíos reciben las jalot todavía calientes del horno.

Gracias a esto, Potash dijo que empezó a “sentir una conexión más profunda con su padre. Sentí que estaba preparada para compartir la experiencia del shabat que él solía atesorar y enseñar a los demás”.

Esa conexión se difundió entre los demás. Dado que la jalá ya había sido solicitada y pagada a través de la plataforma Messenger de Facebook, no fue extraño para ella chatear con quienes querían ordenarla, participar en conversaciones en línea y escuchar los pensamientos de sus clientes.

Cuando Rosenberg mencionó que la jalá le recordaba a su madre, ella no le prestó mucha atención, sólo lo hizo después de que supo que, como su padre, la madre de Rosenberg había muerto recientemente. Potash lo ayudó a honrar la memoria de su madre en su iarzeit, el aniversario de su muerte.

En cuanto a la jalá, “ahora se ha convertido en una tradición en Facebook”, asegura Rosenberg. “Las personas toman su jalá, dicen “shabat shalom” y disfrutan juntos el viernes. Hay personas que uno ni siquiera sabía que eran judías y que preguntan dónde la pueden conseguir”.

Es más, gracias a toda la experiencia, Rosenberg pudo explorar la práctica judía por su cuenta. Recientemente organizó una cena de Shabat junto a sus amigos, utilizó los recipientes de su madre y, claro, la famosa jalá de Potash.

“Uno prueba esta deliciosa jalá y la quiere usar” para algo más que una comida, dice Rosenberg. “¿Qué mejor manera de disfrutarla que compartirla con otras personas en un shabat propio?”.

La jala se convirtio en una nueva tradición en las oficinas de Facebook, a donde llega todas las semanas.
La jala se convirtio en una nueva tradición en las oficinas de Facebook, a donde llega todas las semanas.