Nuestras vidas tienden a estar divididas en espíritu y materia, en lo sagrado y lo cotidiano.
La dicotomía entre espíritu y materia, o entre el Cielo y la Tierra, también se expresa al principio de la lectura de la Torá de esta semana,1 Haazinu, que toma la forma de un largo poema. Moshé es el líder del pueblo judío y está lleno de amor por él, aunque también ve con dolor la historia larga y tortuosa que le tocará vivir. Les advierte sobre los errores que podrían llegar a cometer en su relación con Di-s. Con dramatismo, Moshé primero le habla al pueblo judío sobre el Cielo y la Tierra. Rashi nos cuenta que los llamaba como testigos de las palabras de advertencia que citamos a continuación.
Moshé dice: “Pon la oreja, Cielo, y hablaré; escucha, Tierra, las palabras de mi boca”.
El hebreo es una lengua profunda y poética, lo que hace difícil la traducción al español. Tiene matices que a veces el español no puede transmitir. Los Sabios comentan que la palabra haazinu, que se traduce como “poner la oreja” (ozen significa “oreja”) sugiere una cierta proximidad. Si hay alguien parado a tu lado, puedes hablarle al oído. Por contraste, la palabra que se traduce como “escucha” sugiere una distancia mayor, como si se llamara a alguien que está lejos.
Moshé usa el término más cercano cuando se refiere a los Cielos, y el más distante cuando habla de la Tierra. Los Sabios señalan que era una persona muy espiritual y que, por ende, en su caso los Cielos estaban muy cerca. Por contraste, en lo que a él respecta, la Tierra y todo lo material estaba más lejos.2
Ahora, ¿qué hay de nosotros? ¿La Torá revela este aspecto de Moshé sólo para impresionarnos con lo sagrado que era, o hay una enseñanza que también es relevante para nuestras vidas?
Existe la idea jasídica de que dentro de cada individuo del pueblo judío hay una chispa de Moshé.3 Es nuestro aspecto más profundo. En relación con este Moshé interno, también en nuestro caso, el Cielo está más cerca que la Tierra.
Un momento. ¿No es nuestra tarea como seres humanos y como judíos revelar la presencia de Di-s en el mundo? ¿Seguro tenemos que estar inmersos en las preocupaciones materiales de la vida cotidiana? La respuesta jasídica es: “sí, ¡pero no tienen que deprimirte!”. Por supuesto que estamos activos en el mundo. Pero al mismo tiempo tenemos una afinidad cercana con el Cielo. Por eso las palabras de Moshé tienen una relevancia directa para nosotros también. Estamos activos en el mundo pero, en un sentido más profundo, no nos limitamos a ello.4
Esta misma idea se expresa cuando se acerca la festividad de Sukot. La sucá representa nuestra casa y nuestra vida de todos los días. A la vez, es una esfera espiritual. Una de las enseñanzas de Sukot es que sí, estamos en un mundo material. Pero en cada momento tenemos el poder de hacerlo sagrado.
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